Uruguay le apuesta a la madera para construir viviendas sociales sostenibles
En las próximas semanas comienza la construcción de un edificio que pretende convertirse en el más alto de este tipo de Sudamérica. El material emite menos carbono y, como los árboles, es capaz de absorberlo
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Uruguay se ha erigido como el país de la celulosa: tiene tres plantas procesadoras y cientos de miles de hectáreas de eucalipto, que son además su principal rubro de exportación. Ahora, busca convertirse también en el país de las viviendas sostenibles de madera con varios proyectos, entre los que está el que pretende ser el edificio más alto de este tipo de Sudamérica.
La construcción de siete pisos, que está previsto que comience antes de que acabe el año en la ciudad de Durazno, a 180 kilómetros al norte de Montevideo, estará destinada a más de 50 viviendas sociales. Las autoridades prevén que el edificio esté levantado en menos de un año, en octubre de 2024. Y no es el único proyecto de este tipo que busca elementos sostenibles y formas de construcción menos contaminantes. La agencia de Erradicación de Viviendas Insalubres Rurales (Mevir) también construye núcleos habitacionales horizontales en madera en el centro del país.
Para construir el edificio de viviendas sociales en altura de la manera más eficiente y sostenible en términos económicos, ambientales y energéticos, el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial, la Agencia Nacional de Vivienda (ANV), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Intendencia de Durazno convocaron el concurso internacional Madera: Innovación para la Arquitectura de Interés Social, que ganó Enkel Group.
La empresa ha diseñado en conjunto con Dovat Arquitectos una torre proyectada con el sistema de madera laminada cruzada, también conocido como mass timber, un material que aporta resistencia térmica, eficiencia energética y ambientes acogedores para todos los departamentos. “Este proyecto marcará un hito en toda la región y en la industria de la construcción”, dijo Matías Abergo, CEO de Enkel, al momento de recibir la adjudicación. “Confiamos que será el primero de muchas obras construidas con madera”.
Los arquitectos proyectistas indicaron en su informe que el basamento se construirá con pilares, vigas y hormigón armado, mientras que el resto de los niveles utilizarán losas, muros de madera laminada y pilares de vigas de madera laminada encolada. “Este sistema constructivo por su fabricación industrializada permite recortar plazos de fabricación y montaje. También reduce la cantidad de residuos en sitio por no requerir modificaciones. El secuestro de carbono en la madera mitiga el efecto invernadero”, indicó Abergo. Además, usar madera para construcción emite menos dióxido de carbono que los materiales tradicionales como acero o hormigón. Y los edificios de este material, al igual que los árboles, tienen la capacidad de absorber el CO2.
Para Raúl Viñas, del Movimiento por un Uruguay Sostenible (Movus), este proyecto “es una buena novedad”, y una modalidad que, según explica, no es tan común en América, salvo por Canadá. “En Uruguay no se desarrolló bien hasta el momento. Las veces que se realizó, se hizo con baja calidad. Esto sería algo diferente”, le dice a América Futura. “Para nosotros cualquier cosa que pueda reducir los gases hacia la atmósfera es importante”, añade. Y asegura que, si bien la obra va a generar CO2 en el transporte y tratamiento de la madera, “al menos, la estructura estará durante mucho tiempo” reteniendo carbono. Otros aspectos positivos que reconoce su colectivo es el uso de la “mano de obra nacional”, fuera de la zona franca.
El ministro de Vivienda, Raúl Lozano, destacó en la presentación del proyecto que el edificio “favorece la política gubernamental de reducir la emisión de carbono frente al cambio climático”, y también fortalece “el desarrollo local y la economía circular”. “Esto representa un hito para el sector de la construcción y para el futuro del país; por eso impulsamos el uso de la madera como sistema alternativo de construcción en Uruguay para viviendas de interés social”, añadió.
La elección de la ciudad de Durazno para este edificio de siete plantas no es casual, ya que se ubica en el epicentro de la producción forestal que abarca la región centro y noreste del país, con algo más de 687.000 hectáreas. Según la ANV, para la construcción se promoverá el uso de la “madera de reforestación” de bosques gestionados por empresas privadas. El presidente de esa agencia, el arquitecto Klaus Mill von Metzen, le dijo a América Futura que las propiedades aislantes naturales de la madera promueven la eficiencia energética, regulan la humedad y la calidad del aire y reducen la huella ambiental.
Otro proyecto de viviendas sociales que se promueve en Uruguay y que apuesta por la madera es el que gestiona la Comisión Pro Erradicación de la Vivienda Rural Insalubre para familias de productores rurales. La agencia se creó en 1967 y luego de construir 41.000 viviendas de ladrillo, desde el año 2022 avanza hacia la madera como material más sustentable. Juan Pablo Delgado, arquitecto y titular de Mevir, destacó que este elemento “permite reducir a la mitad el tiempo de las obras”, además de aportar una mejor calidad constructiva. Según dijo, en solo dos meses se construyeron ocho residencias de un primer núcleo de 40.
Además, la comisión desarrollará otras 20 viviendas en terrenos particulares, tanto en zona urbana como rural, con una modalidad de “autoconstrucción” por el que las familias participan en la edificación de sus propias viviendas, un proceso al que dedican 72 horas mensuales.
Pese a que cree que desde el punto de vista medioambiental este tipo de construcciones en madera es ideal, en el caso del edificio que se construye en Durazno, Raúl Viñas, de Movus, tiene algunas dudas de si es la mejor opción en cuanto a sostenibilidad económica. “Debemos tener en cuenta que el terreno para el emprendimiento no tiene costo, es de la ANV y se cede al proyecto. Aún así, cuando uno revisa el costo por metro cuadrado anunciado se habla de apartamentos de 35 metros cuadrados, pequeños, que costarían 88.000 dólares”, afirma. “Hoy en el mercado se ofrecen apartamentos de un dormitorio de 45 metros cuadrados por esa cifra o menos. El metro cuadrado de estas unidades, a pesar de todo, termina costando unos 2.300 dólares para las de un dormitorio. Habría que pensar cómo está sucediendo y ver si esta forma de construir sea verdaderamente competitiva contra otras”.
Por otra parte, Viñas recuerda que la “madera de calidad”, como se conoce la que usará el proyecto, está subvencionada por el Estado. “Entre los años 1988 y 2005, los uruguayos pagamos el 50% de todas las plantaciones de árboles que se hicieron en el país, y que pasaron en ese período de 70.000 a casi 1 millón de hectáreas. Eso lo pagamos los uruguayos”, apunta. “La madera de calidad aún está siendo subvencionada y eso es utilizado por las empresas celulósicas que plantan mucho, unas mil especies por hectárea. Cuando llega el momento de la cosecha, dejan unos 200 árboles como madera de calidad y así justifican la exoneración de impuestos que reciben”.
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