Sí: ya viene el lobo
Regreso a México
Las veinte horas de Graham Greene en La Habana
Felipe
Desde París, con amor
Cena de paz en Harpsund
La soledad de América Latina
La literatura sin dolor
Bueno, hablemos de música
El lujo de la muerte
La penumbra del escritor de cine
USA: mejor cerrado que entreabierto
La cándida Erendira y su abuela Irene Papas
Hemingway en Cuba
Obregón o la vocación desaforada (*)
El cuento después del cuento
Se necesita un escritor
Beguin y Sharon, premios 'Nobel de la Muerte'
El destino de los embalsamados
El rumor como medio de comunicación social
Terrorismo científico
EI mar de mis cuentos perdidos
Frases de la vida
También el humanitarismo tiene su límite
La vejez juvenil de Luis Buñuel
Y de la guayaba, ¿qué?
Los pobres traductores buenos
La noche caliente de Amsterdam
El amargo encanto de la máquina de escribir
Está de moda ser delgado
La dura vida del turista
Lo que no adivinó el oráculo
Roma en verano
Infidencias de un Jurado en Cannes
Jurado en Cannes
La vaina de los diccionarios
Esta es la historia, tal como me la contaron
Un payaso pintado detrás de una puerta
'El pez es rojo'
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