Boris Mikhailov: los diarios de un ucranio irreverente
Desde hace casi seis décadas, el provocador artista observa el devenir de su país a través de su cámara. Una exposición y un libro recorren su obra y desvelan su rico universo, donde la subversión se convierte en regla
Desde que en 1966 Boris Mikhailov (Járkov, Ucrania, 1938) cogió por primera vez una cámara, no ha hecho más que romper reglas. Subvertir y jugar con los códigos visuales, y no visuales, de la era soviética para, a través de su irreverencia, navegar entre la fotografía documental, la conceptual y la performance, haciendo uso de distintas técnicas que replantean la imagen fotográfica en sí. La destreza del autor a la hora de tomar el pulso a aquello que se esconde bajo el cascarón de la realidad y alcanzar su sima desde unos postulados profundamente vitalistas le ha llevado a ser reconocido como uno de los artistas contemporáneos más influyentes de la Europa del este. La Casa Europea de la Fotografía de París (Maison Européenne de la Photographie, MEP) inaugura Boris Mikhailov, Ukrainian Diary, la retrospectiva más importante hasta la fecha en torno a la figura del iconoclasta ucranio.
Pese a haber sido programada mucho antes de que estallara la guerra, la exposición tiene lugar dentro del dramático contexto bélico. Una coincidencia que resulta sumamente pertinente ya que en su núcleo late el sufrimiento acumulado y la opresión y el control ejercido sobre un pueblo a lo largo del último siglo. Un recordatorio de la rica historia, la resiliencia sin límites y el coraje de los ucranios. “La muestra celebra la vida de una gente que de forma continuada nos muestra el significado de la supervivencia y el triunfo sobre la adversidad a través de los ojos de uno de sus testigos más sensibles y originales”, destaca Simon Baker, director de la MEP.
La exposición coincide con la publicación de Boris Mikhailov. From “blaue horse” till now days 1965-2022, que reúne 27 de los proyectos llevados a cabo por el artista a lo largo de casi seis decenios. Un recorrido donde el humor se da la mano con la tragedia, cuyo título hace alusión a un grupo de estudiantes de Járkov conocido como Caballo azul. Sus integrantes fueron juzgados a comienzos de los sesenta por haber violado los códigos morales de la sociedad soviética al sucumbir a la “inapropiada” influencia occidental. Por aquellos días “la ciudad estaba llena de rumores acerca del rock & roll, de los Beatles, de fiestas y de libertinaje”, describe el fotógrafo. Sentenciados y encarcelados, la principal prueba en contra de los rebeldes consistió en un lote de fotografías personales marcadas con notas judiciales que advertían de “vida, juventud y placer”. Fueron tomadas en la época en la que el propio autor daba sus primeros pasos con la cámara. Una época que describe como “el comienzo de la percepción sensual del mundo a través de la fotografía”. Mikhailov había comenzado a filmar un documental sobre la fábrica donde trabajaba como ingeniero cuando la KGB descubrió que utilizaba el laboratorio para revelar desnudos. Fue acusado de ejercer la pornografía y perdió su trabajo. “La tarea de un fotógrafo es siempre encontrar la sutil y vaga frontera entre lo permitido y lo prohibido. La frontera cambia de forma constante, como la vida misma”, escribe el autor.
En los ‘diarios’ de Mikhailov su ciudad natal, Járkov, sirve de fondo para muchas de sus series. Dirá que el edificio constructivista donde nació fue su primer maestro de arte. Aparte de tan recio mentor nada en la localidad le influyó. Las limitadas tradiciones culturales de la urbe le situaron en “un estado de apertura total”, en ese estado ansiado por todo artista. “Creo que la vulgaridad es una de las características particulares del lugar”, reconocía en una entrevista con Viktor Misiano publicada en la revista Aperture. “No tiene una tradición cultural, pero si energía y ambición. Y en cierto sentido esa vulgaridad puede considerarse incluso revolucionaria”. Es en ese entorno, estimulado por su afán por lo experimental, donde lo pobre y lo dañado dejará de ser un inconveniente para convertirse en una herramienta artística esencial para el fotógrafo. Allí, por un descuido, descubre la fascinación que le produce superponer negativos, los “ensamblaje aleatorio que reflejan la dualidad y las contradicciones de la sociedad soviética”, elementos que darán forma a Yesterday´s Sandwich, la primera serie fotográfica del artista.
