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Divinas drogas, el cabreo de Boadella y otros libros de la semana

Los críticos de ‘Babelia’ reseñan los títulos de Carlos González Wagner, Francisco Veiga, José Antonio Martínez Soler, Albert Boadella, Francisco Goldman, Javier García Sánchez, Susanna Kaysen, Shulamith Firestone, Bette Howland, Marcos Obregón, Adrien Bosc y Xuan Cándano

Libros de la semana
Cultivo de hongos 'Psilocybe cubensis', con efectos alucinógenos, en un laboratorio de Washington.Jahi Chikwendiu (The Washington Post via Getty Im)

A lo largo de la historia, diferentes culturas han recurrido a sustancias del mundo natural que provocan estados alterados de conciencia. Y, sin duda, tras algunos mitos, imágenes y relatos patrimoniales, se pueden encontrar rastros y restos del uso de las llamadas “plantas de los dioses”. Estas sustancias, que los expertos denominan enteógenas, término que alude a la idea de “llevar un dios dentro”, sirvieron, a la par que la religión que las albergaba, para la dominación y el prestigio de las élites a través de relatos, rituales e imágenes. Un interesante y reciente ensayo escrito por Carlos González Wagner, titulado Las drogas sagradas en la Antigüedad (Alianza Editorial), nuestro libro de la semana, analiza ese rastro en la historia, que no solo se limita al caso de los pueblos prehistóricos y del antiguo Oriente, sino que lo amplía a los supuestos “padres de Occidente”, griegos y romanos, cuyos mitos y ritos también estarían plenos de referencias a estas plantas sagradas.

Otro interesante libro es Joven, no me cabree, de Albert Boadella, un testamento artístico del actor y autor teatral, que creó con solo 19 años la mítica compañía Els Joglars, en el que vuelve a leerle la cartilla a la sociedad. Escrito en forma de diálogo entre el viejo maestro, orgulloso de ser un cascarrabias, y un joven que prepara una tesis sobre él, el volumen sirve a Boadella para reflexionar sobre el mundo del teatro, la actual docilidad del público, que ya no patea ni silba en las funciones, y la falta de libertad de los comediantes. Y no oculta su cabreo: “Los mayores enemigos del teatro como arte son los escritores”.

Los libros que tratan las enfermedades mentales desde un punto de vista literario siguen experimentando un auge. Bien desde un enfoque autobiográfico o hasta un poco más científico. Y esta semana en Babelia se reseñan cuatro libros escritos por autores que sufren problemas psíquicos y los cuentan desde sus propias experiencias. Tres de ellos en las décadas de los años sesenta y setenta, y un cuarto, en español, en la actualidad. Por un lado, Patricio Pron escribe sobre los libros de Susanna Kaysen y de Shulamith Firestone. En Inocencia interrumpida —trasladada a película con Wynona Ryder y Angelina Jolie como protagonistas, pero hasta ahora sin traducir al español— Kaysen narró su experiencia durante su ingreso, a finales de los años sesenta y a raíz de un intento de suicidio, en una institución psiquiátrica en la que las internas eran drogadas contra su voluntad, sometidas a electrochoques y recluidas por la fuerza, aunque escribió: “Para muchas de nosotras, el hospital era tanto un refugio como una prisión”. Y en Espacios sin aire, Shulamith Firestone hace un recorrido similar sobre su propio internamiento a mediados de los setenta. Por su parte, Anna Caballé reseña otros dos libros: El pabellón 3, de Bette Howland, que ingresó en un hospital tras ingerir un frasco de somníferos —se apunta como hipótesis su tóxica relación con el escritor y premio Nobel Saul Bellow—; y Contra el diagnóstico. Desmontando la enfermedad mental, en el que Marcos Obregón denuncia la comodidad de un diagnóstico basado en el DSM, que homogeneiza la complejidad psíquica a modo de inventario, y subraya los vínculos de la psiquiatría contemporánea con la industria farmacéutica.

Otros libros reseñados por los críticos de Babelia son la novela del escritor estadounidense de origen guatemalteco Francisco Goldman, titulada Monkey Boy, una hermosísima novela con tintes autobiográficos sobre la vida de esos ciudadanos “borrosos” que son muchos de los inmigrantes en Estados Unidos; o Vida de un espejo, de Javier García Sánchez.

Por su parte, Jordi Amat ha reflexionado sobre el impulso que llevó a la filósofa francesa Simone Weil a querer conocer la lucha revolucionaria en directo. Los textos de la propia escritora, en La agonía de una civilización y otros escritos de Marsella, y un libro de Adrien Bosc, titulado La columna, dan pistas del paso de la escritora por la Guerra Civil española. En cuanto a otros ensayos, Francisco Veiga ha escrito Ucrania 22. La guerra programada, en el que denuncia la estrategia de Estados Unidos de apoyar a los partidos nacionalistas de los países europeos para devaluar la unidad política de la UE frente al poder militar de la OTAN —“que se joda la Unión Europea”, llegó a comentar una secretaria de Estado estadounidense en unas conversaciones telefónicas con Kiev en 2014 filtradas a la prensa—, una actitud que ha contribuido a la creación de un ambiente geoestratégico que alimentó la inclinación de Moscú a sentirse bajo amenaza; el periodista José Antonio Martínez Soler ha publicado La prensa libre no fue un regalo, donde relata los avatares del Periodismo profesional en una coyuntura social y política tan singular como la Transición de la dictadura franquista a la democracia constitucional; y Xuán Cándano ha recorrido con frescura narrativa, en No hay país, las últimas décadas de la política asturiana, donde reflexiona sobre el fin de la minería, la desindustrialización y el cambio de modelo económico.

