La bacteria que sembró el terror
Un año después de la crisis del 'E. coli' se ha recuperado la confianza en los mercados, pero los vicios del sistema comercial europeo se mantienen
La alerta sanitaria decretada a finales de mayo de 2011 por el gobierno alemán que puso en cuarentena los pepinos españoles al considerar que portaban la bacteria E. coli reveló la fragilidad del sector agrícola. Transcurrido un año y pese a los requerimientos de las partes afectadas, nada indica que la experiencia haya servido para corregir los vicios del sistema comercial europeo que pasan, principalmente, porque un país comunitario —sobre todo del peso de Alemania— pueda decretar de manera unilateral una alerta sanitaria sin que se someta al control de la UE.
Las falsas acusaciones hundieron las ventas, los precios y la imagen del sector. Las pérdidas se cifraban en millones diarios. El fin de la campaña se adelantó y se perdieron miles de puestos de trabajo. La comunidad más afectada fue Andalucía y, dentro de ella, la provincia de Almería, que exporta más del 62% de su producción hortofrutícola y vende fuera más del 40% de las hortalizas que exporta España. En 2011 exportó dos millones de toneladas.
Los pepinos donde se creía haber encontrado la causa de la muerte de decenas de personas en el continente procedían de Almería. La alerta sanitaria se mantuvo ocho días pese a que antes de ese tiempo se practicaron análisis que contradecían las hipótesis alemanas. Sin embargo, la agricultura española no comenzó a recuperar tímidamente su imagen hasta julio, cuando las autoridades comunitarias señalaron a las semillas de fenogreco procedentes de Egipto como la causa más probable del contagio. Ya era demasiado tarde. Además del pepino, las ventas y el precio de productos como el tomate, el melón, la sandía, la berenjena, el calabacín o el pimiento cayeron en picado y los agricultores llegaron, incluso, a tirar la producción por falta de demanda.
Solo han llegado 33 de los 55 millones de compensación aprobados por la UE
El daño, aún hoy, es incalculable. Uno de los empresarios criminalizados por Alemania calcula haber perdido 1,3 millones de euros. El almeriense Miguel Cazorla —que organizó encuentros con la prensa alemana en Hamburgo y ha denunciado al laboratorio de referencia de donde partió la falsa acusación hacia su cosecha y la de varias empresas de Almería y Málaga— reconoce sentir desamparo. “Hemos recibido una contraprestación de 33 céntimos por kilo, cuando en los mercados la semana anterior a esta triste noticia se estaba pagando el kilo a un precio que oscilaba entre los 86 y 96 céntimos de euro”.
La empresa malagueña Frunet, dedicada a la exportación de hortalizas y que envió la partida de pepino identificada como origen del brote, está en proceso judicial para reclamar al estado de Hamburgo 2,2 millones de euros.
La única medida adoptada por Bruselas para resarcir al sector fue la aprobación de indemnizaciones; insuficientes y mal equilibradas, a juicio de las organizaciones agrarias. El sistema de compensación puesto en marcha por la Comisión Europea “ha favorecido a aquellos países que estaban en plena recolección, como Bélgica, Francia, Holanda o Alemania, pero no a España, que se encontraba en su fase final”, sostiene Andrés Góngora, secretario provincial de la Coag de Almería y Responsable Estatal de Frutas y Hortalizas de esta organización.
Además, ni siquiera se han cobrado en su totalidad, de lo que culpan al Ministerio y a la Consejería de Agricultura. A España correspondieron cerca de 71 millones de euros de los que unos 55 se destinarían a Andalucía, 47 para Almería. Según los datos de la Asociación de Jóvenes Agricultores, Asaja, en España se han entregado 47 millones de euros, de los que 33 corresponden a Andalucía y 27 a Almería, donde se ha abonado el 57%. En la provincia solicitaron estas indemnizaciones 895 agricultores individuales y 30 Organizaciones Profesionales de Frutas y Hortalizas (OPFH).
El inicio de temporada, en otoño, fue duro. El sector trabajó en la recuperación de la confianza del consumidor nacional y los mercados internacionales. La temporada comenzó con notables caídas en el precio de importantes productos como el tomate —un 22%— y el pepino —un 28%—. Según los datos de la Consejería de Agricultura, en el primer trimestre de 2012 el volumen exportado se ha incrementado algo menos de un 1%, aunque su valor ha crecido un 11,5% superada la crisis inicial.
Imagen reforzada tras la crisis
Las principales organizaciones agrarias coinciden en extraer un hecho positivo de la crisis del E. coli, mal llamada crisis del pepino al estigmatizar este producto aún en la actualidad. Desde Coag y Asaja valoran que la imagen del sector productivo almeriense y andaluz salió reforzada. "Se demostró que los agricultores andaluces realizan un importante esfuerzo por llevar al mercado productos de calidad y seguros para el consumidor", considera Francisco Vargas, presidente de Asaja-Almería y representante nacional de Hortalizas de esta asociación.
El ataque “injustificado” cree que llegó a la sociedad española “con la sospecha de ocultar otros intereses y como la vía rápida para tapar las vergüenzas de las autoridades alemanas”. “En Europa hemos recuperado la imagen y el mensaje que siempre se ha ofrecido de nuestros productos al vincularlos con la calidad, el bienestar y la salud”, asegura Andrés Góngora, de la Coag.
Esa recuperación también se observa desde la Junta. El consejero de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Luis Planas, señala que el sector ha logrado mantener su buena imagen y que, incluso, ha conseguido incrementar sus exportaciones a los mercados europeos “gracias a su apuesta por la calidad, la seguridad y el respeto al medioambiente”.
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