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Adrià niega haber estafado a un exsocio al comprarle parte de elBulli

"Horta no fue un mecenas, sino un banco", defiende el chef en el juicio contra él

Jesús García Bueno
Ferran Adrià.
Ferran Adrià.GIANLUCA BATTISTA

Ferran Adrià negó ayer haber engañado a su exsocio Miquel Horta aprovechando que padece una enfermedad mental. En su demanda, los hijos de Horta —que está incapacitado legalmente— reclaman al chef más de 10 millones por una compraventa de participaciones del restaurante elBulli que consideran irregular. Los hijos del socio capitalista sostienen que Adrià y Juli Soler (compañero de viaje del chef durante los últimos 30 años) compraron la parte de su padre en el negocio (el 20%) a un precio muy inferior al que correspondía.

En el juicio, que se celebró ayer en Barcelona, Adrià dijo que ni siquiera sabía en 2005, cuando se cerró la operación, que Horta estaba enfermo. El cocinero consideró que la cantidad pagada era justa y subrayó que Horta contó con el apoyo de asesores.

Adrià detalló que conoció a Horta en 1992 y ambos trabaron una amistad que aún perdura. “Quiero mucho a este señor; hay cosas que no se olvidan”. Adrià y Soler esperaban un crédito para seguir con el negocio y Horta avanzó el dinero. Adrià negó que fuera una especie de protector: “No fue un mecenas, sino un banco”. Horta les prestó 300.000 euros con un 11% de interés. Más tarde, él y su hermano Federic se hicieron socios de elBulli, que aún no era el restaurante de fama mundial en el que se convirtió. Tras ser proclamado mejor cocinero del mundo en Francia, el negocio despegó. Adrià recordó los inicios de mucho trabajo y poco sueldo y explicó que, en 2004, cobró por primera vez a elBulli por sus derechos de imagen a raíz de una serie de televisión. Hasta entonces, todos los beneficios se habían reinvertido en elBulli. “Horta nos lo agradecía, pero decía que no podía seguir así y tenía razón. ¿Se imaginan que lo que Messi cobra de Nike y de otros sitios se lo lleve el Barça?”, se preguntó en la vista oral. Ese mismo año, se giraron las tornas. Horta no tuvo suerte en sus negocios y pidió ayuda a sus socios. Necesitaba un millón. “No le pregunté qué había pasado. Le intenté ayudar”. Según el chef, pensaron que la mejor fórmula era comprarle su participación en elBulli. Soler y Adrià pagaron por ella 1,2 millones, cuatro veces la inversión inicial. Los hijos de Horta creen que valía ocho veces más y que su padre fue apartado ante el despegue del restaurante por su inestabilidad mental. “No sé quién no firmaría un negocio así”, defendió Adrià, quien explicó que elBulli vivía entonces, en 2005, la “euforia económica”.

“No teníamos necesidad de comprar, lo hicimos para ayudarle”, dijo Adrià, que se presentó como alguien “acostumbrado a vivir con lo mínimo” que quiere que parte de su riqueza “retorne a la sociedad”. Por eso había pensado, ya entonces, en cerrar elBulli y crear una fundación. Llegó a proponerle a Horta la presidencia. Según el cocinero, es una “lástima” que ni él ni Soler —también aquejado de una enfermedad neurodegenerativa— puedan participar, al final, en el proyecto de elBulli Foundation.

El abogado de los hijos preguntó al chef si había observado indicios de enfermedad mental en Horta, a quien definió como una persona “emotiva” y “excéntrica” que “lloraba mucho”. Adrià lo negó y, a la salida del juicio, mostró su sorpresa por la demanda —presentada tres años después de la operación— y tuvo palabras de elogio para su exsocio. “Tengo memoria para la gente que me ha ayudado. Pero el éxito tiene un precio”.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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