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CRÍTICA LITERARIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘La colonia’, de Audrey Magee: unos lugareños ni tan pobres ni tan estúpidos

Un artista inglés y un lingüista francés llegan a una remota isla irlandesa. La novela de Audrey Magee analiza el uso político de las lenguas y el modo en que la colonización subvierte el orden social

‘La colonia’, de Audrey Magee
El puerto pesquero de Dingle, localidad en el condado de Kerry (suroeste de Irlanda).Andy Goss (Getty Images)

Dos hombres llegan a una pequeña isla de la costa irlandesa de no más de 100 habitantes con intenciones bien distintas. Es verano. El señor Lloyd, pintor inglés, se aísla en una cabaña cercana a los grandes acantilados para experimentar la sensación de vivir integrado en esa casi aislada comunidad al objeto de pintar su gran obra lejos del mundo cultural de su país. Poco después aparece un lingüista francés, Jean-Pierre Masson, en la que es su cuarta estancia en la isla y que está dedicado a proteger y salvaguardar la lengua original irlandesa. Los lugareños los admiten como turistas que contribuyen a la modesta economía de la isla y los contemplan con alguna cercanía y curiosidad.

Ambos tratan sobre todo con una familia formada por la bisabuela, Bean Uí Fhloinn, su hija Bean Uí Néill, la hija de esta, Mairéad Ni Ghiolláin, viuda de Liam Gillan, desaparecido en el mar y, por fin, el hijo de Mairéad, James Gillan. Todos ellos hablan irlandés, pero las dos últimas generaciones usan indistintamente el inglés, que amenaza con sustituir al irlandés. Para Lloyd la isla significa un lugar para crear en estado de aislamiento en una naturaleza incontaminada y salvaje; Masson considera que preservar la lengua y las costumbres nativas exige preservar el aislamiento de la sociedad de la isla. A partir de ahí y de las reticencias diversas de los locales, la autora establece las diferencias de los extraños entre sí y los nativos. Poco a poco entendemos que el verdadero interés de los extraños no es la conexión con la vida de la comunidad sino su propio interés.

Así pues, Mason y Lloyd son dos intrusos que, con buenas formas, en cierto modo actúan inevitablemente como colonizadores. Los nativos los aceptan y contemplan entre la incomodidad y la ironía distante hacia sus sociedades de origen, tan civilizadas, de las que sólo saben por lo que cuentan algunos familiares que han emigrado a otro país y por sus propias y recelosas conclusiones sobre el mundo exterior. Enseguida, se plantean dos asuntos primordiales: la vida elemental de los lugareños (y de Irlanda en general) en una sociedad que, como protesta la autora, “hablaba una lengua que fue ridiculizada, era la de los pobres y los estúpidos”. El segundo asunto es la mirada de los visitantes. A partir de todo ello, la autora sugiere otros asuntos: el uso político de las lenguas, el modo en que la colonización subvierte un orden social y la presencia de intrusos que, al relacionarse con los nativos, afectarán a sus vidas de modos bien distintos. La novela se desarrolla en dos planos: la interacción entre isleños e intrusos y —estamos en 1979— las matanzas entre protestantes y el IRA, narradas como recursos informativos, alternativamente al relato.

Esta vigorosa novela narra los problemas, emociones, ruindades y necesidades de unos personajes en la Irlanda de 1979

Pero Audrey Magee es una excelente novelista y este libro una novela; con ello quiero decir que es una obra de ficción, no un documental ni una crónica, que se ocupa de narrar una forma de vida apoyada en la realidad para mostrar los problemas, emociones, sensaciones, ruindades y necesidades de un grupo humano de personajes. Está montaba expresamente sobre diálogos y una narración en presente, diálogos que rei­teradamente desembocan en monólogos interiores de los personajes, en especial de Lloyd, Masson, Mairéad y James. Así, dispondremos de la relación entre ellos y también de sus historias personales, que nos revelarán las verdaderas razones que sustentan sus actitudes: en el caso del inglés, su egolatría, el claroscuro con su medio esposa y su displicencia con la vida nativa; en el caso del francés —hijo de un soldado francés y una mujer argelina—, el conflicto con el aprendizaje forzado del idioma materno en el chico, que estudia árabe por su madre, contra el deseo de un padre brutal que la desprecia; en el caso de Mairéad, es el recuerdo de su esposo ahogado el que la sujeta a la isla esperando que surja del mar para volver al amor, atadura cada vez más débil a causa del acoso de su cuñado, y, por fin, el caso de James, tras el descubrimiento de su cualidad de artista por el inglés y el reconocimiento del engaño y la traición del mismo respecto a un futuro prometido.

El arte, la identidad, el imperialismo colonizador, el lenguaje y los sentimientos y los valores y disvalores humanos se alían en esta vigorosa novela escrita con sugerencia y convicción para ofrecernos un texto de una valentía e imaginación literaria singulares, donde se cruzan en una sugestiva trama cuatro vidas ante el aliento de una forma primigenia de vida.

Portada del libro "La colonia" Audrey Magee

La colonia

Audrey Magee
Traducción de Inga Pellisa
Sexto Piso, 2024
320 páginas. 23,90 euros
Portada de 'La colònia', de Audrey Magee.

La colònia

Audrey Magee
Traducción de Josefina Caball
Edicions del Periscopi, 2024
376 páginas, 23,90

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