La dimisión de José Luis Olivas agrava la crisis de Bancaja
El expolítico achaca a la inesperada dimensión de la crisis el naufragio de la entidad Tras no aceptar los candidatos, Antonio Tirado es presidente en funciones
La dimisión este lunes de José Luis Olivas como presidente de Bancaja desató una crisis aún mayor en la entidad, después de que los dos candidatos propuestos para sustituirle, el vicepresidente Antonio Tirado y el abogado José María Mas Millet rechazaran el cargo al no contar con el apoyo de todo el consejo. Así, Tirado se convirtió en presidente, solo en funciones.
Olivas dijo adiós a Bancaja una vez que la entidad, que llegó a ser la tercera caja española, ha desaparecido virtualmente. La nacionalización de Banco Financiero y de Ahorros (BFA), matriz de Bankia, en el que se integró, convertirá probablemente a Bancaja en una fundación y reducirá al mínimo su histórica obra social.
Olivas, que ha ocupado los principales cargos políticos de la comunidad autónoma llegando a ser presidente de la Generalitat con su partido, el PP, se rindió después de haber aguantado durante meses un coro inusualmente homogéneo que pedía su marcha: el Gobierno valenciano, los empresarios, los partidos de la oposición y los sindicatos la reclamaban con insistencia.
Nadie veía motivos para que Olivas permaneciera en el cargo. Ni su gestión al frente de la caja, ni del Banco de Valencia, de cuya presidencia dimitió en octubre, pocos días antes de que fuera intervenido por el Banco de España por su situación de insolvencia, hablaban a su favor. En ambos casos se caracterizó por una gran concentración del riesgo en el sector inmobiliario.
Olivas defiende su labor en el proceso de fusión entre Bancaja y Caja Madrid
Tampoco ayudaba el amplio frente judicial que tiene por delante. El Banco de Valencia emprenderá contra él una demanda de responsabilidad social. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) prepara acciones penales contra los exresponsables del Banco de Valencia, entre los que podría estar incluido. Y la Audiencia de Valencia ha admitido una querella contra él y el resto del consejo del Banco de Valencia, presentada por pequeños accionistas, por supuesto delito societario, falsedad contable y administración desleal.
Olivas dimitió con un breve discurso en el que achacó el naufragio de la entidad, básicamente, a la inesperada dimensión de la crisis. Pidió disculpas “por todos los errores que haya podido cometer”, aunque sin concretarlos. El candidato del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, era Tirado. Pero este no consiguió, sin embargo, reunir la unanimidad del consejo. Y también pesó en su decisión el hecho de que, al igual que Olivas, arrastra problemas judiciales.
Olivas ya fue forzado a abandonar la vicepresidencia de BFA y Bankia tras la intervención del Banco de Valencia, y hace una semana supo que no continuaría como consejero en Iberdrola —donde sus ingresos rondaban los 300.000 euros al año—. Su salida ahora le ahorrará el trago de ser señalado como principal responsable del hundimiento públicamente, dado que las asambleas de Bancaja son mucho menos discretas que las reuniones del consejo.
La oposición cree que su marcha carece de valor porque llega tras el hundimiento de la entidad
Fuentes de su entorno también apuntaron que Olivas habría retrasado su salida hasta que el desenlace de los acontecimientos, con la irrupción del Gobierno en la entidad en que se integraron Bancaja, Caja Madrid y cinco entidades menores, le convencieron de que su margen de maniobra se había acabado. Hasta entonces, indican, Olivas todavía habría conservado la esperanza de que un posible acuerdo entre Bankia y La Caixa le diera alguna posibilidad de continuar.
Olivas se acordó este lunes, sin citarlo, de Rodrigo Rato, que dimitió justo una semana antes que él mismo, lo que también ha podido pesar en su decisión. La relación entre ambos se agrió poco después de la fusión. El entorno del que fuera vicepresidente económico con José María Aznar y es aún presidente de Caja Madrid hizo circular la versión según la cual Olivas le engañó al maquillar el estado real de Bancaja y, sobre todo, del Banco de Valencia. Un enfrentamiento que llevó a BFA a acordar, con el voto favorable de los consejeros valencianos en la matriz, revisar la valoración realizada en el momento de la fusión.
El ya expresidente de Bancaja recordó ante el consejo que en mayo de 2010 “se invitó” a la entidad a fusionarse. “Para que se realizara la valoración de cada una de las entidades y por tanto su participación en el SIP, se contrató a la firma Deloitte, que era la entidad que auditaba a Bancaja y a Caja Madrid desde hacía varios años.
Se utilizó toda la información disponible, incluyendo las auditorías y las inspecciones del Banco de España, incluso las que estaban abiertas en ese momento y que se cerraron durante el proceso. Una vez obtenida la valoración relativa se llevó a cabo una due dilligence”. Después, continuó Olivas, se encargó a Analistas Financieros Internacionales “que determinara las cuotas de participación de cada caja”.
La nacionalización de Bankia le dejó sin ningún margen de maniobra
Olivas intentó así defender su rectitud en el proceso. Pero las críticas a la supuesta ocultación de los datos reales también se escucharon claramente la semana pasada en la junta de accionistas que certificó el final del Banco de Valencia —que fue durante años la joya de la corona del Grupo Bancaja— tal y como se había conocido hasta entonces.
