La mina de oro tendrá su película
Más de cien personas, entre ellos la escritora María Reimóndez, el actor Miguel de Lira y el geólogo Vidal Romaní, financian un documental sobre la política minera de la Xunta
La polémica megaminera en Galicia tendrá película propia. Y en pro de la independencia, el equipo que dirige la realizadora Cora Peña lanzó una campaña en busca de micromecenazgo a través de Internet. Faltan cuatro días para que acabe el plazo que se han fijado para cosechar el presupuesto más reducido con el que pueden sacar adelante su trabajo y han conseguido aportaciones, más grandes o más pequeñas, de unos 130 particulares. Con lo reunido hasta el momento se encuentran al límite (96%) de alcanzar el dinero mínimo necesario (6.043 euros, aunque lo “óptimo” serían 11.979) que requiere la elaboración de su proyecto. Se trata de un largo documental, de entre 60 y 80 minutos, que aspira a enmarcar el caso de la mina de oro de Corcoesto, codiciada por la compañía canadiense Edgewater, en la realidad minera internacional (dominada, efectivamente, en un 65% por el país norteamericano) y en la actual política de la Xunta. En tiempos de crisis, el Gobierno de Feijóo se propone resucitar numerosas concesiones mineras por toda Galicia y, en plena fiebre del oro, a consecuencia de esta crisis, tiende la mano a las multinacionales. Ecologistas, vecinos y oposición advierten de que en realidad se está permitiendo el “saqueo” del tesoro que esconden las entrañas del país.
Precisamente así, 'Tesouro de Corcoesto', se llamará el documental de Cora Peña. Cuando expire este plazo de cuatro días, se abrirá uno nuevo, de hasta 40, en busca del presupuesto óptimo. Hay aportaciones pequeñas, pero también un par de ellas de 500 euros. Entre los patrocinadores, muchos de ellos anónimos, se pueden leer los nombres de la escritora María Reimóndez, el actor Miguel de Lira, la política Encarna Otero o el conocido geólogo Juan Ramón Vidal Romaní. Grupos ecologistas como la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) han sacado a la luz varios informes científicos que relacionan la contaminación por arsénico en las aguas de varios manantiales y el río Anllóns con la actividad de la mina, que fue abandonada en los años treinta del siglo pasado y todavía desprende partículas de este veneno. El arsénico está atrapado en la roca, y aflora cuando esta es triturada, pulverizada, para extraer el metal precioso. Esa operación última, el lavado de la piedra para obtener el oro, se realiza con ayuda de cianuro. Todas estas sustancias tóxicas quedarán almacenadas para siempre en gigantescas balsas situadas entre los ayuntamientos de Cabana de Bergantiños y Coristanco. Según el presidente de la SGHN, ocuparán una superficie equivalente al casco histórico de Santiago.
Cora Peña, directora de 'Tesouro de Corcoesto', conoció en Perú la lucha indígena contra una minera empecinada en explotar un filón, la mina Afrodita, en un cerro sagrado. Fue durante el rodaje del documental sobre Alfonso Graña, hijo del conocido como rey de los jíbaros, Ildefonso Graña Cortizo, que nació en Amiudal (Avión) a finales del XIX y murió en Iquitos. El objetivo hubiera sido seguir a Graña hasta Galicia, en el reencuentro con sus raíces, pero ni las autoridades peruanas ni las españolas permitieron ese viaje desde la Cordillera del Cóndor. Supuestamente, el hijo de gallego corría el riesgo de querer escaparse de su país para siempre porque era pobre.
“Las estrategias de implantación de estas multinacionales mineras son siempre muy parecidas”, explica la realizadora, “entre ellas mismas se amparan, en Canadá son un lobby, y tienen de su parte a la justicia, por más que se den escándalos medioambientales y abusos de los derechos humanos por allí donde pasan. Además, se venden unas a otras y seguirles el rastro es muy complicado. En materia minera, los canadienses son muy fieros desde hace un siglo”. Si encuentran oposición, optan por el “desgaste”: “El lobby minero es poderoso, y se puede permitir tener paciencia”. El otro gran problema son los seguros de accidentes: “No hay compañías que aseguren proyectos tan riesgosos”. Según la SGHN, al año se llegan a registrar en todo el mundo hasta tres catástrofes naturales por roturas de balsas mineras.
Allá a donde van en busca de minerales, según explica la directora, las compañías “realizan una fuerte campaña a través de los medios de comunicación y se presentan con un discurso sobre desarrollo, inversión y empleo”. Mientas tanto, lo habitual es que los responsables políticos del lugar en cuestión “criminalicen la protesta”, la contestación popular y ecologista, y se intente “desprestigiar a los científicos” que se atreven a plantar cara, con argumentos, a las promesas de las compañías mineras.
“Lo que me estoy encontrando, en las entrevistas que estamos haciendo a expertos en minería internacional”, cuenta Peña, es que en los países que se consideran menos desarrollados, “la gente está menos preparada y cuenta con menos medios” para luchar y expresarse, “pero tiene más conciencia política y detecta más rápido el saqueo, porque está acostumbrada, desde hace 500 años”.
El objetivo final de este equipo, compuesto por la realizadora, un biólogo y una historiadora del arte, es hacer un trabajo lo más neutral y realista posible sobre el caso de Corcoesto, con entrevistas a muchos personajes favorables, además de a los contrarios: “Son ellos los que van a hablar y defender sus ideas, no nosotros”. Pero de momento, todavía no han logrado que nadie salga a defender “científicamente” el proyecto. La minera “evita la confrontación, y su hilo argumental es el de los puestos de trabajo”. Hablan de 270 empleos de duración todavía incierta, en una comarca castigada con una tasa de paro del 27%.
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