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CON VOZ PROPIA | SANTIAGO CARBÓ, catedrático y consultor de la Reserva Federal de EEUU

“La crisis nos obliga a depender de nosotros mismos, y eso es bueno”

El economista critica la austeridad a ultranza sin políticas de crecimiento

Fernando J. Pérez

La agenda de Santiago Carbó (Gandía, 1966) asusta. El catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada, director de Estudios Financieros de la Fundación de las Cajas de Ahorros y consultor del banco de la Reserva Federal de EE UU en Chicago —hitos clave de un currículo que llenaría media entrevista— abre un hueco para EL PAÍS el 8 de marzo, en una semana en la que su vida es una sucesión de aviones, hoteles y reuniones en España y América. Carbó huye del tremendismo al analizar la economía andaluza y rechaza la extrema rigidez en las políticas de austeridad sin una estrategia de crecimiento.

Pregunta. ¿Qué necesita Andalucía para ganar músculo económico?

Respuesta. Las regiones del mundo con mayor competitividad suelen contar con grandes empresas que arrastran al resto de la economía y de la industria. La falta de grandes empresas en Andalucía y en España es un problema importante. Aunque una gran empresa no nace de la noche a la mañana, hace falta un marco que ayude. Sería muy importante que en Andalucía nos preocupáramos menos de tener suelo urbanizable residencial y más de tener suelo industrial. También hacen falta empresarios, una tradición, un mercado, innovación. Andalucía tiene todos esos componentes, pero no están metidos dentro de la misma coctelera.

P. ¿De quién depende unir todos esos factores?

R. Eso corresponde tanto a la iniciativa pública como a la privada. No podemos pensar que el sector público nos tiene que rescatar para todo: al sector público le corresponde crear incentivos para que las empresas se instalen en Andalucía y para generar recursos humanos. Pero las empresas deben ser las que tiren por sí mismas, independientemente del apoyo público, que además ahora tiene grandes limitaciones.

Las cajas de ahorro siguen teniendo fuerza competitiva
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P. ¿Hasta qué punto es real la imagen de que Andalucía tiene poca iniciativa empresarial y esta depende solo de las subvenciones públicas?

N. En Andalucía hay emprendedores como en el resto de regiones, se han creado muchísimas empresas en los últimos 15 o 20 años, y algunas se han hecho bastante grandes. El problema puede estar en si el marco, el entorno ayuda a crecer más intensamente: que haya transferencia de la universidad y del mundo educativo hacia las actividades productivas, que existan grandes aglomeraciones urbanas que generen demanda —en Andalucía tiene aún mucho peso el mundo rural disperso—. La teoría no es que los andaluces seamos unos vagos. Es injusto decir que en Andalucía, o en España, lo único que se busca es la subvención, aunque haya un peso mayor de las subvenciones.

P. Ahora, además, las transferencias tienden a caer.

R. Cada comunidad autónoma, cada pueblo y cada individuo va a tener que vivir más con lo que pueda lograr por sí mismo y por su esfuerzo. Pero siempre va a haber niveles de solidaridad entre las personas y las regiones con más recursos y las más desfavorecidas. El nuevo mundo que se está abriendo nos obliga a cada uno a depender de nosotros mismos, y creo eso es relativamente bueno.

P. ¿Hastá qué punto está condenada Andalucía a depender de la trilogía olivo-hoteles-ladrillo? ¿Dónde están las alternativas?

Es injusto decir que en Andalucía lo único que se busca es la subvención

R. En diez años se ha avanzado mucho en sectores como la industria farmacéutica o las telecomunicaciones, pero no es suficiente. Andalucía ha crecido en población y hemos dedicado más recursos de los necesarios al sector de la construcción y por eso nuestra estructura productiva está desajustada, y aunque el peso de este sector se reduce de un modo intensísimo por el derrumbe del mercado inmobiliario, sustituir esta actividad es lento porque hay falta de crédito. Pero poco a poco aparecerán y se reforzarán las nuevas actividades más avanzadas y diversificadas.

P. ¿Qué consecuencias puede tener la ausencia de una gran caja de referencia en Andalucía?

R. El sector financiero andaluz sigue teniendo importantes actores con vocación andaluza, tanto por sí solas como dentro de algunos grupos. Siguen siendo un elemento de fuerza competitiva en la región después de que muchas comunidades se hayan quedado sin cajas de referencia. Sin embargo, lo importante es la provisión de crédito, y eso no importa que lo haga un banco nacional o uno extranjero. Y si las cajas andaluzas ahora se hacen más grandes en un ámbito nacional y siguen dando el mismo servicio, Andalucía perderá poco.

P. Ha habido rescates de entidades financieras, se ha inyectado liquidez al sistema bancario ¿Cuándo abrirán las entidades financieras el grifo del crédito?

