Marcela Fernández, la madrina de las cumbres blancas
Unió a una comunidad de expertos y amantes de las montañas, y creó un movimiento para informar al mundo sobre la magia de las cumbres blancas tropicales e intentar desacelerar su inevitable proceso de deshielo
“Para nosotros, subir a una cumbre es como ir a la oficina porque vamos a estudiarla y monitorearla, pero también es como llegar a un templo o acercarse a un amigo. La imponencia del lugar alerta nuestros sentidos y escuchamos el mensaje que nos da la montaña”, narra Marcela Fernández Barreneche (Medellín, 33 años), fundadora de la ONG Cumbres Blancas, sobre escalar una montaña, estar a miles de metros de altura cuando se llega a su cima, y conectarse íntimamente con ella.
Fernández es la única colombiana incluida en la lista de las 100 mujeres más influyentes del mundo de la BBC en 2023. Según el medio británico, mereció el reconocimiento –que comparte con mujeres como Michelle Obama y el ícono feminista Gloria Steinem– por crear consciencia sobre el rápido deterioro de los glaciares y monitorear el proceso.
Su relación con las montañas nevadas comenzó hace cinco años, cuando sintió que la llamaban. Hasta entonces, solo había escalado una vez, en el nevado Salcantay, en Perú, para celebrar su graduación como bachiller. La epifanía no ocurrió en ese momento: fue en Medellín, mientras leía un artículo del periódico Vivir en el Poblado. Era una entrevista con el montañista Nicolás Díaz, cofundador del equipo colombiano de alta montaña Huellas Blancas, en la que mencionaba el derretimiento de los glaciares por los efectos del cambio climático y el hecho de que, según cálculos científicos, a los nevados solo les quedaban alrededor de 30 años.
“La noticia no me generó ansiedad climática; me invitó a la acción. Era ignorante del tema, pero el periodismo –que comencé a estudiar en la universidad–, me había dado las bases para entender que a veces no hay que saberlo todo, sino saber buscar a quienes conocen el tema”, explica. Así, comenzó a reunir a un grupo de montañistas, fotógrafos, científicos, artistas y ambientalistas, y creó el proyecto multidisciplinario Cumbres Blancas.
El primero en unirse fue Jorge Luis Ceballos, científico del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) y único glaciólogo del país. “La columna vertebral es el componente científico. Sin el glaciólogo no hay qué comunicar”, explica Fernández. Con él a bordo comenzaron a sumarse otros: el actual director de Cumbres Blancas, Yober Arias; el joven ambientalista Josué Arias; el fotógrafo y conservacionista ambiental Felipe Mesa; y el documentalista Juan José Escobar, entre otros.
La idea inicial era abrirles espacio a los glaciares y ecosistemas de alta montaña en las discusiones públicas. El equipo de Cumbres Blancas quería contarles a los colombianos, por ejemplo, que tenemos seis majestuosas cumbres blancas tropicales: las sierras nevadas de Santa Marta y el Cocuy, y los volcanes nevados del Ruiz, del Tolima, del Huila y Santa Isabel —aunque en septiembre pasado se perdió para siempre la masa glaciar de este último—. También querían informar sobre los páramos, una de las fuentes de agua más importantes del país. El 50% de estos ecosistemas en el mundo está en territorio nacional, que cuenta con 90 especies de frailejón (72 endémicas; de estas, 50 en peligro de desaparecer y 15 en peligro crítico).
Fernández y su equipo arrancaron con la publicación de un libro en 2021. “Quisimos hacer una especie de biblia de la glaciología y el montañismo, un archivo histórico con información y fotografías que quedara de registro cuando, en 40 años, ya no haya glaciares”, dice. Un homenaje a los glaciares colombianos tiene fotografías panorámicas de las cumbres y recopila entrevistas con más de 55 expertos.
A partir de ahí, el proyecto mismo y las excursiones a los nevados les fueron indicando el camino. “Las entrevistas con los expertos nos mostraron cómo el páramo se relacionaba con el glaciar, era realmente un mismo ecosistema. Nos dimos cuenta de que era necesario empezar a hablar de restauración de ecosistemas porque en los páramos había ganadería, monocultivos, llegaban tractores y se estaban generando incendios”, explica.
Ante semejante panorama se les ocurrió el proyecto ‘Adopta un frailejón’. Buscaron biólogos e ingenieros forestales para capacitarse en el cultivo de estas especies. Eso los condujo a crear un método eficiente de siembra y a generar alianzas para construir una red nacional de viveros de frailejones, que hoy cuenta con más de 15 en distintos páramos del país. Hoy, Cumbres Blancas está construyendo tres viveros propios, cuenta con un equipo de 15 personas en Colombia y con proyectos en Ecuador, Perú, México, Venezuela, Kenya, Tanzania, Uganda y República Democrática del Congo.
Fernández dejó el periodismo. Quería convertir el mundo en su aula de clase, y no solo buscar historias para contar, sino convertirlas en realidad. A eso está dedicada desde que tomó esa decisión. Lo primero que hizo fue montar una empresa que organizaba viajes con mentores de comunidades locales para aprender de las culturas en países como Guatemala, Eslovenia, Italia y Colombia. En 2016, cuando ganó el ‘no’ en el plebiscito por los acuerdos de paz con las Farc, se sumó al proyecto Pazabordo, en el que un grupo de jóvenes recorrieron el país en una chiva alquilada para dejar atrás el sinsabor y conectarse con la Colombia profunda. Esa experiencia le enseñó que la paz se construye a partir de nuestros hábitos, igual que la labor ambiental. “La paz también se puede comer, si consumimos los productos de las madres cabeza de familia en los territorios vulnerables del país”, dice.
Hace seis meses su conexión con las cumbres blancas se reforzó aún más. El 24 de mayo estaba escalando el pico Mulhacén, en España, cuando empezó una nevada extraordinaria. Los locales estaban sorprendidos. Cinco días antes había habido incendios en la zona por sequía. “Mi mamá murió cuando yo estaba en esa montaña haciendo lo que más me gustaba. Pensé en ella durante la nevada. Fue un mensaje profundo”, recuerda.
Su gran sueño no es reversar el deshielo de los glaciares porque es imposible, pero sí acompañar a las cumbres blancas en sus últimas décadas para estudiarlas, documentarlas, contemplarlas y experimentar su magia.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.
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