Portada de 'Las drogas sagradas en la Antigüedad', de Carlos González Wagner.

‘Las drogas sagradas en la Antigüedad’, de Carlos González Wagner

Carlos González Wagner repasa la relación entre los mitos y las drogas en un ensayo que amplía el uso de estas sustancias hasta el mundo clásico. Reseña de David Hernández de la Fuente.
Portada de 'Ucrania 22: La guerra programada', de Francisco Veiga.

‘Ucrania, 22. La guerra programada’, de Francisco Veiga

El experto denuncia la estrategia de Estados Unidos de apoyar a los partidos nacionalistas para devaluar la unidad política europea ante el auge militar de la OTAN. Crítica de Juan Luis Cebrián.
Portada de 'La prensa libre no fue un regalo', de José Antonio Martínez Soler.

‘La prensa libre no fue un regalo’, de José Antonio Martínez Soler

El veterano cronista relata los avatares del Periodismo profesional en una coyuntura social y política tan singular como la Transición de la dictadura franquista a la democracia constitucional. Crítica de Rafael Fraguas.
Portada de 'Joven, no me cabree', de Albert Boadella.

‘Joven, no me cabree’, de Albert Boadella

El actor y creador teatral vuelve a leerle la cartilla a la sociedad en su último libro, donde reflexiona sobre el teatro, la docilidad del público y la falta de libertad de los comediantes. Crítica de Lola Galán.
Portada de 'Monkey Boy', de Francisco Goldman.

‘Monkey Boy’, de Francisco Goldman

La novela del escritor estadounidense de origen guatemalteco, que persigue esa sombra propia que llamamos identidad, permite al lector imaginar al otro en su claroscuro, superar el rol de víctima o verdugo. Crítica de Carlos Pardo.
Portada de 'Vida de un espejo', de Javier García Sánchez.

‘Vida de un espejo’, de Javier García Sánchez

Con un espejo como narrador único, el último libro de Javier García Sánchez, ofrece una prolija meditación sobre un sinfín de asuntos con un doble fondo metaliterario. Crítica de Domingo Ródenas de Moya.
Portada de 'Inocencia interrumpida', de Susanna Kaysen.

‘Inocencia interrumpida’, de Susanna Kaysen

Inédito en español pese al éxito de su adaptación cinematográfica de 1999, narra el paso de la autora por una institución psiquiátrica en la que las internas eran drogadas contra su voluntad, sometidas a electrochoques y recluidas por la fuerza. Artículo de Patricio Pron.
Portada de 'Espacios sin aire', de Shulamith Firestone.

‘Espacios sin aire’, de Shulamith Firestone

Las razones que llevaron a la autora a ser ingresada en una institución psiquiátrica la esperaban a su salida. Años después, fue encontrada sin vida en su apartamento, en 2012, a los 67 años. Artículo de Patricio Pron.
Portada de 'El pabellón 3', de Bette Howland.

‘El pabellón 3’, de Bette Howland

El libro de Howland, que se tomó un frasco de somníferos (quizá debido a una relación tóxica con el escritor Saul Bellow) y acabó ingresada en un pabellón psiquiátrico, está volcado en la observación de su entorno, de los pacientes, las enfermeras y los médicos con los que convivió. Artículo de Anna Caballé.
Portada de 'Contra el diagnóstico', de Marcos Obregón.

‘Contra el diagnóstico’, de Marcos Obregón

El autor denunciar la comodidad de un diagnóstico basado en el DSM, que homogeneiza la complejidad psíquica a modo de inventario, y subraya los vínculos de la psiquiatría contemporánea con los intereses lucrativos de la industria farmacéutica. Artículo de Anna Caballé.
Portada de 'La columna', de Adrien Bosc.

‘La columna’, de Adrien Bosc

La filósofa francesa Simone Weil quiso conocer la lucha revolucionaria en directo. Este libro recorre los 45 días que pasó en España durante la Guerra Civil española, en la que estuvo integrada en la Columna de Buenaventura Durruti. Crítica de Jordi Amat.
Portada de 'La agonía de una civilización y otros escritos de Marsella', de Simone Weil.

‘La agonía de una civilización y otros escritos de Marsella’, de Simone Weil

Los textos y cartas escritos durante su estancia a los 32 años en Marsella, ciudad de paso para los que escapan del nazismo, revelan el compromiso político de la escritora francesa. Artículo de Jordi Amat.
Portada de 'No hay país', de Xuan Cándano.

‘No hay país’, de Xuan Cándano

El autor recorre con frescura narrativa las últimas décadas de la política asturiana y reflexiona sobre el fin de la minería, la desindustrialización y el cambio de modelo económico. Crítica de Sergio C. Fanjul.


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