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‘FitzRoy’: salvados por las actrices

El humor de Jordi Galceran es el típico de un hombre nacido en la década de los sesenta, que aun creyendo que se ha deconstruido, no puede evitar ser machista y falocéntrico todo el rato

Una escena de la obra 'FitzRoy'.
Una escena de la obra 'FitzRoy'.DAVID RUANO
Oriol Puig Taulé

Había una gran expectación por ver la nueva obra de Jordi Galceran. El autor de El mètode Grönholm no estrenaba nada desde El crèdit (La Villarroel, 2013). Han pasado diez años, y lo nuevo de Galceran es un espectáculo dirigido, una vez más, por Sergi Belbel. FitzRoy se ha vendido como la primera comedia de Galceran protagonizada por mujeres, y así es: Míriam Iscla, Sílvia Bel, Sara Espígul y Natalia Sánchez son cuatro alpinistas que se proponen coronar el FitzRoy, el monte de la Patagonia de 3.405 metros de altura, considerado de “dificultad extrema” por sus enormes extensiones de lajas verticales. Estas cuatro mujeres quieren ser la primera expedición femenina en alcanzar este logro, y podríamos decir que el test de Bechdel termina aquí. Alison Bechdel aprueba únicamente la sinopsis de este espectáculo.

El detonante de todo el lío será, oh sorpresa, un hombre. Sergi se encuentra fuera de escena (le pone voz Jordi Boixaderas), pero desencadenará casi toda la acción por sus actuaciones en el pasado, y por su relación con algunas de las alpinistas que descansan y hablan animadamente antes de la ascensión final. El humor de Galceran es el típico de un hombre nacido en la década de los sesenta, que aun creyendo que se ha deconstruido, no puede evitar ser machista y falocéntrico todo el rato. El paquete del monitor del gimnasio y la erección de Sergi abren y cierran la función, respectivamente, y si el juego de las “palabras encadenadas” dio fama al primer texto de Galceran, aquí el recurso es el de la “frase maldita”. Aquel juego consistente en ir hilvanando una frase, palabra a palabra, como un “cadáver exquisito” y léxico, ideal para ejercitar la memoria y matar las horas muertas.

Lo mejor de este montaje son, sin duda, sus cuatro protagonistas. Nadie pone en duda la enorme vis cómica de Míriam Iscla (Premio Margarida Xirgu 2022), que nos vuelve a demostrar que se encuentra en plena forma, y aquí es Sílvia Bel quien quizá sorprenda a más de uno con sus dotes para la comedia. Ella es la típica amiga que posee un gran catálogo de anécdotas para todas las ocasiones, y su manera de contarlas (y su verbo florido) ya supone una atracción en sí misma. A Sara Espígul le toca el personaje que hace estallar uno de los conflictos de la obra: un giro un poco difícil de creer sobre el papel, que la actriz defiende con oficio y muy buena nota. Natalia Sánchez interpreta a la más joven, en un catalán casi perfecto que podrían envidiar muchos actores de Barcelona: ¿lo ven como sí se puede?

Otra gran baza de FitzRoy la encontramos en su escenografía: Max Glaenzel y Josep Iglesias han creado una montaña hiperrealista, enmarcada en el primer término del escenario, como si de un cuadro romántico se tratase. Solución práctica y vistosa: al final, la obra es un plano secuencia, una larga conversación a tiempo real que tiene lugar en una montaña, como podría suceder en una oficina, un banco o la sala de espera del dentista. El humor negro y los chistes de vestuario (femenino) pasan gracias al talento y el oficio de las cuatro actrices. Una vez más, las mujeres salvando la papeleta a los hombres. En este caso, al autor y al director.

FitzRoy

Texto: Jordi Garcelan. Dirección: Sergi Belbel. Reparto: Sílvia Bel, Míriam Iscla, Sara Espígul y Natalia Sánchez. Teatre Borràs. Barcelona. Hasta el 23 de abril.

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Sobre la firma

Oriol Puig Taulé
Oriol Puig Taulé (Sabadell, 1980) es crítico y cronista de artes escénicas. Es licenciado en Historia del Arte y tiene un Máster en Estudios Teatrales por la Universidad Autónoma de Barcelona. Coordina la sección de teatro y danza del digital cultural 'Núvol', y lo encontraréis en los escenarios más insospechados

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