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Obras al ralentí

Los proyectos a medias se adueñan de Barcelona. El acuerdo entre CiU y PP en el Ayuntamiento debe impulsar mercados e infraestructuras pendientes

Imagen de la cárcel Modelo.
Imagen de la cárcel Modelo.Massimiliano Minocri

Con el ecuador del mandato a la vuelta de la esquina, el actual Gobierno de Barcelona se esmera en poner en marcha el pico y la pala en las obras que ha cocinado y llevan su sello, como la reforma del paseo de Gràcia, Diagonal, Pere IV y la del Paralelo. El Gobierno de Trias ha chocado contra la oposición y los vecinos en su deseo de cambiar proyectos como el de la plaza de las Glòries o el del cajón de Sants. En la reformulación, el enfrentamiento y la puesta a cero del contador, se ha perdido un tiempo valioso. Y, de paso, Hàbitat Urbà ha sido la diana de las críticas hacia la gestión convergente, por escenificar la parálisis que muchos le achacan a la ciudad.

El bloqueo económico, derivado de la minoría de CiU en el Consistorio, ha sido otro problema. La solución ha venido gracias al capote del Partido Popular, cuyos votos lograron desatascar un pacto inversor por 197 millones de euros. El acuerdo también da oxígeno a obras heredadas, prácticamente paralizadas, donde las vallas verdes que las protegen delatan los años de demora.

Mercados. El mercado de Sant Antoni es uno de los casos emblemáticos de obras al ralentí. Cuando en 2010 se anunció la reforma, se hablaba de un horizonte de tres años de trabajos en el bello recinto decimonónico. En julio del año pasado, las máquinas pararon y el movimiento que se veía correspondía al tratamiento de los vestigios arqueológicos que emergieron tras el comienzo de las obras y obligaron a hacer modificaciones. A finales de mayo, el Ayuntamiento adjudicó por 12,9 millones de euros las obras de la segunda fase, que deben comenzar en los próximos días. El final está previsto a principios de 2016.

De los 50 millones de presupuesto inicial, la factura podría ascender hasta los 70 millones. En el caso del mercado del Ninot, las obras se pararon en marzo del año pasado. La nueva fase de obras fue adjudicada junto a la Sant Antoni por 12,8 millones de euros y corresponden a la construcción de las dos plantas subterráneas que darán servicio al mercado y la renovación del edificio. Los comerciantes calculan que estará listo en 2015, aunque el Ayuntamiento defiende que lo hará en el segundo semestre de 2014.

La reforma de Sant Antoni se anunció en 2010 y su final, para 2016

El maná de la pepevergencia también llega a los mercados de Sants —que verá finalizada por fin sus obras—, Bon Pastor —cuyo edificio se tiró en 2009 y el PP asegura este año la redacción del proyecto definitivo— y Vall d’Hebron —mejoras en la instalación actual, sin renunciar al traslado a la La Llosa—.

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El mercado del Guinardó es otro que lleva dos años esperando. Por ahora se puede ver el esqueleto de la isla de equipamientos, que debe incluir un CAP, una guardería y un geriátrico. El acuerdo con el PP blindará terminar las obras que le corresponden al Ayuntamiento (más de seis millones) y esperar a que la Generalitat haga las suyas.

Glòries y Sants. La inundación de los nuevos Encants, el sábado de la semana pasada, agrega un ingrediente de tensión a las eternas obras de la plaza de las Glòries. El posible retraso en el traslado —algunos hablan de septiembre— podría afectar los trabajos, pues la pieza que ocupa el mercado es fundamental para garantizar la movilidad cuando comience el desmontaje del tambor, que está programado para comenzar en noviembre y durarán unos 10 meses.

El PP pactó una inyección de 8,5 millones de euros, que incluyen el derribo del viejo mercado de los Encantes, del paso elevado (las obras costarán 25 millones de euros) y viales. Obras de las que ya se hablaba en 2007, cuando se firmó el Compromiso por Glòries, el documento que marcaba el horizonte del proyecto. Hàbitat Urbà se encuentra en medio de la primera fase del concurso para el diseño de la plaza —que, a pesar de ser internacional, no se presentaron las bases en inglés— y el fallo se conocerá en febrero.

Cárceles. El presidente Artur Mas (CiU) sorprendió esta semana al incluir en su lista de prioridades para el resto de legislatura el “desmantelamiento de la cárcel Modelo”. Una vieja reivindicación vecinal que tiene que pasar primero por los despachos de la Generalitat. El anuncio sorprende porque en la Zona Franca, el lugar adonde el Departamento de Justicia planteaba llevar la prisión, no se mueve una piedra. El Ayuntamiento esperará a que se produzca el traslado para decidir.

