El fiscal pide tres años a un hombre por contagiar hepatitis B y herpes a su pareja
El acusado es médico y el ministerio fiscal le atribuye un delito de lesiones
El médico Andrés Beltran y la que sería su pareja eran vecinos del mismo edificio desde hacía años. En 2004, después de que él se separase, iniciaron una relación sentimental. En las primeras citas practicaron sexo sin protección. El hombre sufría entonces un herpes genital y el virus de la hepatitis B y contagió ambas dolencias a la mujer. Beltrán se sentó ayer en el banquillo de los acusados por un delito de lesiones, por el que la fiscalía le solicita tres años de cárcel.
La fiscalía cree que el médico sabía que padecía esas dolencias y, pese a ello, no informó a su expareja. En su declaración, Beltran negó conocer esas circunstancias con el argumento de que hacía “muchos años” que no se sometía a ninguna prueba o revisión. En el pasado, dijo, había sufrido hepatitis C, pero se había “curado” sin seguir “ningún tratamiento”. Beltrán admitió que no le dijo a la mujer que sufría herpes. Pero matizó que, “desde el primer día de relación”, le contó su vida; por ejemplo, que había sido drogadicto y había pasado una rehabilitación. Su adicción le alejó tres años del ejercicio de la medicina, pero ahora ha vuelto al trabajo.
Según declaró ayer, supo que padecía hepatitis B —y, también, el virus del VIH— en diciembre de 2004, tras una revisión médica a la que consideró “necesario” someterse. En 2008, el hombre le dijo a su pareja que quería dejar la relación, siempre según su versión. “Me amenazó con denunciarme para echarme del edificio donde vivíamos”, explicó a los magistrados de la Audiencia de Barcelona. Beltrán insinuó que la mujer pudo haberse contagiado con las jeringuillas que usa tres veces por semana para aplicarse interferon y tratar su esclerosis múltiple.
La versión de la víctima fue opuesta. Cuando entablaron la relación, dijo, el médico no le dijo “absolutamente nada” de su pasado. La mujer dijo que fue él quien insistió en mantener relaciones sexuales sin preservativo porque ambos eran “adultos” y él era “médico”. En lugar de un herpes, Beltran le comentó que había sufrido “una herida en el pene con la cremallera del pantalón”. Poco después, la mujer empezó a notar serias molestas. “Me dijo que era una simple infección de orina y me dio antibióticos”.
Los dolores persistieron y, de camino a urgencias, Beltran le reveló el primero de sus secretos: “Me dijo que quizá me había contagiado una enfermedad venérea”. El delito que se le atribuye, sin embargo, es solo por el contagio de la hepatitis B. La mujer se fue encontrando cada vez peor y, de nuevo, el hombre le invitó a sentarse y le comentó una nueva revelación: “Me dijo que tenía hepatitis B y C. Quise desaparecer del mundo”. La mujer pasó ocho días hospitalizada. Al recuperarse, no fue capaz de poner fin a la relación porque, según explicó, se sentía “sometida” por el médico. “Me dijo que ya no iba a poder estar sola, que cuidaríamos el uno del otro”. Más tarde, él le confesó que también había contraido el VIH. La mujer, a la que no contagió el virus, dio el paso y le dejó.
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