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‘Rabia’: una adaptación teatral sin ira

La versión de la novela de Sergio Bizzio interpretada por Claudio Tolcachir adopta un tono narrativo que no deja sentir el dolor del personaje principal

Sergio Bizzo
Claudio Tolcachir, en una escena de 'Rabia'.LUCÍA ROMERO
Raquel Vidales

Rabia. Pocas veces el título de una novela expresa su esencia con tanta contundencia como el que eligió el autor argentino Sergio Bizzio para la suya. El protagonista no solo es un hombre consumido por la rabia, sino la encarnación de un sentimiento de clase. José María es albañil. Uno de tantos obreros que se desloman de sol a sol sin rechistar ni hacer ruido. Más les vale: a los sirvientes lo primero que se les pide es que se hagan invisibles. Que el sudor no huela. La deshumanización es necesaria para practicar la humillación sin mala conciencia. Así es como se siente José María: humillado a diario. Rosa, su novia, otro tanto. Es empleada doméstica interna en una gran mansión, pero ella lo lleva con resignación: es lo que le ha tocado en la vida. José María no. Él responde a la violencia con violencia. Es un psicópata. Un asesino que mata a su jefe después de ser despedido y se esconde en la casa donde sirve Rosa sin que ni ella misma lo sepa. Y ahí lo deja Bizzio durante tres años: habitando las zonas oscuras, observando la vida de los ricos desde la sombra, vigilando celosamente a la novia. Qué miedo, ¿no?

Pero ojo: Bizzio no lleva al personaje hasta ese extremo para juzgarlo, sino justo lo contrario. Rabia es una formidable parábola del clasismo y sus consecuencias imaginada mucho antes (2004) de que el cineasta coreano Bong Joon-ho hiciera historia en los Oscar de 2020 desarrollando la misma metáfora en Parásitos. Una sorpresa para quienes descubrimos ahora esta novela gracias a dos acontecimientos: la reedición del libro (Interzona) y su conversión en espectáculo teatral por el prestigioso director, dramaturgo y actor argentino Claudio Tolcachir, creador de la emblemática sala Timbre 4 de Buenos Aires y afincado desde hace dos años en España. Estrenado este jueves en el Teatro de la Abadía de Madrid, Tolcachir no solo codirige el montaje junto con su compatriota Lautaro Perotti sino que además actúa, lo que supone también una celebración, pues en España solo se le vio una vez como intérprete en una obra de Daniel Veronese en 2007.

Es un reto llevar a las tablas esta novela. Sergio Cordero dirigió en 2009 una notable versión cinematográfica volcada hacia el suspense, pero Tolcachir ha optado por una opción más arriesgada aunque en cierto modo más teatral: el monólogo. Buena decisión de partida y fenomenal recurso para poner todo el foco sobre el personaje que encarna la parábola. Para sentir la rabia y la humillación de José María. El problema es que la adaptación —escrita a ocho manos por Tolcachir, Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo— no llega a convertir el texto de Bizzio en un verdadero monólogo teatral, sino que lo deja en mera narración. Bien estructurada, interpretada con muchos matices por Tolcachir, pero ante todo narración. Sobre todo en la primera parte. El relato de los hechos se come al personaje. No vemos la ira en sus ojos cuando mata. Quizá también porque el actor explota en exceso el lado tierno de José María.

Lo teatral aquí es el espacio. El juego de luces y sombras ideado por Juan Gómez-Cornejo, los sutiles sonidos creados por Sandra Vicente y la gran escalera diseñada por Emilio Valenzuela y que ocupa buena parte del escenario durante toda la función —llena de recovecos, escondrijos y aristas— crean una atmósfera verdaderamente poética. Pero la rabia no está.

Rabia

Texto: Sergio Bizzio. Adaptación: Claudio Tolcachir, Lautaro Perotti, María García de Oteyza, Mónica Acevedo. Dirección: Claudio Tolcachir y Lautaro Perotti. Intérprete: Claudio Tolcachir. 

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Sobre la firma

Raquel Vidales
Jefa de sección de Cultura de EL PAÍS. Redactora especializada en artes escénicas y crítica de teatro, empezó a trabajar en este periódico en 2007 y pasó por varias secciones del diario hasta incorporarse al área de Cultura. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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