La crisis económica empuja a más jóvenes vascos a retornar a Euskadi
Los que se marchan al extranjero se resisten a volver por las malas perspectivas laborales
A Euskadi parecen gustarle y preocuparle a partes iguales las historias de aquellos jóvenes que buscan suerte fuera de Euskadi ante la tasa de paro que ejerce las veces de pesado yugo. Son historias que alejan el foco de otra realidad, la de aquellos jóvenes que, tras su particular periplo por otras comunidades y el extranjero, vuelven a casa. Un estudio publicado por el Observatorio vasco de la Juventud muestra que, entre los años 2000 y 2011, por cada diez jóvenes entre 18 y 34 años que abandonaron Euskadi, casi la mitad (el 48%) volvieron al cabo de un tiempo.
Al tiempo que la sociedad percibe que se está dando una fuga de jóvenes, se están registrando las mejores tasas de retorno —la comparación de los que se dan de baja en el padrón con los que se vuelven a dar de alta— de la última década. En 2011, por cada diez jóvenes que dejaron Euskadi, seis volvieron a casa. Los números son “razonables”, según indica el catedrático de Sociología de la Universidad del País Vasco Benjamín Tejerina, que recuerda que Euskadi es una sociedad “menos abierta y con menos flujos de entradas y salidas que otras”.
En los últimos 12 años han salido de Euskadi 62.800 jóvenes vascos, nueve de cada diez a España
La razón es que, aunque el número de jóvenes vascos que volvían de otras comunidades ha ido cayendo desde 2003, las cifras repuntaron en 2011, con el retorno de 2.308 jóvenes (el 62%), frente a los 2.116 de 2010. Gracias a esta realidad, la tasa de retorno ha aumentado durante la crisis llegando al 59% en 2011. Y todo pese a que la vuelta a casa desde el extranjero está en caída desde 2008. Entonces volvieron 284 jóvenes y el lento descenso se mantuvo en 2011, con 246. “No se arriesgan a volver”, resume Tejerina. En 2011, el retorno del extranjero se limitó al 41%, cuando seis años atrás, en 2005, era nada menos que del 93%.
El director de Juventud del Gobierno, Jon Redondo, señala que “el problema, como sociedad, es que además de formar esos talentos, tenemos que saber cómo permitir que vuelvan, que tengan una posibilidad”. Redondo reconoce que los que están frenando su vuelta por la crisis “pueden esperar un año más, pero cinco o seis más hacen que hagas tu vida y que sea más difícil que vuelvas”. En definitiva, que “esa sabiduría se quede en el extranjero”. Y es que, tal y como apunta Tejerina, puede corresponder a los jóvenes más cualificados.
El sociólogo señala que, si esa situación se prolonga y Euskadi no logra atraer a jóvenes de otros lugares, los efectos podrían ser nocivos para el tejido productivo, “negativos para la demografía y, en términos sociales, insostenibles”, ya que harían que el envejecimiento de la población “avanzase más deprisa”. Tejerina plantea que la sociedad debe afrontar ya un debate sobre las jubilaciones y sobre su obligatoriedad.
En 2007 se produjo el mayor número de emigraciones al extranjero, 596
¿Qué ocurre con los jóvenes que se van? En los últimos 12 años han salido de Euskadi 62.800 jóvenes vascos, nueve de cada diez a España, un tipo de emigración este último que está cayendo desde el año 2007. En 2003 se fugaron a otra comunidad 6.500 jóvenes; en 2011 solo 3.900. Unido este descenso al aumento de los que se van al extranjero, proporcionalmente el peso de estos últimos ha aumentado del 1% en 2000 al 19% en 2011.
Los datos indican que en 2007 se produjo el mayor número de emigraciones al extranjero, 596, antes de la crisis, cifra que ha caído hasta 2011, que se recuperó hasta las 593, 137 más que en 2010. Redondo explica que los datos “no son dramáticos” y añade: “El debate de fuga de cerebros se ha enmarcado como negativo, pero es positivo, ojalá todos los jóvenes pudiesen salir fuera”.
El foco está en el extranjero, pero la realidad es que, en la actualidad, los jóvenes vascos emigran menos fuera de Euskadi y, los que lo hicieron, vuelven más.
“Una elección libre”
“En Alemania, a nivel laboral estaba muy bien, pero yo quería volver”. Son palabras de una de esas personas que se esconde tras las cifras, Mónica Carril, doctora en Química Orgánica por la UPV y un ejemplo de que la vuelta es posible. Tras terminar la tesis, Carril viajó a Alemania, donde pasó por Aachen y Munich, antes de lograr volver hace tres años con un programa del Gobierno central y seguir en Euskadi, en el CIC Biomagune, con un programa de Ikerbasque que le ha dado “libertad para investigar”.
Carril explica que, entre investigadores, “muchas veces, para poder quedarte, primero te tienes que marchar” y anima a tener experiencias en el extranjero. Pero, al mismo tiempo, insiste en que tiene que ser “una elección libre, no una obligación”.
“Hay gente intentando volver y no puede porque las convocatorias se han vuelto muy competitivas” por los recortes en el resto del Estado, añade. Carril reconoce que hay de todo, “desde el que no vuelve ni loco, hasta los que no lo descartan pero esperarán dos o tres años”.
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