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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Bologna: Nunca quisimos tener razón

El modelo educativo debería basarse en las necesidades de la sociedad y no en la consigna del mercado

Hace ya 11 años que un delegado de Ikasle Abertzaleak (IA) acudió al encuentro convocado por el ESIB en Goteborg. Volvió de allí hablándonos sobre una serie de grandes cambios por venir, de la homogenización del Espacio de Educación Superior Europeo, de los primeros pasos hacia la mercantilización de la educación universitaria... se llamaba Proceso de Bologna. Muchas de nosotras no quisimos creer aquello, ¿estaba negociando la OMC para asegurar la liberalización de los servicios de educación? ¿se había firmado un acuerdo intergubernamental para asegurar la homologación de las titulaciones y permitir su “compra/venta” y la libre circulación de la mano de obra? Aquello no podía ser real.

Por suerte o por desgracia, no tardamos mucho en descubrir que aquella pesadilla era muy real y que el proceso para su aplicación estaba gestándose en Paris y en Madrid a espaldas de la mayoría de la comunidad educativa. Nos informamos, debatimos y nos volvimos a informar. Nos pusimos en relación con muchas otras organizaciones y colectivos estudiantiles de otros pueblos y con la comunidad educativa de Euskal Herria. Compartimos lecturas con estudiantes catalanes, y comprobamos que eran similares. Descubrimos muchas cosas sobre aquel proceso: la degradación de las titulaciones y el sistema de especialización a través del postgrado, el nuevo sistema de créditos ECTS que se nos intentó vender como una revolución pedagógica, la intervención de la empresa privada en la universidad a través de patrocinios y la denominada financiación competitiva, la futura subida de tasas universitarias una vez terminado el Proceso...

Como muchas estudiantes y responsables universitarios recordarán, publicamos un pequeño libreto rojo, Zer da Bologna? en el que denunciábamos todas estas cuestiones. Las diferentes universidades respondieron como pudieron al mismo; incluso una (UPV) editó poco después un libreto azul en el que intentaban defender el proceso y sus bondades respondiendo punto por punto a nuestro esquema. Organizamos decenas de charlas, debates y mesas redondas, debatimos con estudiantes, profesorado, rectorías y decanatos. Organizamos unas de las mayores protestas estudiantiles de los últimos tiempos y no dudamos en intentar detener o entorpecer el proceso como buenamente pudimos.

Entendíamos que el desarrollo de la educación superior pasaba por potenciar su horizontalidad y su componente popular, ¡entendíamos que la educación tenía que estar al servicio del pueblo y no de los mercados! Algunos nos tacharon de utópicos, otros de cosas peores, y muchos nos insistieron en las bondades del proceso, del tan necesario cambio del sistema pedagógico y de la mejora de nuestra movilidad.

Nosotras propusimos parar y reflexionar, ¿era obligatorio todo aquello? Se nos dijo que fuera hacía frío, mucho frío, y algunos decidieron que era mejor seguir atados a Madrid y Paris. De aquellos polvos, estos lodos.

A pesar de todo, conseguimos evitar la aplicación irracional de las medidas que parecían inevitables, forzamos la reflexión de amplios sectores, y creemos que ayudamos a potenciar el espíritu crítico de multitud de jóvenes. Muchas de las medidas fueron aplicadas, conseguimos detener y hacer modificar muchas otras, pero de lo que no hay duda es que el movimiento estudiantil con Ikasle Abertzaleak al frente condicionó en clave positiva este proceso. Basta con comparar la aplicación en las universidades vascas con otras cercanas geográficamente.

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Han pasado varios años en los que, por desgracia, hemos visto cumplidas muchas de nuestras predicciones, las más llamativas relacionadas con la irrupción de un nuevo modelo de alumnado, el fulltime, estudiantes que tan solo disponen de tiempo para acudir a sus clases y practicas, que solo con muchos sacrificios consiguen compaginar sus estudios con compromisos de carácter social o deportivo, o incluso laboral. Este alumnado acrílico, infantilizado, que se ve tratado como durante la ESO, obligado a acudir a unas lecciones magistrales que en la mayoría de los casos no han cambiado y que, a pesar de entregar decenas de trabajos, sigue sometido, en muchos casos, a exámenes finales.

Además, al amparo de la actual crisis de acumulación capitalista el Gobierno español ha anunciado ya algunas de las medidas que más temíamos: la subida de tasas y el recorte en educación e investigación. Medidas que coinciden, como un reloj, con la planificación que denunciábamos. Estas medidas no van sino a acelerar el proceso de mercantilización y privatización, y junto al fenómeno del estudiantado fulltime, va a conllevar una progresiva elitización de la educación superior.

Nosotras nunca quisimos tener razón, esperábamos que la comunidad educativa parase aquel proceso antes de sufrir sus consecuencias, deseábamos estar equivocadas, pero, por desgracia, no ha sido así. Aun estamos a tiempo. Nosotras confiamos en aquellas estudiantes que hoy en día siguen luchando por un sistema educativo nacional, que siguen denunciando los recortes y las actitudes acríticas y pasivas. La comunidad educativa debería rectificar y defender un modelo social y educativo diferente, basado en las necesidades de la sociedad y no en las consignas de los mercados. Nosotras nunca quisimos tener razón, no sigáis dándonosla.

Y ante todo ello, y porque fuimos parte de un movimiento estudiantil, del que como no podría ser de otra manera, nos sentimos totalmente orgullosas, y del que ha sido y seguirá siendo motor de las luchas que promoverán desde su ámbito la construcción nacional de la escuela que Euskal Herria necesita, queremos decir que participamos en el #ikaslealtxamendua o día de movilización que Ikasle Abertzaleak celebró día 10 de mayo.

Galder Gonzalez, Oihana Etxebarrieta e Igor Zulaika son antiguos miembros de Ikasle Abertzaleak.

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