Los ajustes multiplicados por diez
La recesión y la subida de los precios afectan con dureza a las familias numerosas, que piden que se tenga en cuenta su especial situación a la hora de aplicar recortes
“Si te soy sincera, yo tampoco sé cómo nos las arreglamos. Es hacer el milagro de los panes y los peces cada día”. A Berta Aláez, la madre de Alberto, Teresa, María, Cristina, Isabel, Lourdes, Pablo y Blanca, acostumbrada a hacer malabarismos con el presupuesto para llegar a fin de mes, cada vez le resulta más complicado cumplir con el objetivo. “Con la llegada de la crisis, lo primero que han quitado son las ayudas a las familias”, se queja.
Berta y su esposo, Álex Navarro, son los padres de una de las más de mil familias numerosas de categoría especial —con cinco o más hijos— que viven en Euskadi. Además, otras 18.000 de categoría general, con tres o cuatro hijos, viven en la comunidad autónoma. En total se acercan a las 19.300. Si la subida de los precios, de las tasas, del IVA, las bajadas de sueldos, los recortes en ayudas o la implantación del copago sanitario afectan a todas las economías domésticas, es difícil imaginarse cómo se puede hacer frente a todos esos esfuerzos cuando se multiplican por cuatro, por seis, por ocho o por diez, padres incluidos.
Los datos
- Euskadi suma, según los últimos datos del Ministerio de Asuntos Sociales, 19.294 familias numerosas, es decir, con tres o más hijos —o que cumplen otras condiciones legales—.
- De ellas, 1.069 son de categoría especial: tienen cinco hijos o más, aunque para el cómputo se tienen en cuenta factores como las discapacidades.
- La ayuda de 2.500 euros por el nacimiento de cada hijo, el llamado cheque-bebé, fue eliminado hace dos años.
- También se han suprimido las ayudas por excedencias y reducciones de jornada a padres de este tipo de familias.
- En el País Vasco, se mantienen las prestaciones anuales por nacimiento y por cada hijo a cargo, aunque se están produciendo retrasos en los pagos con respecto a otros años.
La primera petición de Berta Aláez es desterrar el “mito”, que, según ella, existe sobre las familias numerosas: “Ni vivimos en palacios, ni tenemos unas nóminas increíbles, ni un montón de ayuda en casa”. Los Navarro Aláez viven de la nómina de Álex como empleado de un colegio en un piso de 73 metros cuadrados en el barrio bilbaíno de Deusto. “Llega la hora de dormir y salen literas hasta de debajo de la fregadera”, bromea Berta.
Mientras, Miguel Pérez y Beatriz Rojo, de Vitoria y con cinco hijos de entre 10 años y tres meses, viven en un piso de alquiler, y, aunque suman dos nóminas porque los dos trabajan fuera de casa, tienen que recurrir a guarderías y colegios para dejar a sus hijos.
Ambas familias se quejan de que no se les valora lo suficiente. “Está claro que ya no es como antes, que ahora el que tiene hijos es porque quiere”, señala Aláez. Pero eso no quiere decir, apostilla Pérez, que criar a tantos hijos no suponga un esfuerzo económico importante, “que luego va a repercutir positivamente en la sociedad”. Sobre todo, recuerdan, teniendo en cuenta que la tasa de natalidad en Euskadi se sitúa en 9,7 nacimientos por cada mil habitantes, por debajo de la media estatal y la octava más baja de la UE-27, según datos del Eustat.
Casi 19.300 familias vascas tienen tres o más hijos
Si cuando los tiempos eran otros y la economía marchaba, no se sentían suficientemente valorados, es fácil suponer que su situación no ha ido a mejor.
Álex Navarro dice que han tenido que hacer encaje de bolillos para ir respondiendo a los continuos embates de la crisis, que en su caso resultan diez veces más duros. Principalmente, la subida de los precios de la comida y el vestir, que obliga a “heredar y remendar”, y a agudizar un ingenio ya de por sí desarrollado para cuadrar las cuentas.
“En los últimos cinco meses ha subido todo una pasada y con el aumento del IVA ya no sé que vamos a hacer”, lamenta Miguel Pérez. Este padre recuerda también que el copago farmacéutico va a hacer mucho daño, especialmente con niños que necesitan vacunas, de precio muy alto. Y la subida de 13 puntos del IVA sobre el material escolar será un impacto difícil de asumir, aunque, al menos, no llegará hasta el año que viene. Este curso han sido previsores y han comprado los libros antes de que entre vigor el nuevo impuesto.
