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El sexismo no es ninguna broma

Un informe en Francia advierte de que los chistes e insultos machistas son la "matriz de las desigualdades"

Silvia Ayuso
Manifestantes contra la violencia machista en noviembre en París
Manifestantes contra la violencia machista en noviembre en ParísOLIVIER MORIN (AFP)

¿Cuesta más un chiste feminista que uno sobre la monarquía? La pregunta que, a raíz de una popular campaña publicitaria de las pasadas navidades, se planteó en España no es algo que inquiete necesariamente en la republicana Francia. Sí lo es, sin embargo, la amplia presencia —y tolerancia— del sexismo en el humor en este país, una cuestión que el Alto Consejo para la Igualdad Mujer Hombre (HCE, por sus siglas en francés) ha analizado en un primer informe en el que también se incluye el sexismo en los insultos. Se ha publicado este jueves.

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¿Y por qué fijarse en estos dos aspectos? Porque “son dos manifestaciones, percibidas como banales que, sin embargo, cuestionan la lucha contra el sexismo y la libertad de expresión”, y que además “disfrutan de una gran tolerancia social”, explica el informe. Algo especialmente preocupante puesto que el sexismo, subraya el HCE, es “una ideología peligrosa tanto por sus manifestaciones como por sus efectos”, entre otros una “legitimación de las desigualdades y la violencia sexista o sexual”.

Según los datos del informe, “más de la mitad de los contenidos humorísticos analizados (varios programas de radio matinales, los vídeos de los dos youtubers más populares de Francia y los “chistes del día” de una web humorística francesa) usó al menos un recurso sexista”. Son datos de 2017, el año en que se desató el movimiento feminista Me Too, cuyas consecuencias aún están por analizar, según las especialistas. En 2017 en todo caso, casi el 40% de los franceses dijo haber escuchado al menos una broma o chiste sexista a lo largo del año, una cifra que se dispara al 56% entre los menores de 25 años.

“El sexismo es uno de los principales recursos para hacer reír”, ha lamentado la coautora del estudio, Marion Oderda, durante su presentación este jueves en París.

También los insultos sexistas constituyen un acto de violencia cotidiana: en 2017, 1,2 millones de mujeres dijeron haber sido objeto de un insulto sexista, es decir, casi una de cada 20 francesas. En el 64% de los casos, el ataque verbal incluyó insultos como “zorra” (27%) o “puta” (21%), “términos que buscan reducir a mujeres a objetos sexuales”, precisó la presidenta del Alto Consejo, Danielle Bousquet.

A las altas cifras, se une otra constatación preocupante: la “gran tolerancia” a estas actitudes sexistas. Y hablar de tolerancia es, en último término, “hablar de impunidad” ante este tipo de actos, advirtió Bousquet.

Uno de cada tres hombres considera graciosas las bromas sexistas, concluye el informe, algo que en el caso de las mujeres es mucho menor —una de cada siete— pero aun así no desdeñable.

La tolerancia ante los insultos sexistas se revela también en la reacción que suscitan: 1,2 millones de francesas sufren cada año al menos un insulto sexista y la ley fija sanciones de hasta un año de cárcel y multas de 45.000 euros como máximo por injurias sexistas públicas. Sin embargo, estas son “muy infrecuentemente denunciadas —solo el 6% de las mujeres afectadas presentan una denuncia— y más raramente aún condenadas: en 2017, solo se pronunciaron cuatro condenas” por este delito, señala el HCE.

En el informe de 130 páginas, el organismo reclama un “plan nacional contra el sexismo” hasta 2022 sobre cinco ejes: medir mejor el sexismo mediante una encuesta anual; campañas de sensibilización y formación de profesionales, especialmente en medios y organismos de comunicación; un mayor apoyo a las víctimas mediante una mejora de la financiación de las asociaciones que las ayudan y “garantizar una acción pública exenta de todo sexismo”, entre otros mediante una “diplomacia feminista” que, a corto plazo, tenga en su mira acciones en el marco del G7 que este año preside Francia.

El sexismo, subrayó Bousquet, “no es una fatalidad y no tiene nada de natural. Es una ideología mortífera que hay que combatir con vigor” porque “es la matriz de todas las desigualdades”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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