La oposición política coincidió en considerar insuficiente la salida de Olivas. El líder de los socialistas valencianos, Ximo Puig, afirmó que su dimisión prácticamente carecía de interés: “Lo que tiene interés sobre todo es subrayar que, durante estos 17 años, el PP ha liquidado el sistema financiero valenciano por su intromisión absolutamente obscena en las cajas valencianas”.
Fue Olivas, entonces consejero de Economía del expresidente de la Generalitat Eduardo Zaplana, quien reformó la ley de cajas valenciana elevando el peso político en sus órganos hasta permitir su control. Puig pidió al jefe del Consell, Alberto Fabra, que, “por lo menos, dé la cara, que explique lo que no ha explicado hasta el momento y pidan perdón a los valencianos”.
El portavoz de Compromís, Enric Morera, instó a la Generalitat a presentarse “como parte denunciante contra los directivos que han arruinado a la entidad y que, como premio, se llevan indemnizaciones millonarias”. Fuentes financieras aseguraron que Olivas no cobrará indemnización de Bancaja.
La coordinadora de Esquerra Unida, Marga Sanz, consideró a Olivas propietario de un “currículo funesto”: “Es el epitafio de una muerte anunciada. Olivas fue el responsable de instrumentalizar la caja en favor del ladrillo y la construcción, hasta dejarla en una situación de riesgo inasumible”, aseguró. “Dimisiones cinco minutos antes de que te tiren no tienen ninguna calificación”, concluyó por su parte Paco Molina, secretario general de Comisiones Obreras del País Valenciano.
Los problemas judiciales de Tirado frustran su presidencia
La candidatura de Antonio Tirado a la presidencia de Bancaja, patrocinada por el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, se frustró este lunes por un cúmulo de circunstancias. Según las fuentes consultadas, Tirado era partidario de acceder a la presidencia si contaba con el apoyo de todo el consejo, cosa que no ocurrió, porque algunos consejeros, entre ellos el socialista José Camarasa ya habían adelantado que no lo votarían. Pero, además, su elección había provocado consternación en distintos ámbitos, dado que se consideraba que reunía casi todos los inconvenientes que tenía el hasta este lunes presidente —José Luis Olivas, a quien iba a sustituir—, empezando por los problemas judiciales.
Ambos están incluidos en la demanda por responsabilidad civil del Banco de Valencia. Forma parte de los señalados en la querella presentada por pequeños accionistas del Banco de Valencia que ha sido admitida a trámite por la Audiencia de Valencia. No es descartable que el FROB acabe denunciándolo también a él. Y tampoco hay que perder de vista la orden del fiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce, de instar a los representantes de la Fiscalía Anticorrupción de perseguir cuantas irregularidades hayan podido cometer los gestores de las cajas españolas.
Tirado era, en resumen, según distintas fuentes, una persona muy poco indicada para ponerse al frente de los restos de Bancaja en un momento en que la credibilidad es clave, y que el sector financiero en su conjunto —y aún más el valenciano— se encuentra en el punto de mira de las críticas de la sociedad.
Tras presentar su dimisión, Olivas tuvo que escuchar duras críticas por parte de varios consejeros, entre ellos los representantes del PSPV-PSOE, Comisiones Obreras y de la asociación de consumidores UCE. La más feroz fue, sin embargo, la del abogado José María Mas Millet, vicepresidente tercero de la entidad, que hasta ese momento no había mostrado abiertamente su grado de malestar con Olivas.
Una vez que Tirado no aceptó el cargo, parte del consejo propuso como alternativa a la presidencia precisamente a Mas Millet, que tampoco accedió. En ese momento, con Bancaja sin presidente, se optó por nombrar a Tirado presidente en funciones, dado que ya era vicepresidente primero, por un plazo que en principio no debería superar los dos meses, según las fuentes consultadas. El vacío de poder en la caja llega cuando la entidad deberá maniobrar para intentar que su obra social no sea suprimida por completo.
La dimisión de José Luis Olivas como presidente de Bancaja se daba por descontada desde hacía meses, una vez que todos los estamentos políticos, empresariales y sociales le habían dado la espalda. Olivas todavía era el año pasado el máximo responsable de la caja y del Banco de Valencia, los dos instrumentos financieros más importantes de la comunidad autónoma junto a la CAM. Hoy ambos han desaparecido como tales, a la espera que el adjudicatario del banco mantenga al menos la marca y de que la obra social de Bancaja no se extinga del todo, reconvertida en fundación de ingresos más bien dudosos.
Pero el nombre de Tirado, filtrado por la mañana a la prensa, generó desde primera hora sorpresa cuando no consternación. Problemas judiciales aparte, Tirado hubiera representado en gran medida la continuidad, por muchos motivos, de la gestión de Olivas. Al igual que él, proviene de la política. Fue alcalde socialista de Castellón en la década de los ochenta, aunque hace tiempo que rompió con el partido. Ha actuado como mano derecha de Olivas desde que este accedió a la presidencia de Bancaja en 2004, a pesar de su reciente esfuerzo por distanciarse de su gestión. Es el miembro del consejo más antiguo de la caja valenciana, ya que accedió a él hace 25 años.
Después de mucho tiempo, Tirado rompió su silencio la semana pasada para pedir perdón, dijo, “por no haber podido evitar el desastre”. En una entrevista al periódico digital Valencia Plaza, Tirado responsabilizó en primer lugar a los directivos del hundimiento de la entidad.
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