Urkullu deja un PNV tan cohesionado que allana su sustitución por Ortuzar
El partido disfruta de una reconocida unidad interna a la que ha contribuido el equilibrio con Egibar
Andoni Ortuzar (Zierbana, Bizkaia, 1962) será el próximo presidente del Euskadi Buru Batzar (EBB), el máximo órgano ejecutivo del PNV. Hasta entonces, el hoy presidente de la territorial jeltzale de Bizkaia solo deberá esperar a cumplir un calendario electoral interno —que puede abreviarse— ya que tiene asegurada la elección como sustituto del nuevo lehendakari, Iñigo Urkullu. A este relevo tan apacible y asumido ya mayoritariamente por una afiliación más cohesionada que nunca contribuye precisamente la unidad que Urkullu ha conseguido durante su mandato y donde ha sido determinante el juego de equilibrios con Joseba Egibar.
Tras la dimisión reglamentaria de Urkullu como máximo responsable del EBB una vez que juró su cargo de lehendakari en Gernika para así respetar el corpus de los estatutos del PNV, se abre una controlada sucesión interna que empezará a fijarse desde hoy y que puede concluir en enero o en febrero en base al sistema que decida la Asamble Nacional del partido.
El EBB, en su insólita reunión de hoy, decidirá la fecha en la que se reunirá la Asamblea Nacional del PNV para marcar el calendario a seguir en el proceso de elección de presidente del partido. A esta cita semanal de la dirección del partido, Urkullu acudirá, no obstante, como lehendakari, recuperando así una fotografía muy significativa y perdida desde que los socialistas vascos llegaron a Ajuria Enea ya que así interrumpieron las habituales sesiones de descargo del lehendakari ante la dirección de su partido.
Será, por tanto, una reunión del EBB sin presidente, con un papel significado para su secretaria, Pilar García de Salazar que, según fuentes del partido, se encargará como hasta ahora de la coordinación y trasladará el contenido del acta posterior a conocimiento de cada uno de los asistentes.
El EBB se reúne para fijar la fecha de la próxima Asamblea Nacional
En el propósito interno del EBB se mantiene la idea de evitar toda dilación de este proceso electoral porque el clima de unidad favorece disponer del calendario más ágil posible, aunque, lógicamente, cualquier afiliado del partido tiene garantías para presentar su candidatura. No obstante, existe una coincidencia generalizada de que Andoni Ortuzar tiene asegurada la elección al no detectarse oposición alguna en ninguno de los territorios. Además, la recuperación del poder autonómico ha sido determinante para consolidar la línea programática de Iñigo Urkullu y en la que su previsible sucesor ha tenido un protagonismo acusado en la poderosa organización vizcaína.
A este idílico escenario, “jamás conocido hasta ahora”, como admitió ayer un curtido cargo institucional del PNV, ha contribuido, sin duda, el juego de equilibrio cerrado con acuerdo por ambas partes entre Urkullu y Joseba Egibar, líder del GBB y mediáticamente asociado a la sensibilidad más independentista del partido. Para algunas fuentes consultadas, la fotografía de la intervención de Egibar el pasado miércoles en el Parlamento hostigando a EH Bildu por sus debilidades en su pasado político constituye una prueba irrefutable más de la química alcanzada con el estilo Urkullu.
Así las cosas, la hostilidad guipuzcoana, que abrió más de una brecha en momentos especialmente complicados, se ha enfriado ostensiblemente dentro del creciente clima de cordialidad interna que se vive ahora en el día a día del PNV. En el GBB, donde Egibar ha mantenido el poder como no pudo Iñaki Gerenabarrena en Álava, no ha pasado desapercibido el gesto de Urkullu al asignar a Arantza Tapia un macrodepartamento en el que confía la capacidad de crecimiento de Euskadi en los próximos años. En ocasiones, quien sabe lo que cede acaba ganando.
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