_
_
_
_
LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

En tiempo de silencio

CiU impone su silencio a una emisora de radio pública, iCat fm, dedicada a la cultura, retirándola de la emisión

iCat es, desde hace un poco tiempo, una emisora virtual.
iCat es, desde hace un poco tiempo, una emisora virtual.CARLES RIBAS

Hubo poco amor en los tiempos del cólera, ya sé que lo dijiste tú, Gabo, de blanco igual que una novia que ha ido a comprar un paquete de Nobel, pero te lo recuerdo por si también te lo quita el alzheimer, un asunto muy raro de la cabeza que es como aquel sitio misterioso adonde van yendo a parar todos los e-mails que se pierden y todas las cosas perdidas, las guerras civiles perdidas, los pendientes extraviados en hoteles perdidos, todo el tiempo perdido de Proust, las novelas de Fantômas y los manuales de Dámaso Alonso prestados y hundidos, el partido perdido y sin refundar como una cama sin hacer donde ya no quiere dormir nadie, los perritos calientes perdidos de mostaza, los perritos perdidos que atienden por el nombre de Caudillo (placas con el mismo nombre siguen en las calles) y todo lo que se perdió en Cuba hasta que llegó Fidel y empezó a regalarles puros a los nuestros. Sí, así lo decías tú, Gabo, no hubo mucho amor en los tiempos del cólera..., ni había libertad en los tiempos del sida.

La libertad es un pez migratorio que habita los mares más fríos y se pasa la vida huyendo. ¿De quién? Pero si ya lo sabes, compa, de los que cortan el bacalao. Venga, hermana, subamos al borde de la terraza y cantemos al vacío. Oh, sí, con la música de siempre, la de Irving Berlin, igual que los artistas del circo de Buffalo Bill, pero nosotros en inglés de bareto: no hay bisnes como el show bisnes. Vamos, presidente, quíteles los médicos, quíteles el trabajo, quíteles sus casas, pero deles una patria; entonces las luces se iluminarán cada vez que usted entre y todo el mundo le aplaudirá. Puede tocarla una y otra vez sin parar, es el éxito del momento. (Con Felip Puig al tambor, que le gusta más aporrear que a un delegado de Gobierno del PP.)

“El amor es la respuesta, tenlo por seguro”, lo cantaba John Lennon en aquel disco en el que salía una cabeza gigante abandonada como una cabeza perdida en un campo de alzheimer. Y hasta el final de la canción seguía gritándolo cada vez más fuerte: el amor es la respuesta. Pero ese disco, Mind Games (1973, año de la muerte de tres luchadores: Picasso, Neruda y Bruce Lee) fue para abandonar a Yoko Ono y para abandonar todo aquello que hacía con la chupa del ejército y el símbolo de la paz dibujado. El amor es la respuesta, eso ya lo sabíamos todos, de lo que no tenemos ni idea es de cuál es la pregunta.

Tengo un amigo que cuando  se murió Sancho Gracia  me dijo: “Ostras, Javier, solo queda vivo uno de todo el reparto de Doce hombres sin piedad en Estudio Uno”

La pregunta es siempre la voz que pregunta. Nada hay más en el exilio que una voz, y por eso existen una voz interior y otra voz exterior, igual que existían el exilio en un apartamento socialista de Rumanía y el exilio en el patio particular entre adelfas, hortensias y una regadera de cinc como un tambor de hojalata. España, que ha aportado a la cultura universal el doblaje, es un sitio donde las cosas se discuten a gritos y si alguien quiere enterarse de algún asunto basta con dar cuatro voces. Cuando aquí no había voz (ni voto) era cuando se oían, sin embargo, las mejores voces. Nunca ha habido voces tan fascinantes, tan personales, psicofonizando las ondas acústicas de los televisores, de las radios, como cuando hablaban Alfonso Sánchez, Félix Rodríguez de la Fuente, Gloria Fuertes, Gracita Morales...

Tengo un amigo que trabaja para la SS (quiero decir para la Seguridad Social) y que acaso por eso sepa tanto de vivos. Juan Carlos Alquézar. Y, sobre todo, sabe una barbaridad de lo contrario: de antiguos actores de cine y de televisión. El caso es que cuando se murió Sancho Gracia (Curro Jiménez fue la sublimación popular de Adolfo Suárez) me dijo: “Ostras, Javier, solo queda vivo uno de todo el reparto de Doce hombres sin piedad en Estudio Uno”. Echamos juntos la cuenta: Jesús Puente, Bódalo, Luis Prendes, Manuel Alexandre (la voz de trémolo de Alexandre), Antonio Casal, Rodero, Carlos Lemos, Ismael Merlo, Fernando Delgado, Rafael Alonso..., claro, ahora Sancho Gracia... Ahí había muerto hasta el realizador, Gustavo Pérez Puig. Pero sigue vivo, con su frente a lo Henry Fonda, el jurado número dos, Pedro Osinaga, en la soledad del corredor de fondo que es cada biografía. (Ahora la voz que escucho a diario, bueno, la leo, pero es su auténtica voz, es la del Twitter de Constantino Romero. Este actor que ha celebrado el Pentecostés del doblaje con todo Clint Eastwood, con James Bond, con Darth Vader, con Kunta Kinte, con Terminator, con todas las películas que a uno le importan..., se comunica con el universo dando callado su voz más íntima y verdadera.)

Con el Partido Popular, con Rajoy al frente nacional, hemos pasado de la voz de la calle al imperio de las mayorías silenciosas, que es el imperio de los sentidos dormidos. De nuevo vivimos en un mundo de silencio oficial, en plan silencioso despacho del Caudillo. Hay también, por supuesto, un silencio oficial a la catalana, que tiene algo de matrimonio a la italiana (CiU y PP, tan dados a la amistad o a lo que surja). El Gobierno de CiU, que sueña con una mayoría absoluta para instaurar un silencio absoluto, acaba de imponer este octubre su silencio oficial a una emisora de radio pública, iCat fm, dedicada a la cultura, retirándola de la emisión por antena para ponerla a colgar programas disecados en la red y convertirla así en una postal virtual de Zahara de los iTunes. Lo dijo un crucigramista esperando el bus de verticales: la libertad es un pez en medio de la escabechina.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_