Otro de los planes atascados es el de la cárcel de Trinitat Vella.El barrio espera hace cuatro años que se realice el proyecto de vivienda social y se abran los 30.000 metros cuadrados.

La Modelo y la L9 son dos claros ejemplos de las obras eternas

La línea 9 del metro. Debía ser la línea más larga de Europa y ha acabado convertida en un enorme agujero que, a falta de trenes, está repleto de preguntas sin respuestas. La Generalitat no sabe todavía con seguridad si uno de sus tramos podrá ponerse en marcha en 2016 —el que llegará hasta el aeropuerto— y menos todavía cuando podrá reemprender las obras del que probablemente sea el trozo más importante, el central, el que debe llevar el metro a zonas en las que no llega ningún otro suburbano.

Mientras tanto, las estaciones ya acabadas y que no pueden ponerse en servicio desangran un poco más las arcas de la Generalitat, que debe asumir un coste anual de 235 millones de euros —exigencia por contrato de las constructoras— pese a no estar operativas. El Ayuntamiento se ha hartado de esperar a que la Generalitat ponga orden y fechas a la reprogramación de las obras, que posiblemente estará lista antes de que concluya el año. Y por eso acordó cerrar algunos pozos por los que se introducía material en el túnel. Esa es una buena noticia para los vecinos que reclaman pacificar sus barrios tras sufrir años de ruidos, polvo y más incomodidades. Pero no es un buen síntoma para el futuro de las obras. Si la Generalitat está dispuesta a invertir 2,5 millones de euros en retirar máquinas, tapar el pozo y arreglar las calles de la zona afectada por una sola estación es que también lo está para renunciar hasta cuando sea necesario a la que estaba llamada a ser una de las líneas más modernas.

El retraso en el traslado de los Encants podría afectar los trabajos en las Glòries

La estación de la Sagrera. Otra de las obras más ambiciosas, ideada para cerrar la histórica frontera que las vías del tren han formado entre la Sagrera y Sant Andreu. El proyecto urbanístico, el que debe cicatrizar esa herida, sigue sin fecha. Ni el complejo de oficinas que se debía construir en la zona de la estación ni el mayor parque de Barcelona que cubrirá las vías tienen fechas para ser resueltos. Uno porque depende de la evolución del sector inmobiliario y otro porque demandará también una buena dosis de recursos públicos. Y las obras que están en marcha, las que afectan a la estructura de la estación donde algún día confluirán AVEs, trenes de Rodalies, metro y autobuses, van a su ritmo. Desde el consorcio Barcelona Sagrera Alta Velocitat —integrado por Estado, Generalitat y Ayuntamiento— admiten que no se cumplirá el calendario previsto porque las obras van más lentas de lo posible. Adif las adjudicó en 2010 y fijó un periodo de ejecución de 54 meses que no se cumplirá. Después se tendrán que licitar las obras de arquitectura interior e instalaciones, responsabilidad del consorcio. Pero ni tan solo hay fecha prevista. Hasta que no se acaben el tren de alta velocidad no podrá parar en la que tenía que ser la Estación de Francia del siglo XXI.

El cajón de las vías de Sants. Otro de los proyectos que ha vuelto a la casilla de salida es el del cajón de las vías férreas de Sants. Los vecinos y el anterior gobierno de izquierdas de la ciudad consensuaron en 2006 el proyecto, que cosía la histórica división que causaba el paso del tren por el barrio mediante una gran plataforma verde. Con la llegada de CiU a la alcaldía, el equipo de Vives decidió modificarlo, creando un Paseo elevado a la barcelonesa, lo que implicaba, entre otras cosas, una modificación del Plan General Metropolitano que el gobierno conservador no pudo pactar. La vuelta de tuerca a la idea causó un retraso de más de año y medio y finalmente el propio Vives decidió comunicar su rectificación a los vecinos. El proyecto definitivo está a punto de de ser aprobado, por lo que quedan años de obra.

La ampliación de la estación de paseo de Gràcia. Las obras, que han obligado a cerrar el vestíbulo de paseo de Gràcia se retrasarán unos meses. Adif no podrá cumplir con el plazo, dieciséis meses que expiran en septiembre, a causa de la temporada de lluvias. Fuentes del gestor de infraestructuras aseguran que se están acelerando los trabajos para poder ajustarse al calendario previsto, que asegura que era “orientativo”.

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