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Helados con estrella

Los hermanos Roca abren la heladería Rocambolesc en Girona Seis helados condensan el espíritu de El Celler de Can Roca en cono o en tarrina

Heladeria Rocambolesc.
Heladeria Rocambolesc.

Una originalísima heladería o el sueño hecho realidad de un niño grande. Rocambolesc, el último invento de los hermanos Roca, ya está abierta al público en la calle Santa Clara de Girona. Seis helados que condensan el espíritu de El Celler de Can Roca en cono o en tarrina y a precios asequibles. Rocambolesc es un establecimiento que mantiene el juego y la irreverencia del Celler y los pone al servicio de los amantes del dulce. Es también el fruto de la ilusión de Jordi, el especialista en postres del reputado restaurante con tres estrellas Michelin.

“Queríamos ofrecer helados que pudiesen gustar a mucha gente”, explica Jordi Roca, el menor de los hermanos y alma máter de la heladería. La heladería es popular y trabaja con sabores tradicionales. En el establecimiento, inspirado en el imaginario de la película Charlie y la fábrica de chocolate, los helados se hacen al momento, lo que permite ofrecerlos a la temperatura adecuada. A pesar del tiempo lluvioso y frío de la última semana, las colas son constantes en la heladería de los Roca desde el viernes, fecha de apertura en un céntrica calle de la ciudad.

Jordi Roca ha convertido algunos de los platos dulces más famosos del Celler en cremosos helados para consumir todo el año y que también se venden para llevar. “La heladería es una apuesta suya. Llevaba ya un tiempo intentando convencernos”, explica Joan Roca. Toda la producción proviene de El Celler, tanto los helados como los múltiples ingredientes que componen el ‘collage’ de Rocambolesc: hasta 34 ‘toppings’ para combinar con los helados, desde chocolate que estalla en la boca (en forma de los caramelos con chasquido de la marca Peta-zeta) hasta kiwi, mango o frisalis. Los helados se ofrecen con sus añadidos particulares, pero el cliente puede combinarlos al gusto y cambiar unos por otros. “Cada helado lleva tres elementos que acaban configurando un postre pret-à-porter, dice Joan. Rocambolesc sugiere también un vino para acompañar cada postre que se puede adquirir en la heladería.

Cuando empezó a darle vueltas a la idea de salir a la calle a ofrecer un producto popular, Jordi pensó en vender helados con un pequeño carrito. “Todo comenzó cuando estábamos diseñando un carro para los postres del Celler”, explica. Se imaginó que podrían dar el paso a la venta ambulante por las calles de la ciudad, pero se topó con el corsé de las ordenanzas municipales. Lo siguiente fue lanzarse a la aventura de abrir una heladería con sabor vintage y diseñada como homenaje al barroco naïf de la película basada en el libro de Roald Dahl y el personaje de Willy Wonka, el genio de las golosinas.

En Rocambolesc se puede probar el helado de manzana al horno (receta de la madre) con galleta de mantequilla, manzana caramelizada y fresca o el postre estrella de El Celler convertido en helado, el “helado lácteo”: de leche de oveja y requesón con confitura de guayaba, leche de oveja caramelizada y algodón de azúcar fabricado en la misma heladería. Como Rocambolesc no es una heladería al uso, Jordi ha ideado un invento genial para sus clientes: un paquete completo para que cualquiera pueda soñar con ser Jordi Roca y montar su propio helado lácteo en casa. En el establecimiento se puede comprar también Núvol de llimona, el perfume ideado por Roca que se comercializa también en El Celler, así como caramelos y libros sobre el mundo gastronómico de los tres hermanos.

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La idea es expandirse más allá de Girona, aunque los hermanos Roca no tienen prisa. El éxito de El Celler, nombrado el año pasado segundo mejor restaurante del mundo por la publicación británica Restaurant, atestigua el buen hacer de esta familia. Los próximos días serán ajetreados: el día 30 Restaurant anunciará en Londres la nueva lista de este año y Joan viajará para saber si El Celler desbanca al restaurante danés Noma.

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