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Bombas que matan y decoran

Dos candelabros recuerdan el bombardeo de 1842, uno de los primeros que sufrió Barcelona

José Ángel Montañés
El candelabro que recuerda el bombardeo de Barcelona 1842.
El candelabro que recuerda el bombardeo de Barcelona 1842.

“Los catalanes de las piedras hacen panes” asegura el refrán. “Y de las bombas, candelabros”, si tenemos en cuenta una de las piezas más singulares que estuvo a la venta hace unos días: un candelabro de finales del siglo XIX realizado a partir del hierro de las bombas que cayeron sobre la ciudad de Barcelona el 3 de diciembre de 1842 desde el castillo de Montjuïc, uno de los primeros asedios de los muchos que ha sufrido la ciudad a lo largo de su historia.

El enorme objeto, de casi dos metros de altura, está compuesto por una peana con varias figuras de animales: dos cabezas de asno y una de lobo, con sus respectivas patas que sostienen el pedestal sobre el que hay un león que tiene en sus garras un libro cerrado de leyes, una colmena y los escudos de armas de Barcelona, de Francia, de Inglaterra y Portugal. Todo aplastado por el peso de una bomba, una especie de metáfora de cómo la guerra termina con todo de forma violenta. Sobre la bomba, un búho, estático y con semblante serio, sostiene sobre su cabeza el candelabro de 13 brazos, uno por cada hora que duró el ataque a la ciudad.

Está claro que la obra está asociada a un triste recuerdo y que el hecho marcó a la persona que la mandó realizar hace dos siglos. Esa era la intención que se puede leer en la inscripción del pedestal: “J. C. a sus hijos. Para memoria del día 3 de diciembre de 1842” y “Del material de las dos bombas que cayeron en su casa tiradas desde el castillo de Montjuïc”.

Grabado que muestra el bombardeo de Barcelona 1842 desde Montjuïc.
Grabado que muestra el bombardeo de Barcelona 1842 desde Montjuïc.

Pese a lo raro de la pieza, el candelabro no es único. Como suele ocurrir con estas piezas, se fabricó en pareja. El Museo de Historia de Barcelona (Muhba) conserva un candelabro similar desde el año 1943, según explica Josep Bracons, responsable de colecciones de este museo, “aunque con diferencias en el montaje de las piezas, sobre todo el búho, que tiene una posición diferente”. En la base de esta segunda pieza se conserva una enorme bomba redonda, uno de los 380 proyectiles de 14 pulgadas (35,5 centímetros), las de mayor calibre, que se lanzaron sobre la ciudad, que en el caso de la que salió a la venta ha desaparecido.

En el Muhba consta que el segundo candelabro llegó al museo con el depósito de “don José Carreras de Argerich”; el mismo J. C. del candelabro que partía con un precio de salida de 12.000 euros, pero que se quedó sin comprador, por lo que no hay duda de que las dos piezas tienen un origen común.

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Una de las inscripciones del candelabro.
Una de las inscripciones del candelabro.

La fecha del 3 de diciembre de 1842 ha pasado como una de las más aciagas de la historia de Barcelona. Ese día el general Espartero dirigió un encarnizado bombardeo indiscriminado desde el castillo de Montjuïc, donde se había refugiado el ejército que había abandonado la Ciutadella tras las protestas de los barceloneses. El ataque comenzó a las 11.15 horas y se prolongó durante unas 13 horas en las que se lanzaron 1.014 bombas y resultaron dañados cerca de 500 edificios, entre ellos el Palau de la Virreina y el mismo edificio del ayuntamiento, que vio como el techo original del Saló de Cent se perdió para siempre, y lo que es peor, ocasionaron la muerte de cerca de 30 personas.

En la base de la pieza subastada también se puede leer que fue creada en la fundación de Valentín Esparó de Barcelona, bajo modelo del escultor D. J. Devesa y que “lo donó J. D. en abril de 1843”. En octubre de ese mismo año, la ciudad sufría un nuevo bombardeo, en este caso ordenado por el general Prim para acabar con los focos de protesta contra la autoridad. En este caso la ciudad recibió desde Montjuïc 2.500 bombas. No consta, sin embargo, que nadie creara objeto alguno para recordarlo.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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