Humedal de Quilicura: un espacio vital para la comunidad y la supervivencia humana
En el norte de la capital chilena se encuentra el segundo humedal más grande del país; un ecosistema biodiverso, amenazado por la contaminación y la emergencia climática
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Cuando Elisa Muñoz Méndez recuerda cómo era el lugar donde nació y creció, en la comuna de Quilicura, se emociona hablando de los paisajes que rodeaban su hogar. “Para mí los humedales fueron como la extensión de mi patio. Estoy hablando de un Chile que ya no existe y de una comuna que era completamente agrícola”, dice esta artesana textil y cestera que vive en la zona norte de la capital chilena, Santiago.
Hoy esta parte de la ciudad es un polo en el que convergen el desarrollo industrial, inmobiliario, agrícola y que convive con varios vertederos informales que rodean al humedal de Quilicura, el más grande de la región y el segundo a nivel nacional. Cuentan los expertos que fue un humedal prehistórico, parte de una laguna que se fue secando y que ahora se reduce a estos vestigios.
No siempre se reconoce un humedal a primera vista. Estos varían y dentro de su diversidad se encuentran lagos, ríos, marismas, pantanos, turberas, embalses, salares, canales, entre otros, siendo lugares que permanecen húmedos de manera permanente o temporal.
Estas zonas húmedas o donde la tierra se junta con el agua– pues en algunas zonas existe una transición entre ecosistemas acuáticos y terrestres– cumplen diversas funciones trascendentales para el equilibrio ecológico: controlan inundaciones; depuran las aguas; son reservorios de diversidad biológica; generan productos de plantas, animales y minerales; reponen las aguas subterráneas; son sitios que permiten la recreación y el turismo; proporcionan redes o corredores de seguridad frente al cambio climático.
Considerando su relevancia, en 2020 se aprobó la Ley 21.202 de Humedales Urbanos y un año después, tres de los cinco humedales ubicados en Quilicura– O’higgins, San Luis y San Luis del Norte– un terreno de 468,3 hectáreas, fueron incluídos dentro de esta normativa. Sin embargo, esta decisión fue reclamada por Inversiones Butamalal, Inmobiliaria Los Silos III, Eduardo Oyarzun Iracheta y otras 17 personas naturales. Todos son dueños de parte de los terrenos en que se emplaza el humedal. El recurso interpuesto ante el Segundo Tribunal Ambiental se fundó en que no se cumplían los criterios de la ley, por lo que el Ministerio de Medio Ambiente emitió una nueva declaración, retrotrayendo la declaratoria y provocando la preocupación de los vecinos y las organizaciones que trabajan en torno a la defensa y protección de este espacio.
Además de ser un ecosistema clave para la vida, el humedal de Quilicura es también un espacio con una fuerte conexión con la cultura local y, para personas como Elisa Muñoz, una fuente de trabajo que está ligada con su historia. “Para mí el humedal es el punto más importante”, dice Muñoz, quien ha desarrollado su oficio a partir de la totora, una planta perenne, común en esteros y pantanos, y que se utiliza en la construcción de techos y paredes, así como en las artesanía y textiles que esta mujer quilicurana teje con dedicación y destreza.
Elisa Muñoz cree que en ese humedal nació la conexión con su territorio. Por eso el trabajo con la totora se le dio de forma natural, aprendiendo de su hermano mayor y luego de la técnica de otras artesanas del norte de Chile. “La totora forma parte de mí y quedó en mi ADN”, dice.
Elisa Muñoz no entiende cómo Quilicura se convirtió en una de las comunas con menos áreas verdes de la capital. Algo que se percibe sobre todo en verano, cuando las altas temperaturas golpean la ciudad y repercuten en la calidad de vida de las personas. “Yo creo que una forma de mitigar ese daño a este territorio es proteger el humedal y restaurarlo. Algo básico para el ser humano es la recreación. Aquí no hay nada verde. No hay donde ir. La gente aquí tampoco va a las playas ni todo el mundo puede veranear. Entonces creo que es aún más necesario que la gente pueda tener un un lugar donde recrearse”, dice.
