“La historia o tener una lengua propia no crean derechos”
Tantos tontos tópicos es el título del libro con el que Aurelio Arteta (Sangüesa, 1945) pretende desmontar numerosas expresiones admitidas por el conjunto de la sociedad, pero que juzga triviales y de “efectos perversos”. Algunas hacen referencia al nacionalismo y a ETA.
Pregunta. Afirma que la paz, si no es justa, no es verdadera.
Respuesta. Decir paz a secas no me parece correcto. Puede ser la paz que impone el empresario a sus obreros o el fuerte al débil. Espero que en Euskadi haya una paz de las armas, pero nunca será democrática si se sostiene sobre los cimientos etnicistas del nacionalismo, cuya propia doctrina manifiesta que no cree en la igualdad. Sería, en todo caso, una paz mentirosa, impuesta por un grupo a otro.
P. ¿Requiere de consenso y cesiones esa paz verdadera?
R. Nunca por igual. Sencillamente, porque las responsabilidades y las injusticias tampoco se han repartido por igual. El punto de partida consistiría en exponerse a las ideas y críticas de los demás, pero no veo al nacionalismo dispuesto a que se cuestione, por ejemplo, la política lingüística a la que ha recurrido como herramienta de construcción nacional.
P. ¿Una parte ha consentido más que la otra en Euskadi?
R. El problema vasco es que no solo hay un mal cometido y padecido, sino también consentido. Conviven las figuras de verdugo, víctima y espectador, que es lo que somos la gran mayoría. Vemos lo que sucede y podemos actuar, pero no lo hacemos, así que somos cómplices de lo que ocurre.
P. También rebate en su libro como un tópico el principio nacionalista de que la historia otorga derechos.
R. Es que la historia no crea derechos, como tampoco los crea una determinada lengua propia. No hay nacionalismo que no se base en una historia inventada o profundamente deformada y me parece una barbaridad, en un país democrático, defender privilegios forales que están basados en una serie de derechos que concedieron reyes a señores, en la Edad Media, por el hecho de haberles ayudado a ganar una batalla.
P. Pongamos por ejemplo Gibraltar. Si algún día decidiera unirse a España en virtud de una serie de privilegios, ¿hasta cuándo se mantendrían estos en vigor?
R. El derecho a la desigualdad no significa desigualdad de derechos. Los hechos diferenciales habrá que abordarlos en la medida que la gente quiera, siempre que esté bien informada y nunca extralimitada en sus derechos. Me temo que los gibraltareños, por sus privilegios, querrán seguir siéndolo.
P. ¿Defiende la celebración de referendos?
R. Las elecciones solo indican la voluntad general de los ciudadanos, que votan a un partido o programa. Habría que ir más allá para testar la opinión de la gente sobre asuntos concretos. La democracia es mucho más que un sistema de mayorías, pero este se presenta como la regla de decisión más apropiada. Habría que recurrir más al referéndum, aunque sea un instrumento con muchas pegas.
P. ¿Con muchas pegas?
R. Habría que acordar de antemano las condiciones de su celebración para que el resultado fuera vinculante.
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