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Oposiciones bajo control policial

Un guardia urbano vigiló cada una de las 109 aulas donde se repitieron las pruebas Los aspirantes, obligados a depositar los móviles en bolsas

Camilo S. Baquero
Un guarda urbano cierra la ventana de un aula, en la facultad de Economía de la UB, donde se realizó la prueba
Un guarda urbano cierra la ventana de un aula, en la facultad de Economía de la UB, donde se realizó la pruebaM. Minocri

Un jefe de aula, tres personas de apoyo y un guardia urbano, con la pistola en el cinto, fueron los encargados de custodiar ayer cada una de las 109 aulas donde se repitieron las pruebas de acceso para las 113 plazas de la policía local de Barcelona. Los opositores tuvieron que volver a someterse a los exámenes de cultura y de catalán después de que el pasado día seis se presentaran casos de fraude, sobre todo con teléfonos móviles para comprobar las respuestas.

La prueba comenzó a las 10 en punto de la mañana, en las facultades de Economía y Biología de la Universitat de Barcelona y en las de la Pompeu Fabra, en la Ciutadella. A ella estaban convocados 5.463 aspirantes. Algunos llegaron pasadas las 9.30, la hora límite de cierre de puertas y se quedaron fuera. “A mí me cambiaron de la Pompeu aquí y no hay ni una señal”, se quejaba Isabel, en las escaleras del campus de la Diagonal. “Ahora van de estrictos”, refunfuñaba Salvador, otro opositor que venía de Girona.

Una vez en el aula, los aspirantes se encontraron con una gran señal que les pedía dejar los móviles en una bolsa y alertaba que su uso era causante de expulsión de la prueba. El Ayuntamiento no informó cuánto ha costado repetir el examen.

Los opositores consideraron el despliegue excesivo y un tanto tardío

Un portavoz de la Guardia Urbana explicó que los agentes que cuidaron el examen portaban el arma “porque hace parte del uniforme”. En las puertas de los edificios también había varios coches y motos de la policía local y unos 80 uniformados hacían guardia por los pasillos y en la calle. Se pasó de 68 aulas habilitadas para las pruebas a 109, y se dobló la ratio de cuidadores por cada opositor. El Ayuntamiento no quiso entrar en detalles sobre el coste y aseguró que “se movilizaron los recursos que se consideraron necesarios”.

La presencia de los uniformados no dejó de ser intimidante para varios opositores que consideraron excesivo —y tardío— el despliegue. “Desde el principio tenía que haber una buena organización, ¡es una oposición oficial! Pero el despliegue que ves ahora, creo no era para tanto”, dice Luis Ángel, un joven que comparaba con sus compañeros, a la salida de la facultad de Biología de la UB, los resultados de la prueba. “La gente tendría que saber cómo comportarse en esto”, dice Cristina, otra aspirante.

“Tenías que haberlo hecho bien a la primera. Si no quieren que haya fraude, ¿por qué solo hay dos tipos de exámenes?”, se pregunta Fernando, una de las 239 personas que elevó una queja formal a la Síndica de Greuges de Barcelona. Él es el de los que cree que había que repetir toda la prueba. “También deberían haber publicado los resultados de las psicotécnicas y no lo han hecho”, añade el joven opositor. No fue necesario pagar nuevas tasas para presentar la prueba.

82 preguntas

Ayer, a la salida de las facultades, se veían todo tipo de caras, entre largas y sonrientes. Especialmente porque esta vez el Ayuntamiento les ha dejado llevarse el cuestionario con las preguntas a casa y una copia de su hoja de respuestas.

Quién es el autor de la Iliada, en qué distrito de la ciudad se encuentra el hospital Vall d’Hebron o si se necesita permiso para celebrar una fiesta infantil en un parque municipal eran algunas de las 82 preguntas que estaban en los cuestionarios. Las opiniones sobre si estaba más o menos difícil respecto al anterior estaban en general bastante divididas.

Las 113 plazas de Guardia Urbano, en una ciudad donde la crisis afecta a tantos jóvenes, se ofrecen como maná para muchos desempleados. De ahí también la ansiedad y nerviosismo de muchos.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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