Bilbao se convierte en la primera gran institución con presupuestos para 2013
Las cuentas incorporan 17 enmiendas de la oposición por 430.000 euros
“Cuatro años estuvimos en minoría absoluta y nos dieron hasta en el carné de identidad. Algunos se piensan que este alcalde lleva 13 años de mayoría absoluta, pero entonces no sería alcalde; sería el rey Midas”. Iñaki Azkuna no podía disimular ayer el buen humor de quien logra aprobar sin esfuerzo, gracias a su mayoría absoluta, unos presupuestos, en este caso los de 2013. Bilbao dispondrá el próximo año de 455 millones de euros, un recorte del 3,68% sobre este ejercicio.
El alcalde bilbaíno vivió en el pleno extraordinario de ayer lo que otros —sus homólogos de San Sebastián y Vitoria, los tres diputados generales y el futuro Gobierno vasco— quisieran para sí: el debate para aprobar el proyecto de nuevos presupuestos como un mero trámite. La suya será la excepción, ya que las otras seis grandes instituciones, gobernadas en minoría, deberán echar mano del complejo tablero negociador y del posible intercambio de fichas entre distintos niveles institucionales y provincias.
El equipo de gobierno sacó adelante las cuentas solo con los votos a favor del PNV y el rechazo de los tres grupos de la oposición (PSE, PP y Bildu). El proyecto incluye al final pequeñas modificaciones pactadas con estos partidos. En total, el PNV aceptó 17 enmiendas transaccionadas —ocho del PP, otras tantas del PSE y una de Bildu—, por un valor global de 430.000 euros, que se abonarán a través del fondo de contingencia. La oposición había presentado 189 enmiendas parciales a las cuentas.
Tras menos de tres horas de debate, Azkuna abandonaba el pleno extraordinario con cara de satisfacción, tras la retahíla de datos con los que el consejero delegado del Ayuntamiento, Andoni Aldekoa, rebatió buena parte de los argumentos de la oposición, especialmente los de Bildu, con quien dijo no tener en común ni el diagnóstico, ni los objetivos para 2013. Aldekoa aseguró que la enmienda a la totalidad de la coalición abertzale era la única que entendía, por resuktar completamente distinta al proyecto.
La oposición se enzarza en una serie de críticas y acusaciones mutuas
Los ediles peneuvistas también sonreían mientras observaban cómo se cruzaban los dardos en la bancada de enfrente entre los grupos de la oposición en lugar de dirigirse hacia el equipo de gobierno y el partido que lo sostiene, que sin reparo rechazaba la gran mayoría de sus propuestas y, obviamente, tumbaba las enmiendas a la totalidad de PP, PSE y Bildu contra el proyecto.
El PP buscó la amabilidad con los peneuvistas —“nuestros presupuestos se parecerían más a los del PNV que a los de Bildu y PSE”, repitió su portavoz Cristina Ruiz; “el PP no hace causa común con el resto de la oposición”, añadió—, y reconoció el esfuerzo en las políticas de contención del gasto. Al mismo tiempo, cargaba contra los dos grupos de izquierdas, a los que afeó su afán por invertir en nuevos proyectos. Aldekoa no pudo dejar de reconocer: “Me siento cómodo en este fuego cruzado entre la oposición”.
Bildu acusó al PNV de diseñar unas cuentas exclusivamente centradas en “el Bilbao de escaparate” y olvidarse de invertir en los barrios —las inversiones caen un 20%— y de las personas en exclusión social. Respuesta de Aldekoa: “Su modelo es el bolivariano, pero aquí no tenemos petróleo para darle a la manivela y sacarlo”.
El consejero delegado garantizó a los socialistas que habilitará del fondo de contingencia cuanto dinero sea precisó para cuestiones relacionadas con la pobreza, según se vayan observando necesidades.
Y en medio del debate, otra frase de Azkuna: “Los intereses van a comerse al Estado español; no van a ser ni los franceses en la Guerra de la Independencia los que lo hagan”. Lo dicho, buen humor.
