Novela total y broma maestra de Juan Tallón sobre la escultura gigante perdida en el Reina Sofía
La brillante historia sobre la desaparición del ‘richard serra’ de 38 toneladas se construye a base de testimonios de más de 70 personajes reales
La noticia es de sobra conocida y saltó a la prensa en 2006: el Museo Reina Sofía había perdido la obra Equal-Parallel/Guernica-Bengasi, del artista norteamericano Richard Serra. Si perder una obra ya es un desastre, que ésta sea una escultura de 38 toneladas de acero roza el delirio humorístico. A partir de ahí se multiplican las hipótesis: la prestigiosa empresa Macarrón, SA, encargada de su almacenamiento en una nave de Arganda del Rey, había quebrado 10 años antes sin que ningún responsable del museo se hubiera preocupado por “recoger” los cuatro pesados bloques de aquella obra maestra del minimalismo, que permanecían junto al aparcamiento, a la intemperie. De hecho, Macarrón quebró por una macabra relación con las instituciones públicas. Resumiendo, aquella empresa dedicada desde hacía más de 100 años a la producción de materiales de Bellas Artes, así como al enmarcado y montaje de exposiciones, debía a la Seguridad Social los millones que el Ministerio de Cultura y otros ministerios no le habían pagado aún por algunos proyectos estelares de la Expo de Sevilla. A partir de ahí, la maquinaria siniestra: la Seguridad Social prohíbe que el Museo Reina Sofía y otros organismos públicos paguen a Macarrón una deuda que ya era millonaria, sin que por ello dejen de reclamársele nuevos servicios, que tampoco se le pagarán. Entonces Macarrón quiebra. Y la Seguridad Social embarga sus terrenos, sobre los que construye un archivo histórico. Entretanto, la obra de Serra ha desaparecido. ¿Se había vengado Macarrón llevándosela? ¿La desguazaron como chatarra? ¿La enterraron en los solares del nuevo archivo histórico de la Seguridad Social? El caso se sobreseyó sin que nadie haya podido explicar cómo se ha volatilizado la pesada obra maestra. Aunque quizá “la obra maestra”, como apunta el artista Isidoro Valcárcel Medina en esta novela, “es robar la escultura de Richard Serra, no hacerla”.
Con estos materiales algo caóticos e inabarcables (como mi enumeración), Juan Tallón (Vilardevós, 1975) ha escrito uno de los más brillantes frescos literarios de la España reciente, una moderna feria de las vanidades donde la política, la institución del arte y la judicatura muestran sus ruindades y torpezas. Pero también una sagaz disección de las relaciones de los artistas con el poder en nuestras sociedades “democráticas”, de las ambivalencias de eso que llamamos arte público: obras que nos enseñan a “activar el espacio”, pero también muros que parten plazas y deprimen a sus vecinos.
Tallón elige narrar esta historia con las perspectivas de más de 70 personajes, muchos de ellos conocidos artistas, críticos o políticos: Oriol Bohigas, Calvin Tomkins, Rosina Gómez-Baeza, Carlos Solchaga, Carmen Giménez o el mismo Richard Serra. Más de 70 “monólogos”, incluyendo vigilantes jurados, historiadores, galeristas, periodistas, directores de museo, escritores y un jubilado.
Pero debe quedar claro que Tallón no “entrevista”. Aunque Obra maestra es una exhaustiva investigación, el autor “inventa” unas voces. Que Tallón es un maestro en esta modulación de los personajes por sus propias palabras, por sus detalles humorísticos, su locuacidad fuera de lugar incluso en circunstancias dramáticas ya lo sabíamos por su maravillosa novela anterior, Rewind, pero en Obra maestra este método alcanza una destreza aún mayor. En primer lugar, porque buena parte de las voces de esta nueva novela pertenecen a “personas reales”, pero mientras leemos funcionan, sobre todo, como alucinantes creaciones literarias. Llevándolo a un plano estructural mayor, éste también es el secreto de Obra maestra, que todos sus materiales, reales o no, hayan desembocado en una gran creación “ficticia”. Y que a la vez esta obra “ficticia”, esta novela, se haya camuflado de material preliterario, de documentación periodística. Es un hermoso truco, entre la verosimilitud de la novela que quiere convertirse en el fresco de una sociedad y el disparate genial y extrañado de un parodista, un bromista trágico, más cercano a Nabokov que a Balzac. Y mientras avanzamos en los cuatro actos de esta especie de novela de detectives según los cánones poirotescos del Who did it, no nos importa conocer cuántos de estos fragmentos tienen su origen en entrevistas realizadas por el autor, artículos leídos o declaraciones captadas al azar durante los más de 10 años de escritura (fechas que sugiere otro de los monologantes locuaces de Obra maestra, el propio Juan Tallón, en uno de los fragmentos finales), sino cuáles serán los giros impertinentes de las vidas y las voces de estos personajes, cuáles los detalles que los elevarán como artificios de la imaginación. A un vigilante jurado lo recoge un coche fúnebre cada noche. La inspectora de la Brigada de Patrimonio sentencia: “El café que tomas a medida que te alejas de Madrid te recuerda que en Madrid, en general, no se bebe café sino otra cosa. Otra cosa que no tiene perdón. Ni nombre”. Por no hablar de dos personajes antagónicos que se reservan lugares principales en esta comedia: Ana Sucunza, subdirectora general de la Tesorería de la Seguridad Social, y Jesús Macarrón, empresario.
Pero Tallón no abusa de estos giros burlescos ni derrapa por ingenioso: antes bien, desde sus primeras palabras da profundidad y ternura a cada uno de estos personajes, conocido o no, cuidándolo con la sutil protección de la caricatura. Porque son muchos elementos los que están en juego: política, identidad nacional, fracaso y éxito, torpeza congénita, mala leche, innovación en la gramática del arte… Y de esta manera tan oblicua y prismática, tan cuidadosa en definitiva, Tallón ha escrito una novela “total”. Divertida, trágica y rotunda.
Obra maestra
Autor: Juan Tallón.
Editorial: Anagrama, 2022.
Formato: tapa blanda (328 páginas, 19,90 euros) y e-book (10,99 euros).
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