‘Flores tardías’: inodoros comunales y tortugas sabias en la China actual
Los relatos satíricos y costumbristas de Mo Yan abordan en la mejor tradición del contador de historias las contradicciones entre la vida rural y el mundo moderno
Mo Yan es lo que en literatura se conoce como un “contador de historias”, de los cuales lo es por excelencia en la literatura occidental Robert Louis Stevenson. Encarnan la figura del narrador puro, la que existe desde que el ser humano creó el primer relato en los albores de la civilización hasta nuestros días. En el caso de Mo Yan, el hecho de pertenecer a la cultura china lo sitúa en un modo de escritura que desciende de los grandes clásicos de su literatura (Viaje al Oeste, Jin Ping Mei, Sueño en el pabellón rojo, etcétera), pero también del gran autor moderno Lu Sin. Esta mezcla entre tradición y modernidad, entre Oriente y Occidente, hacen de Mo Yan un autor singular, que podemos llamar costumbrista y satírico a la vez, un escritor internacional de obras tan celebradas como Grandes pechos, amplias caderas; Sorgo rojo o La vida y la muerte me están desgastando.
Flores tardías es un conjunto de relatos en los que Mo Yan actúa como un personaje más, un personaje que mira, toma la palabra y cuenta, pero no pertenece al género autoficción: todos los relatos suceden en un pueblo, en el mundo rural, donde se encuentran a la vez las tradiciones ancestrales y la administración del Partido Comunista chino en un totum revolutum que da lugar al humor y a la fantasía. Esa conjunción de vida rural y mundo moderno me recuerda al mundo berlanguiano de la película Calabuig porque el ensamblamiento de vida entre tradición y modernidad será siempre un sustento intemporal de los relatos que cuentan las vidas de los seres humanos.
Para mostrar el tono, basta uno de los cuentos como ejemplo: ‘La paz suprema bajo el cielo’ cuenta el suceso acontecido a un muchacho, Xiao Ao, que vivía en un pueblo, Taiping, cuya desorganización y atraso eran notorios más allá de sus fronteras, donde la apreciada contribución a los tiempos modernos del funcionario de más alto nivel del régimen, Zhang Erkun, fue la de instalar unos inodoros comunales porque “aseguraba que unos campesinos que pueden cagar sentados constituyen el mejor ejemplo de una sociedad en la que las necesidades más básicas de la persona han sido satisfechas”.
Un humor sutil y crítico recorre este escenario de la vida rural en la República Popular China actual
Xiao Ao descubre a un par de pescadores, padre e hijo, echando sus redes en la gran bahía del oeste, sacan una tortuga gigante enredada en las mallas y exige la posesión de la tortuga porque las aguas pertenecen al pueblo. Los pescadores pactan entregar la tortuga a cambio de los peces conseguidos, pero en un descuido, la tortuga atrapa un dedo de Xiao y se niega a soltarlo. Habla con la tortuga y trata de conmoverla para que lo suelte, pero la tortuga es de ideas propias. Así pasan horas en las que concurren gentes del pueblo de nombres propios del imaginario chino (“Yuan, la pequeña tortuga” o “Yuan, el héroe del amanecer”), la abuela, el comisario del Partido, una pareja tronchante de la Policía del Pueblo, todo en un caos donde compiten formas de vida tradicional (la tortuga como representación del universo y sus secretos) con móviles y grabaciones de vídeo a efectos probatorios del suceso. Un humor sutil y crítico recorre este escenario de la vida rural en la República Popular China actual.
Doce relatos a cuál más divertido y entretenido e instructivo que muestran cómo los seres humanos florecen perfectamente reconocibles en sus peculiaridades también bajo un Estado funcionarial, ordenancista, igualitario y monolítico. La sátira y el humor sutil son estupendos unificadores de historias y vivencias. Y Mo Yan sigue fiel a sí mismo, que es lo propio de los narradores puros.
Flores tardías
Autor: Mo Yan.
Traducción: Blas Piñero Martínez.
Editorial: Kailas, 2022.
Formato: tapa blanda (280 páginas. 20,92 euros).
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