Tàpies, lengua y ‘pa amb tomàquet’
Estudiantes de catalán de todo el mundo participan en la ‘Estada Lingüística d’Estiu’ en Barcelona La iniciativa acerca a una cuarentena de foráneos a la lengua y cultura catalanas
En el patio del emblemático edificio de la Facultad de Filología de la UB, a la sombra de un imponente ficus, un nutrido grupo de estudiantes se protege del bochorno veraniego. El corrillo, formado por extranjeros procedentes de varios países (de América y Europa en su mayoría), es de lo más variopinto. Chicos y chicas de diversas edades, procedencias y culturas conversan animadamente. A pesar de sus diferencias, todos tienen algo en común: hablan en catalán.
La ‘Estada Lingüística d’Estiu’, organizada conjuntamente por el Institut Ramon Llull y la Universidad de Barcelona, combina cursos de lengua y cultura catalanas con actividades de ocio e intercambios lingüísticos y grupos de conversación con estudiantes de la UB. Los 39 estudiantes de catalán de universidades de 15 países que participan en la primera edición de esta iniciativa tienen la oportunidad de practicar y perfeccionar el catalán y descubrir Barcelona, aprovechando las múltiples posibilidades que ofrece la ciudad en verano.
La ‘Estada Lingüística d’Estiu’
combina cursos de lengua y cultura catalanas con actividades de ocio e intercambios lingüísticos
Dominika es polaca. Terminó sus estudios de Filología Hispánica en Poznan hace apenas dos semanas, y no dudó en aprovechar la oportunidad de conocer a fondo Barcelona. “Una de mis asignaturas favoritas fue el catalán”, asegura, “y por ello me hace mucha ilusión poder perfeccionarlo”. La estancia, que comenzó el pasado 8 de julio y termina el 26 de este mismo mes, reúne a estudiantes procedentes de Alemania, Reino Unido, Argentina, Bélgica, Escocia, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Hungría, Italia, Polonia, República Checa, Rusia, Serbia y Ucrania. Los participantes cursan un total de 50 horas de clase en las aulas de la Facultad de Filología de la UB.
Disfrutar de un taller de cocina catalana en el mercado de Fort Pienc, visitar la Fundación Antoni Tàpies, conversar con estudiantes de la UB o descubrir la Barcelona romana y medieval. Estas son algunas de las actividades que la iniciativa propone a los estudiantes que se han dado cita este mes en la ciudad condal.
Svetlana se licenció en Historia por la Universidad Estatal de Moscú, su ciudad natal. Hace dos años empezó a estudiar catalán, un idioma que le apasiona. “Me gusta todo lo que tiene que ver con la cultura catalana”, reconoce. La ‘Estada Lingüística d’Estiu’ ofrece respuestas a sus inquietudes. Sol, museos, gastronomía, urbanismo… La iniciativa permite a Svetlana y a los demás participantes adquirir, de forma amena y entretenida, una visión global de Barcelona y la cultura catalana. “Aunque el nivel de catalán es heterogéneo, muchos tienen un conocimiento de la literatura catalana que llama la atención”, asevera David Graupere, que imparte clases de lengua a los estudiantes de nivel intermedio. Y es que varios de sus alumnos han leído obras catalanas del sigo XIX, algo que, según Graupere, “no es habitual ni en los propios estudiantes de aquí”.
Algunos de los participantes tienen un idilio con Cataluña que viene de lejos
Algunos de los participantes tienen un idilio con Cataluña que viene de lejos. Es el caso de Myriam Vanhée, belga de 63 años que cursó la carrera en Barcelona en los años 70. “En aquella época se enseñaba español, el catalán lo hablaban solo algunos en sus casas… Me quedé con las ganas de aprenderlo” recuerda Myriam, con nostalgia, desde el patio de la misma facultad donde hace cuatro décadas estudió Filología Española. “Estoy asombrada de lo bien organizada que está la iniciativa”, concluye. La diferencia de edad respecto a los otros participantes no impide a Myriam disfrutar de la experiencia y adaptarse al grupo a la perfección. Al fin y al cabo, comparte con los demás la pasión por la cultura catalana.
Elisabeth Kanepa y Karine Lecomte tienen 25 y 22 años respectivamente. Ambas son del sur de Francia, por lo que Cataluña no es una tierra extraña para ellas. Por distintos motivos, las dos tienen claro desde hace años que quieren saber catalán. “Mi novio es de Ibiza, y me he propuesto poder comunicarme con su familia y amigos en su lengua materna”, confiesa entre risas Elisabeth. Karine tiene un motivo diferente para perfeccionar el catalán: su abuela materna nació en Girona y su abuelo en Calella de Mar. “Tengo la necesidad de conocer en profundidad la tierra, lengua y cultura de mis abuelos. Nunca había estado en Barcelona, y aquí están mis orígenes”, afirma la joven.
A cobijo del sol, a la sombra del majestuoso ficus, los estudiantes de la primera ‘Estada Lingüística d’Estiu’ aprovechan el descanso de media mañana para conversar, reír y compartir sus experiencias. Explican cómo es la vida en Londres, Marsella, Varsovia, Kiev o Budapest. Y lo hacen en catalán.
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