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Sergio Ramírez borda la desolación, el espanto y la insignificancia humana

En la colección de cuentos ‘Ese día cayó en domingo’ ningún relato es superfluo o de relleno. En ellos la técnica compositiva se acomoda a la narración de vicisitudes privadas y tramas políticas enfocadas en Nicaragua

El autor Sergio Ramírez por Sciamarella.
El autor Sergio Ramírez por Sciamarella.SCIAMMARELLA

Las colecciones de cuentos constituyen una especie bibliográfica de lo más heterogénea. Pueden unificarse en un envoltorio temático o enunciativo (como en el Decamerón) o pueden reunirse sin un aparente criterio de cohesión formal o semántica. Pueden constituir archipiélagos narrativos, con piezas de desigual extensión y relevancia, o conjuntos regulares; pueden presentarse como secuencias de orden aleatorio o sujetos a un orden deliberado que encauza el sentido. Este es el caso del libro de cuentos de Sergio Ramírez, organizado en tres partes, de las que la inicial y la final presentan vicisitudes privadas, mientras que la central encierra tramas políticas que conciernen a todos los ciudadanos centroamericanos y, extensivamente, a cualquier ser humano.

Ninguno de los 10 relatos es superfluo o de relleno. En todos llama la atención la creatividad estructural de Ramírez y la admirable pluralidad técnica con que incide en las realidades íntimas de cualquier ser humano, aunque sobresalen los textos cuyo foco se sitúa en Centroamérica, sobre todo en la Nicaragua tan violentamente dulce de Julio Cortázar, que aquí aparece despojada de dulzura, vulnerada por la violencia de Estado. Pero que nadie piense que Ese día cayó en domingo es literatura uncida a la denuncia o la propaganda, nada de eso. En los cuatro cuentos con metralla política de la parte central, el escritor prevalece con creces sobre el político —sobre Ramírez, que fue vicepresidente tras la revolución sandinista, pesa una orden de detención en Nicaragua a causa de su disidencia del Gobierno de Daniel Ortega—. En ellos se muestra magistralmente cómo la literatura puede coaligarse con el compromiso político sin que este la avasalle o degrade. El impacto de los hechos sobrecogedores que aborda se acentúa gracias a las estrategias narrativas y las modulaciones de la prosa: la matanza de todos los habitantes de una aldea guatemalteca ordenada en 1982 por el dictador Efraín Ríos Montt (los soldados “hacían mancilla de sus cuerpos”, hacían “mortandad con los niños”), narrada desde la perspectiva de un equipo de antropólogos; el asesinato del niño Pollito, quien se negó a ser oreja de la policía para espiar si sus padres hablaban “contra el comandante Daniel y su esposa”, contado por la voz de su madre; el salvajismo de la tortura sufrida por el trans Lady Di por difundir en las redes imágenes poco lisonjeras para el gobierno “revolucionario”, una atrocidad contada como paráfrasis ordenada de su traumático testimonio. Pero Ramírez sabe que ciertas realidades trágico-bufas, como las maniobras de Ortega para perpetuarse en el poder, piden a gritos un tratamiento humorístico, como en ‘El jardinero de palacio’.

El autor Sergio Ramírez por Sciamarella.
El autor Sergio Ramírez por Sciamarella.SCIAMMARELLA

La perfección con que se acomoda la técnica compositiva al asunto se repite en los relatos de las otras dos secciones, centrados en la cotidianidad disminuida o contrariada de los personajes. La anhelada soledad de una mujer que ha visto escapársele la vida por culpa de un matrimonio infausto, contada por ella misma; la trampa en que se meten quienes aspiran a codearse con la élite social; el viudo impotente acosado por el fantasma de su esposa que se somete a un malhadado implante de pene… En cada relato, el procedimiento, el registro estilístico y el tono varían: el humorismo bufo de un hipocondriaco al que visita la parca se hace cáustico en la pluma del periodista local que escribe sobre la vida sexual de sus jefes (o de los marsupiales), pero en el cuento que da título al volumen es la melancolía la que embarga el recuerdo de la final de béisbol de 1972 en que Nicaragua ganó a Cuba, días antes del terremoto que arrasó Managua. Qué paradoja que estas historias por las que campa la insignificancia humana y la capacidad para provocar desolación y espanto produzcan un extraño placer al lector. Es el privilegio de la genuina literatura.

Portada del libro 'Ese día cayó en domingo', de Sergio Ramírez. EDITORIAL ALFAGUARA

Ese día cayó en domingo 

Sergio Ramírez 
Alfaguara, 2022
214 páginas. 18,90 euros

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