Clave frente a la crisis climática
María José Domínguez, directora ejecutiva de Fundación Kennedy, reconoce que, en general, la ciudadanía sabe poco sobre los humedales, aunque el interés y conocimiento ha ido creciendo con los años. La fundación donde trabaja se dedica a promover la protección y conservación de los humedales en Chile, algo que va de la mano con la tarea de generar conciencia sobre la necesidad de proteger el patrimonio ambiental evitando su pérdida y degradación.
“En el mundo hace ya casi medio siglo se reconoce la tremenda importancia que tienen los humedales y se genera una gran preocupación en torno a su desaparición progresiva. Esto se materializa a través de la conformación de la Convención Ramsar”, explica Domínguez.
En el último siglo, dice Domínguez, entre el 60% y 70% de la superficie de humedal en el planeta ha desaparecido. Es en estos espacios donde vive el 40% de las especies del mundo por lo que la biodiversidad depende de ellos. “Son como las ventanas a través de las cuales se recargan los acuíferos naturales. Entonces, además, el agua subterránea también depende de los humedales, algo indispensable para nuestra supervivencia”, dice la directora ejecutiva de Fundación Kennedy.
Domínguez destaca que el humedal de Quilicura es donde se recibe cerca del 50% de las aguas lluvias de la Región Metropolitana, cumpliendo un rol esencial a la hora de contener las inundaciones. “Por ejemplo, ante estos eventos climáticos que se proyecta que van a ser cada vez más recurrentes debido a la crisis climática que estamos viviendo. Cada vez más van a haber menos lluvias pero más fuertes. Eso implica que se requiere de una gestión de ese eventual riesgo para la vida humana”, dice.
Küla Kura
Es un sábado por la mañana en que el sol quema desde temprano. La tranquilidad que rodea al humedal solo se ve interrumpida por la visita de algunos vecinos que aprovechan la jornada para pasear y hacer deporte al aire libre. En la laguna, algunos patos y aves revolotean en el agua. Allison Silva López, presidenta del Observatorio de Humedales Küla Kura señala el punto donde una corriente de agua blanquecina ingresa a la laguna y se mezcla con el agua café, a ratos rojiza, que domina la mayoría del paisaje. “Esto demuestra la contaminación que hay en este lugar”, dice con preocupación.
Aunque Silva López ha vivido casi toda su vida en la comuna, hace pocos años comenzó a interesarse de manera más profunda en lo que significaba este lugar. “En aquel entonces no entendíamos que esto era un gran humedal”, dice sobre el momento en que decidió volcar todo su activismo en la defensa y protección de este espacio. Y en ese descubrimiento decidieron recuperar la identidad y nombrar a su organización Küla Kura, lo que en mapudungun, la lengua mapuche, significa tres piedras o tres cerros, y es el origen del nombre Quilicura.
Silva López añade que este humedal es parte de un gran corredor biológico que conecta a toda América y tiene características ecológicas que lo hacen único. “Se ha ido contaminando y vamos a ver el agüita de color roja en lugar de ser transparente o de color tierra. Las industrias tratan sus aguas precisamente a menos de dos kilómetros en explotaciones sanitarias”, dice la presidenta de la ONG.
Felipe González, director de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Quilicura, asegura que defender el humedal en conjunto con la comunidad ha sido una prioridad para la institución. Por eso fue una sorpresa para ellos que se ordenara retrotraer el proceso que lo reconocía como humedal urbano. González subraya que el municipio continúa trabajando con el apoyo de una asesoría jurídica especializada para presentar todos los antecedentes.
En su taller, rodeada de lámparas, paneras y cestas tejidas con la fibra de la totora, Elisa Muñoz reflexiona sobre los cambios en el paisaje que ha visto durante las últimas cinco décadas: “Este humedal está vivo porque la vida es demasiado fuerte, pero está contaminado con agua de las industrias aledañas a las que se les pasan multas y les da lo mismo… Estamos en un momento súper crítico y estamos defendiendo la vida. Ahí hay pura vida”.
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