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Alternativas bajo la chistera

Magialdia cierra hoy en Vitoria su 24ª edición con una doble gala de clausura y tras siete días en los que los recortes no han deslucido la cita

Una de las actuaciones celebradas en Vitoria con magos durante el Festival de Magia.
Una de las actuaciones celebradas en Vitoria con magos durante el Festival de Magia.L. RICO

Ante la escasez, imaginación, optimismo y una buena pizca de fantasía. El Festival de Magia de Vitoria, Magialdia, cerrará las puertas de su edición más austera hoy por la tarde con una doble gala de clausura que dejará como un mal recuerdo las cifras económicas que han limitado el encuentro internacional de ilusionistas a un presupuesto de 110.000 euros, con un recorte de 60.000.

Magialdia no ha perdido su esencia, el contacto con el público que un año más ha vuelto a sacar a la calle para llenar de magia los rincones más insospechados de la ciudad. No ha sido extraño ver magos en plena faena en el habitualmente aburrido trayecto de tranvía. Tampoco lo ha sido observar que el escaparate de una tienda cobra vida para transformarse en un auténtico escenario en el que la magia sustituye a objetos inanimados y etiquetas con precios que hoy en día se antojan demasiado caros para todos.

La feria muestra hasta galletas que vuelven a su ser después de morderlas

La magia de cerca, aquella que no da tregua a los magos y la que invita a agudizar los sentidos al espectador en busca de pequeños detalles que desvelen el truco, es la clave, tal y como apuntaba Woody Aragón en un medio de comunicación local: “[Magialdia] No es un sitio donde se concentran los magos y se hace magia, sino que es para la ciudad”. También hay de lo primero, conjugando encuentros con el público y reuniones de los expertos en la materia. Algunos ilusionistas paseaban el viernes por la mañana por la feria que cada año acerca los cachivaches más curiosos.

Desde galletas negras de una conocida marca que, tras pegarles un hambriento mordisco se recomponen para parecer intactas con tan solo un soplido, hasta una mesa levitadora, pasando por lo más granado de las barajas de cartas.

Desde los artilugios más sofisticados hasta las herramientas para el día a día de un profesional de la magia, con elegantes trajes de espectáculo armados con kilos de purpurina y maletas de todos los estilos y niveles de seguridad a prueba de espectáculos de calle en los barrios más inseguros.

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La crisis reduce el exotismo de los ilusionistas invitados para este año

En total, cerca de 400 congresistas están acreditados para esta edición, “los mismos que el año pasado”, pone en valor José Ángel Suárez, responsable de la cita. “El festival mantiene su estructura y su calidad, hemos quitado una cena, el premio Magialdia, que contaba con una dotación económica importante, no pasa nada si optimizamos un poco”. Y es que la crisis se ha dejado notar en la procedencia de los 30 artistas que han participado en la cita. Frente a los exóticos orígenes a los que acostumbra el Magialdia, esta vez ha tocado saborear la magia más cercana, pese a que se han podido ver espectáculos de lugares como Canadá. En total nueve países distintos y 69 espectáculos repartidos en siete días del veterano festival.

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