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ARTE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Éxtasis y eurekas: la acertada fusión de arte y tecnología de Armin Linke en una iglesia de Santiago de Compostela

Una muestra de fotografías de los dispositivos del CERN, expuestas en el contexto de un templo barroco, persigue la quimera de acercar la ciencia al gran público

Fotografía Armin Linke
La exposición 'Instrumentos de Visión', de Armin Linke, que se puede visitar hasta finales de agosto en la Igrexa da Universidade de Santiago de Compostela.Manu Suárez (IGFAE)

Ni Dios está en los detalles ni el diablo anda entre los pucheros (¿o era al revés?). Lo que la metafísica llama “motor inmóvil” posiblemente se halle en un minúsculo punto de intersección entre la ciencia y la creatividad. Albert Einstein decía que bailamos al son de una tonada misteriosa que toca un músico invisible en la lejanía. “Mi Dios es el de Spinoza y nunca juega a los dados con el Universo”, aclaró en una entrevista mientras trataba de explicar las teorías cuánticas, que se ocupan de la materia molecular, atómica y aún menor.

Los principios del ser cuántico son, además de íntegros, perfectos. Pero no sabemos hasta qué punto son elusivas las partículas elementales (fermiones y bosones), tan diferentes de lo que vivimos día a día. De la naturaleza conocemos su mera representación, cómo esta “se expone a nuestros métodos de interrogación (para el alemán Werner Heinsenberg, pionero de la mecánica cuántica, la física era filosofía experimental). Abandonados al libre albedrío, pensamos el universo, lo interpelamos con nuevos desafíos que transforman la inteligencia futura. El arte es uno de ellos. En tiempos pasados, fue sostén de la religión, y sabemos que en ésta cabe tanta creatividad como en un museo. Éxtasis y eureka (en griego, “lo he encontrado”).

Cuestiones como qué elementos empleamos para codificar nuestras creencias —subjetivas— sobre la naturaleza, de qué manera asume la ciencia que lo que vemos no es real (dado que nuestros sentidos pueden sufrir ilusiones), o si el arte puede aplacar nuestra frustración por alcanzar los principios que rigen “el pensamiento del pensamiento” (Dios), No obtendrán respuesta en la muestra Instrumentos de visión. Sí, en cambio, el consuelo de contemplar la belleza de los complejísimos dispositivos que nos acercan al funcionamiento de lo más fundamental de la materia. La integran 16 fotografías, que su autor, Armin Linke, ha distribuido entre las capillas de la Iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela, antigua iglesia de la Compañía de Jesús (del siglo XVII), donde las misas han sido sustituidas por conciertos y exposiciones.

Una obra de Armin Linke en la Iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela.
Una obra de Armin Linke en la Iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela.Armin Linke (Vistamare Milano)

A lo largo de dos décadas, este artista milanés nacido en 1966, profesor de Bellas Artes en Múnich, fue capturando algunos momentos, anodinos, estelares, de las dinámicas del trabajo de un conjunto de investigadores de todo el mundo en los laboratorios de las distintas instalaciones experimentales de física de partículas del CERN, cuyo centro en Ginebra alberga el gran colisionador de hadrones (LHC), la máquina más grande jamás construida a 200 metros bajo tierra, en un túnel que alcanza temperaturas cercanas a las del universo después del Big Bang. Trasladado a la literatura fantástica (Borges), San Pietro in Roma tiene túneles secretos y en la Meca las temperaturas pueden ser infernales. Para los no creyentes, Shakespeare imaginó, por boca de Hamlet, un reino maravilloso y espeluznante en una cáscara de nuez.

Desde 2015, el CERN cuenta con un programa de residencias de artistas que podrían ayudar a la física a dar la flor de algunas verdades que hasta hoy parecen impenetrables. En este contexto nace el trabajo de Armin Linke. La historiadora Mónica Bello es la directora del programa Arts at CERN, que organiza muestras en relación con las actividades científicas del centro, y ha sido la conductora de esta muestra en Santiago, un desafío curatorial que provoca primero extrañeza y después asombro. Con una metodología que relaciona cables, tubos e iconofilia, requerirá de una audiencia bien dispuesta. Un acto de fe, vamos.

Las fotografías caen desde el techo en grandes lonas o están sujetas con tensas correas a las columnas de la nave. Conforman un libro abierto con paisajes y grupos de personas trabajando en laboratorios; otras, más abstractas, son la radiografía de colisiones entre partículas, máquinas sumamente complejas y gráficos llenos de datos. El marco es de lo más chocante, con los artificios visuales de la imaginería barroca derrochando curvas y pliegues. Aquí no hay que buscar, sino encontrar parecidos formales o conceptuales. En un lateral de la entrada, contemplamos un tríptico con la imagen del parque nacional Gran Sasso, en la región italiana de los Abruzos. Allí las montañas bloquean los rayos cósmicos (bajo la roca hay detectores de neutrinos), de manera que la propia naturaleza es parte del experimento. Linke las conecta con el granito de las paredes de la iglesia y su retablo mayor, en cuyo centro está un patético busto de Cristo sin brazos y, en el ático, el todopoderoso que sostiene en su mano derecha el orbe. Frente a él, la fotografía de un gran detector, con su cableado perfectamente ordenado que adopta la forma de un gran útero.

El artista ha capturado la belleza de los dispositivos del CERN, mostrando cómo arte e investigación pueden entrelazarse

Escondida en un lateral de la nave, una tablilla con la escena de la Visitación dialoga con la imagen de un despacho (sabemos por la cartela que pertenece al científico austríaco Rainer Blatt) donde hay una oblea de silicio y notas de conferencias al lado de una reproducción de La Primavera, de Boticelli. A pocos metros, el altar de San Juan Nepomuceno, con su protagonista escoltado por otros dos santos mártires que miran al cielo en señal de súplica. La composición de la escena guarda un parecido asombroso con otra imagen de unos científicos del proyecto LEGEND, que trabajan con argón líquido, uno dirige eleva la mirada buscando la idea abstracta, el otro la agacha con el foco en lo concreto.

La minuciosidad de las tablas de física es próxima al grado de detalle que utilizaban los artesanos barrocos. Se ve en la prolija decoración de guirnaldas de frutas y telas de los retablos de San Francisco de Borja y San Francisco Javier. Otra imagen que ilustra un sistema de inyección de xenón para eliminar la contaminación en un laboratorio tiene el poderoso efecto del Étant donnés de Duchamp, artista que también se interesó por las ópticas de precisión, no en relación con la ciencia sino con el deseo. La imagen que se lleva la palma es el retrato de un científico que lleva a cabo un experimento de colisiones, y no difiere mucho de la de un pantocrátor. En lugar de sostener el mundo, tiene en la mano lo que parece un florero de vidrio del que escapan haces de luz. Dios creó el mundo en seis días. Y ya nunca descansó.

‘Instrumentos de visión’. Armin Linke. Iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela. Hasta el 28 de agosto.

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