Desnudando a Madrid
El mirador del Palacio de Cibeles pone un 'zoom' de 360 grados a la ciudad
Hay un sitio donde a Madrid se le ve todo, sus arterias y sus venas, sus pulmones, sus puntos sensibles y sus puntos sacros. No está muy alto pero la vista se pierde desde el centro hasta el Cerro de los Ángeles hacia el sur. O hasta esas torres que la franquean por el norte. Una visión de 360 grados sin interrupciones. Un lugar desde el que desnudar la ciudad, calcular la distancia desde su corazón a sus extremidades y hacerse una idea bastante clara de sus límites y posibilidades. Lo han llamado, con bastante sencillez y tino, Mirador Madrid. Tiene forma de octógono y es la terraza más alta del Palacio de Telecomunicaciones o de Cibeles, la sede actual del Ayuntamiento de Madrid.
El derecho a mirar son dos euros (0,50 para menores de 12 años). Aunque el primer miércoles de cada mes cualquiera se puede asomar gratis (igual que el 5 de enero, el 2 y 15 de mayo y el 12 de octubre). Madrid se deja ver —hasta el 16 de octubre habían sido 14.567 los mirones, en grupos de 8 a 60—. Y así, a bote pronto, parece descarada y que enseña lo mejor. Mirando hacia el norte, en los confines de su columna Castellana, sus cuatro torres, deslumbrantes en los días de sol y sumergidas en las nubes los días de lluvia. Hacia el sur, marcando el ritmo del tiempo (y recordando que la visita dura 30 minutos), el reloj de la estación de Atocha. Al este, un pulmón tupido y verde, el parque del Retiro y esa antena de televisión, convertida en marca capital, que es el Pirulí. Y al oeste, se yergue como alzado por una colina invisible, el edificio de Telefónica y, un poco más al fondo, el faro de la Moncloa...
Sin embargo, la capital es más tímida de lo que parece, y oculta, como sin querer, tras esa malla en la que resaltan esos reconocibles edificios emblemáticos, otros muchos menos identificables, con magníficas cúpulas, pivotes o esculturas elevadas que los arquitectos Vicente Patón y Alberto Tellería, de la asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, se han encargado de destapar.
Unos paneles, con todas esas marcas urbanas tintadas de rojo, terminan por desnudar a Madrid a los ojos de los madrileños y de los foráneos. Los primeros se sorprenden de ver lo que nunca habían visto: “No habría imaginado que era así el techo de la Biblioteca Nacional”. Los segundos se congratulan al poder identificar cuanto resalta (y cuanto no tanto) en ese skyline circular, gracias a esos paneles ubicados con la misma orientación de la mirada, que señalan el nombre de los arquitectos de cada edificio y la distancia a la que se encuentran desde ese punto de vista. Una vuelta a ese ruedo elevado y octogonal, y el curioso se irá con una idea de la dimensión física de Madrid. Eso sí, tendrá que bajar de las alturas para descubrir su alma.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.