El incremento del precio de la luz, el gas natural o el agua, también hacen tambalearse las economías de estas familias. “Hay que tener en cuenta que son 10 duchas, lavar para 10...”, indica Aláez. “Alguna vez han venido los técnicos a ver si teníamos una guardería clandestina, porque no les cuadraba un consumo tan alto”, rememora.
“Me considero un afortunado porque, por lo menos, tengo una nómina”
Las subidas de las tasas universitarias y escolares suponen otro torpedo en la línea de flotación cuando hay tantos hijos en edad de estudiar. Los Navarro Aláez se consideran aquí unos afortunados, porque el trabajo de él en un colegio les ahorra los gastos de escolarización, y de transporte —les lleva Álex—, aunque no los de material ni comedor.
Navarro también agradece su buena suerte —“por lo menos tengo trabajo”— y se acuerda de los parados, quienes considera que deben ser la prioridad. “No me imagino cómo lo tienen que estar pasando quienes tienen que sacar adelante, aunque sea un solo hijo, sin una nómina”.
En el caso de las familias numerosas, las prestaciones se han ido reduciendo poco a poco y, sobre todo, su situación especial no se tiene en cuenta al aplicar subidas o recortar ayudas.
Natalia Díez-Caballero, presidenta de Hirukide, la asociación vasca que agrupa a 6.318 de estas familias, recuerda que las pocas que existían están desapareciendo. “El cheque-bebé se quitó hace dos años, y las ayudas por excedencias y deducciones de jornada se han suprimido”, resume. Las prestaciones por nacimiento y por hijo a cargo, se están pagando con retraso, añade.
Berta Aláez dice que entiende y acepta que es necesario hacer recortes dada la situación económica, pero exige a los políticos que den ejemplo y empiecen las medidas de ajuste por ellos mismos. “Para poder decirles no a mis hijos, tengo que ser yo la primera en no gastar en cosas superfluas”, indica. Su marido se muestra convencido de que hay mucho en lo que se puede ajustar, que no sea “lo importante, como las ayudas sociales y la sanidad”.
“No es lo mismo ganar equis para uno que para mantener a siete”
Y es que los Navarro Aláez saben que hay cosas en las que no se puede ahorrar. Su sexta hija, Lourdes, tiene síndrome de Down. “Necesita un tratamiento, que le dan en la Fundación Síndrome de Down, pero con la crisis les están quitando las subvenciones”, destacan. Ello hace que la fundación tenga que subir los precios, pero los dos tienen muy claro que es uno de los gastos que no son negociables.
Miguel Pérez remata con otra petición: que, al recortar, al elevar impuestos y tasas o al conceder ayudas o becas, no se tenga en cuenta la renta total de una familia, sino la renta disponible. “No es lo mismo ganar equis para uno solo que ganar equis para mantener a siete”, declara.
Esa es la principal demanda de las familias numerosas: que se tenga en cuenta su condición en los ajustes que haya que hacer. Eso, y que se les valore un poco más. “Al fin y al cabo, nuestros hijos sostendrán las pensiones en el futuro”, recuerdan.
Mientras tanto, resisten con “imaginación” y “mucha organización”. Álex Navarro relata cómo las excursiones al monte sustituyen a las barracas o los packs del supermercado al helado en la heladería. Su mujer, economista, controla los gastos al céntimo. “Si en vez de a todos esos asesores nos dejaran ajustar a las familias numerosas otro gallo cantaría”, ríen. Pese a todo, destacan que sus realidades, y más con la actual situación, pueden suponer también una fuente de valores. “Nuestros hijos están educados en la austeridad y la generosidad”, enfatizan. “No tienen ese materialismo ni esa cosa con las marcas, y aprenden a ser responsables y a compartir”. Álex y Berta también alaban “la solidaridad de la gente”, y cuentan cómo una familia les ha dejado gratis su casa en un pueblo para que puedan irse de vacaciones.
Los Navarro Aláez y los Pérez Rojo esperan que “alguien” se acuerde de ellos y que las tijeras tengan en cuenta que uno no es lo mismo que siete, ni dos lo mismo que diez. “Las sociedades avanzadas son las que protegen a la familia, a los jóvenes y a los más débiles”, concluyen.
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