El euro se ha debilitado. Veo un 50% de probabilidad de que Grecia salga

R. En España ha habido menos rescates y la cuantía desembolsada ha sido menor, pero sí es cierto que en el sistema financiero existe una enorme falta de confianza. Tras la financiación masiva a las entidades por parte del Banco Central Europeo lo previsible es que los bancos ganen confianza y comiencen a prestarse entre sí. Cosa distinta es que pueda fluir en abundancia el crédito para los países que aún tienen problemas y en particular a España. España tiene que rebajar su enorme deuda, en especial la deuda privada, la de las familias, las empresas y los bancos.

P. ¿Qué mensaje se lanza cuando los bancos reciben del BCE el crédito al 1% y lo invierten en deuda pública a un interés mayor, del 3% o del 4%? ¿Es un signo de confianza hacia los estados o un mero rescate?

R. Para un banco las operaciones de crédito al sector privado dan un interés mayor. El que los bancos estén comprando deuda pública, expulsando al sector privado de la financiación es un paso casi irremediable en este momento. Una vez saneadas las finanzas públicas habrá más dinero para el sector privado. Muchos países, no solo España, rescataron a sus bancos y ahora esos bancos compran deuda de los países. Realmente no sabemos quién rescata a quién. Tenemos que lograr que los países de la Unión Europea tengan sus finanzas en orden, que tengan saneados sus sistemas financieros y que tengan cierto crecimiento económico.

P. De momento, la receta es austeridad y recortes a ultranza. ¿No acabaremos matando al enfermo?

R. Lo hemos visto en caso de Grecia: sus errores son todos reales, pero lo que ha hecho Europa con Grecia es terminar de rematarla. La austeridad puede ser necesaria, pero ojo, una austeridad razonable y lógica. Que España no haya cumplido con su déficit publico el año pasado es un revés y debemos asumir que no hemos cumplido como país. Tenemos que mostrar un compromiso muy fuerte contra el déficit para poder pedir a Europa que eche una mano. No podemos permitirnos ningún signo de derroche, eso tiene que quedar claro. Sin embargo es también esencial una estrategia de crecimiento: sin crecimiento ni podemos pagar las deudas ni podemos practicar la austeridad pública.

P. ¿Cuánto tiempo puede llevar sanear el sistema bancario y las cuentas públicas?

R. Yo creo que al menos dos años en ambos casos. Hay indicadores tempranos que hacen prever que la recesión en la que vamos a entrar no va a ser tan dura, pero aún así va a ser muy doloroso alcanzar el objetivo del 3% de déficit. Si logramos los objetivos, dentro de año y pico podremos ver la situación con más optimismo.

P. ¿Cómo deben ser los Presupuestos que se presentan a finales de este mes, tras las elecciones?

Una reforma del sector público ahorraría parte de la reducción del gasto

R. El presupuesto debe en lo posible no hacer más daño a la economía real ¿Cómo? Hay que intentar que los gastos que se eliminen sean los menos productivos, y diría algo más: si pudiéramos hacer una gran reforma de la de la administración pública, incluso podríamos ahorrarnos parte de la dolorosa reducción de gasto que vamos a hacer. No creo que España tenga que renunciar a su estado del bienestar, pero sí tiene que renunciar a su actual formato, con solapamientos y distorsiones. El sacrificio podría ser más fácil sí también hiciéramos para el largo plazo un sector público más moderno y eficiente.

P. ¿Cómo ve el futuro del euro?

R. El euro como proyecto se ha debilitado. Eso es innegable. Ahora hay más gente que no cree en el euro y eso lo debilita, y también se ha debilitado porque ha costado resolver pequeños problemas como el de Grecia, que han acabado por contagiar a todo el sistema. Además, la moneda única ha tenido hasta ahora unas infraestructuras de apoyo demasiado insuficientes y unos corsés y una estructura inadecuada, con 17 países tan divergentes y con tantos problemas. Como proyecto tiene debilidades estructurales que hay que corregir, porque si no se va a seguir debilitando. Lo que más me preocupa es que se ha empezado a hablar de la posibilidad de que no todos los países terminen en el euro y eso lo debilita enormemente. Casi asigno el 50% de posibilidades a que Grecia se va de la moneda única. Y eso a pesar de la buena noticia de la quita de los acreedores. Se han hecho las cosas bastante mal.

P. ¿Qué resultados espera de la reforma laboral?

R. En el medio y largo plazo, cuando la economía vuelva a su senda normal, con la flexibilidad que la reforma da a las empresas, si son responsables, vamos a ver efectos positivos. Se va a generar empleo. En el corto plazo, con la economía tan deteriorada puede aumentar el desempleo. Además hemos dado una señal inequívoca a nuestros socios de que estamos haciendo cosas importantes.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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