Un ‘thriller’ financiero

Los autores estadounidenses de la Gran Depresión poblaron los escenarios de viajantes arruinados (Miller), taxistas embargados (Odets) y jornaleros hambrientos (Steinbeck), víctimas del derrumbe de una monumental pirámide de Ponzi bursátil. Fernando Ramírez Baeza, analista financiero, se estrena como autor teatral con un thrillerprotagonizado por directivos de una de las mayores empresas del Ibex 35 y por un alto cargo político, en pugna por mantener intacta su enorme parcela de poder.

Escrita durante el crash de 2008, Subprime refleja ese momento histórico (el Dow Jones está en caída libre, soldados españoles mueren en una guerra ajena y el presidente del Gobierno se ve obligado a pegar un giro político), pero también el momento actual, porque su autor supo leer el signo de los tiempos y anticipar temas tales como la intención de explotar la bolsa petrolífera de Canarias y la entrada en crisis aguda de una de las empresas insignia españolas.

En la primera parte, la cantidad de información deslizada entre líneas, el ritmo acuciante con que la escritura intenta retratar a unos personajes en fase maniaca permanente; el uso coloquial, como dado por sabido, de terminología financiera compleja, y la escasa audibilidad de algunas tiradas de texto, defecto achacable a la acústica de la sala más que al trabajo de los actores, fatigan la atención del espectador, sin extinguirla: a cada paso renace la curiosidad por lo que se está cociendo allí, por su paralelismo con lo que se cuece aquí ahora.

En la segunda parte, el fresco financiero va dando paso al thriller, aparece un humor hasta entonces ausente, la actuación en vivo y la imagen fílmica entran, por fin, en inteligente diálogo, y la acción adquiere un tono épico sorprendente: la pugna que en escena mantienen el director de Petresa y el vicepresidente del Gobierno, acaba resolviéndose durante una persecución por las calles de Madrid, proyectada en pantalla.

Pep Munné ofrece, sin modularla, una imagen convincente del inescrupuloso director general, y el resabiado vicepresidente interpretado por Chete Lera respira verdad, dentro de que el autor ha creado figuras o arquetipos, más que personajes. Ricardo Campelo, director de la función, mantiene el buen ritmo del juego escénico y resuelve con pericia el diálogo entre cine y teatro. En el Fernán Gómez, el dispositivo escenográfico de Mónica Boromello queda un tanto comprimido.

Es preciso consignar que la parte contratante ha forzado a la parte contratada a cambiar el texto del cartel. Donde en el resto de los teatros en los que Subprime se representó podía leerse: “Una empresa al borde del colapso. Un presidente del Gobierno al límite”, en el Fernán Gómez, nuestro segundo teatro municipal, se lee: “Un hombre solo contra el poder”, para que nadie pueda darse por aludido.