A lo largo de su trayectoria, Mikhailov ahondará tanto en los aspectos formales y estéticos del medio “como en la utilidad sociopolítica de la imagen fotográfica a la hora de re enmarcar el mundo en el que vive”, destaca Baker. Ni a la hora de retratar la Ucrania de la era soviética, ni cuando retrata esos mismos espacios y lugares durante y después del colapso del régimen, ni cuando trata de asuntos de la vida y de la muerte se permite a sí mismo el lujo de la distancia emocional, frecuentemente asociada a los intentos de documentar las sociedades a través de las imágenes. “Su corazón está en el centro de sus descripciones tanto de su propia vida como de la de los demás”, advierte Baker.
En Black Archive (1968-1979) el autor se dispuso a “disparar a las cosas supuestamente malas de forma supuestamente incorrecta”. Ir en sentido contrario al imaginario del realismo social se convirtió en una prioridad para él. Fue entonces cuando comenzó la búsqueda del ciudadano “anónimo” y “medio” en contraposición al héroe soviético, documentando escenas del día a día, tomadas clandestinamente en espacios públicos y de forma deliberadamente borrosa, sin contraste o defectuosa. En Red (1968-1975) el fotógrafo reunirá imágenes donde el rojo queda claramente asociado a la simbología soviética como una forma de señalar hasta qué punto la ideología comunista permeaba todos los aspectos de la vida.
Su vida que convirtió en una “lucha por romper con las formas estrechas que se le estaban imponiendo desde el exterior”, reconocía el autor. Pero si algo distingue el quehacer artístico de Mikhailov es su capacidad de interferir en la vida para jugar con ella, recurriendo, cuando es necesario, a la exageración o al absurdo. Como lo hace en Crimean Snobbisms (1988) donde se fotografía junto a sus amigos jugando a ser rico y burgués. O en I Am Not I (1992) donde se autorretrata desnudo parodiando los estereotipos masculinos idealizados. Su obra ha sido comparada a las novelas del disidente Limónov en cuanto a su componente autobiográfico y confesional. Ambos tratan de experiencias íntimas e incluyen elementos de transgresión mientras mezclan el performance con las prácticas sociales. “Ambos estamos preocupados por dejar de lado la estética y la belleza exterior. Lo más importante para nosotros no son las apariencias externas sino las profundidades más íntimas de la vida y la humanidad”, admite el fotógrafo. “¿Por qué tenemos derecho a fotografiar a otros? ¿Y quién eres tú? Es por eso por lo que me empecé a fotografiarme a mí mismo, sugiriendo en estas imágenes una respuesta a mi propia pregunta”.
Case History (1997-98) es la serie más polémica del artista. Es el crudo y empático, y en ocasiones grotesco, retrato de aquellos que quedaron sin hogar por el ascenso de la oligarquía capitalista tras el colapso el régimen soviético. Transgrediendo los códigos del fotoperiodismo, el autor pagaría a sus modelos. Con frecuencia los llevaba a su domicilio donde los ofrecía comida y un baño a cambio de un posado. “No era posible hacer uso de los viejos métodos documentales. Era necesario para encontrar nuevos métodos para mostrar la vida y revelar sus profundidades”, argumentaba el fotógrafo.
Temptation of Death (2018-2021) es su última serie. Se compone de más de 150 dípticos en los que se combinan imágenes del pasado con nuevas fotografías realizadas en el interior de un enorme crematorio inacabado, que se empezó a construir en Kiev durante la época soviética. Un dialogo sobre el pasado y el presente, donde nuevamente aparecen todos los elementos que dan forma al rico y profundo universo del artista; la represión, la transformación, la fragilidad y la mortalidad, pero también la esperanza y la vida. Desde que comenzó la invasión de Ucrania, Mikhailov no ha podido volver a Járkov. Junto a Vita, su mujer, su familia y sus amigos refugiados aguarda instalado en Berlín el regreso a su país.
‘Boris Mikhailov. Ukrainian Diary’. MEP. París. Hasta el 15 de enero del 2023.
‘Boris Mikhailov. From “blaue horse” till now days 1965-2022′. Morel Books. 576 páginas. 53 euros.
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