Eugenio Ampudia, artista: “Me estremezco cada vez que veo imágenes de La Retirada”
Una instalación del artista en la capilla del Museo Barjola de Gijón explora temas como la globalización, el consumo desbocado y su impacto en el medio ambiente
La práctica de Eugenio Ampudia (Melgar de Arriba, Valladolid, 1958) es inseparable de su sólido compromiso social. Kilos de oxígeno en la zona de intercambio, una instalación del artista en la capilla del Museo Barjola de Gijón (abierta hasta el 9 de junio), explora temas como la globalización, el consumo desbocado y su impacto en el medio ambiente.
Su instalación en el museo Barjola alerta sobre los peligros de la globalización y el cambio climático. ¿De qué maneras puede contribuir el arte a concienciar a la población? El arte, es sin duda, un sistema de comunicación poderoso. Para mí es un medio idóneo para expresar reflexiones sobre lo que sucede a mi alrededor, extraer conclusiones estéticas y políticas y establecer comunicaciones claras y cercanas con los ciudadanos en el contexto adecuado.
Al echar la vista atrás a su trabajo, ¿cuáles diría que han sido sus obsesiones recurrentes? No sé si la palabra es obsesiones, pero a lo largo de mi obra, como en la de otros artistas, se pueden rastrear constantes que definen mi posición. Entre mis temáticas más recurrentes están: el tiempo en toda su amplitud filosófica, práctica y sociológica; la comunicación como paradigma de la sociedad actual; la reflexión sobre el mundo del arte, sobre los procesos y el mercado; el creador como gestor de ideas y agente de cambio social; el significado de la obra de arte, sus mecanismos de producción, promoción y consumo o la eficacia de las instituciones artísticas. De un modo específico, me interesa abordar la crisis ecosocial y —especialmente— las relaciones interespecies.
¿Cuándo supo que se dedicaría al arte? Nunca lo he tenido del todo claro, pero desde siempre he estado muy interesado en contar cosas a la gente que tengo cerca.
¿Qué obra de arte ajena le habría gustado crear? Un perro andaluz.
¿Con qué tres adjetivos definiría su obra? Los adjetivos debe ponerlos el receptor del mensaje.
¿Qué es lo más bonito que le han dicho sobre su trabajo? ¡Guau!
¿Y lo más extravagante? Mi serie Dónde dormir ha provocado no pocos comentarios de este tipo desde 2008.
¿Qué ha aprendido del mundo del arte que no se pueda aprender en un libro? Un artista trabaja con los mismos elementos que un filósofo, un meteorólogo, un escritor, un arquitecto, un arqueólogo, un biotecnólogo o cualquier otra profesión especializada cercana a sus intereses. Solo cambia la gramática, la caligrafía, la estética y —obviamente— la naturaleza del mensaje.
¿En qué museo se quedaría a vivir? Si sirve de pista, mi serie Dónde dormir comenzó en el Museo del Prado, a los pies de Los Fusilamientos del 3 de Mayo, de Goya. El Guggenheim de Nueva York también me tira bastante, me encantaría deslizarme permanentemente por esa rampa.
¿Qué libro tiene abierto en la mesilla de noche? El leopardo de las nieves, una colección de cuadernos de poesía, plástica y textos misceláneos que editan y dirigen Andrés Mengs y Enrique Juncosa. Son una delicia. También estoy releyendo Bello como una prisión en llamas, una breve narración sobre la primera gran revuelta de la era industrial, la llamada “insurrección de la ginebra” en el Londres de finales del siglo XVIII. Lo editó en español Pepitas de Calabaza hace ya una docena de años.
¿Uno que no pudo terminar? Varios y variados, no tengo ningún pudor por abandonar un libro que no logra interesarme en sus primeras páginas.
¿Cuál es la película que más veces ha visto? La estadística no representa mis intereses cinematográficos, pero he visto muchas veces À Bout de Souffle porque hice una pieza a partir de la película de Godard. También he visto una cantidad absurda de veces Aladdin, Toy Story y dos o tres películas más de Disney en compañía de mis hijas cuando eran pequeñas.
¿La última serie que vio del tirón? Todas las criaturas grandes y pequeñas.
Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería? Por citar algo, le tengo un cariño especial a Crisantemi, una pequeña pieza que compuso Puccini a la muerte de su amigo Amadeo de Saboya. Es la que utilicé en el concierto para plantas que hice en el Gran Teatre del Liceu durante la pandemia.
¿Qué está socialmente sobrevalorado? La mentira sin pudor, el éxito y la riqueza.
¿Cuál es el suceso histórico que más admira? Me estremezco cada vez que veo imágenes de La Retirada. Cientos de miles de españoles huyeron de la represión fascista cruzando las fronteras hacia Francia en el invierno de 1939.
¿A quién le daría el próximo premio Velázquez? Casualmente formé parte del jurado representando al Instituto de Arte Contemporáneo hace tres años. Se me ocurren varios candidatos y candidatas indiscutibles, pero improbables.
De no haberse dedicado al arte, sería… Uf, que difícil, quizá arqueólogo, quizá veterinario, quizá arquitecto, quizá skater…
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