Un polígono promovido para una sola empresa vacía las arcas de Cea
Las Cinco Jotas es investigada por una trama de fraude que implica a 500 empresas
Una pila de vigas con una incipiente capa de óxido es el único vestigio que justifica que en San Cristovo de Cea llamen parque empresarial a un solar que duerme al raso desde 2009. En la localidad ourensana de Fondo de Cea, al pie de la N-525, una explanada de 350.000 metros cuadrados aguarda a una empresa investigada como eje de la mayor trama de fraude fiscal de Galicia, de cuya prosperidad depende la solvencia de un municipio ahogado por las deudas sobre el que pesan avisos de cortes de luz. Al Ayuntamiento de Cea no le salen las cuentas y busca maná en un terreno baldío.
No preocupa que Las Cinco Jotas ocupe titulares que la sitúan el epicentro de un supuesto fraude millonario; al consistorio no le interesa “remover esa historia”. La distancia que media entre empresa y Administración se cubre con dinero. Según el propietario del negocio, José Manuel Costas, el municipio le exige un millón de euros —a mayores de los dos que ha invertido — para escriturar unos terrenos por los que ya pagó.
Cea exige un millón a la empresa “para pagar facturas de luz”
Para instalarse en Cea, la firma viguesa compró 165.000 metros cuadrados de terrenos particulares y otros 200.000 de propiedad comunal. La titularidad de estos últimos obligó a depositar el dinero en el Ayuntamiento, que debía ponerlos después a nombre de Las Cinco Jotas. Nunca llegó a hacerlo. “Ahora dicen que sin pagar ese dinero, que no está en el convenio, no se escrituran los terrenos”. En concreto, el regidor popular, José Luis Valladares, les reclama 600.000 euros para “facturas de luz que nada tienen que ver con el polígono” y otros 400.000 a liquidar en dos años.
Aunque fue la empresa quien corrió con todos los gastos del parque industrial, el ayuntamiento pidió un crédito de 500.000 euros para afrontar el proyecto, al que siguió otro de 100.000 para costear los gastos de la Mancomunidad, señalan fuentes municipales. Pasados dos años “toca empezar a pagar”, pero las arcas están vacías y aquel polígono cortejado incluso por “otras solicitudes” que el orgulloso alcalde atribuía a las “inmejorables comunicaciones” de la localidad, sigue vacío.
El municipio pidió un crédito para el polígono, pero no invirtió en él
El idilio entre San Cristovo de Cea y Las Cinco Jotas, que prometió —y promete aún— emplear a 120 personas en su nueva nave, empezó en 2009. Entonces Valladares celebraba el “vínculo afectivo” entre una de las mayores constructoras de casas prefabricadas de Europa y un consistorio que manejaba una deuda de 150.000 euros. Hoy, el negocio “aguanta” a base de “pequeñas reformas” y su propietario, que se declara inocente, denuncia ser la “tapadera” de “grandes empresas”. Mientras, el debe del municipio, que asegura no tener noticias de la empresa desde “hace meses”, alcanza los 850.000 euros.
En cuanto la tierra movida al pie de la N-525 comenzó a convertirse en barro, la confianza en el proyecto se desplomó antes de que nadie quisiese levantar las vigas apiladas. Con una promesa “oficiosa” de la Diputación bajo el brazo, Valladares pidió a Costas Estévez que cediese sus terrenos para instalar allí la compañía Xero. Poco le costó a este desprenderse del sueño ourensano, pues solo pedía lo invertido e incluso “daba facilidades” para recuperar su dinero. Pero Xero no vino, las “presiones” a la empresa no funcionaron y el consistorio emprendió “una escapada hacia adelante” al filo de la extenuación.
“Lo único que les queda es solicitar a la Xunta dinero para un parque empresarial”, revela un miembro del consistorio, escéptico ante la posible respuesta del Gobierno autónomo “porque le hablan de tres millones de euros”. La idea es que “de alguna forma” la Xunta compre los terrenos, que después “se busque una fórmula” para venderlos de nuevo al Ayuntamiento y que este haga lo propio con otras empresas. Alrededor de la propuesta planean sombras de especulación. “Pura y dura”, ratifican en la oposición. Ellos aún desconocen parte de las gestiones porque la alcaldía los mantiene al margen. Eso sí, creen que “los dos esconden algo”. “O mucho”.
Ahora que “la fiesta de Xero y de Las Cinco Jotas ha terminado”, el polígono vacío “ha hipotecado” al municipio. En la alcaldía dicen que plazos y convenio juegan a su favor, pero la oposición cree que si no convencen en la Xunta “habrán empeñado al Ayuntamiento para siempre”.
“¿Es este tu polígono, no?”
Al timón de Las Cinco Jotas, que representa las iniciales de sus fundadores, se sitúa José Manuel Costas Estévez, que atribuye el retraso del polígono a las circunstancias “del momento actual”. Se refiere a la crisis económica, pues para sus líos con el fisco encuentra justificación sencilla: “Nos pidieron presupuestos, les dimos las facturas por anticipado, los proyectos no se llegaron a realizar y las metieron para inflar sin que las cosas se hiciesen”.
Aunque las investigaciones colocan su negocio en el epicentro de una trama interminable que salpica, según él mismo relata, a más de 500 empresas, Costas Estévez afirma tener “la conciencia tranquila” y asegura que la fábrica de Cea seguirá adelante “en un año o incluso menos”.
Admite que Hacienda “le busca las cosquillas” con la nave de 50.000 metros cuadrados que quiere levantar en la localidad, pero defiende que el dinero invertido es fruto de “25 años” de trabajo. “Un día me enseñaron, como riéndose de mí, la foto de lo que había y me dijeron, ¿es este tu polígono, no?”. Sin embargo, el empresario no se amilana y habla de pedidos de África y Suramérica que vendrán a paliar la escasa demanda que hace tambalear las cifras del proyecto.
Costas participa de la empresa desde 1995, cuando su padre la registró como Carpintería Las Cinco Jotas. Más tarde se hizo con la totalidad del negocio para venderlo en 2009 —año de la denuncia que destapó el proceso— a otro empresario, Luis Mosquera. Él continuó con las casas prefabricadas a través de Los Renovados de Las Cinco Jotas, mientras la Carpintería quedaba sin apenas actividad. El hilo de facturas falsas que ahora se sigue en Pontevedra parte de ambas sociedades.
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