El debate que persigue ahora a los montañistas: ¿deben ponerse casco los escaladores?
Su uso extendido en el alpinismo contrasta con su modesta aceptación en el mundo de la escalada deportiva, y esto pese al riesgo potencial de sufrir lesiones severas en la cabeza tras una caída
La semana que viene se inaugura un enorme rocodromo en el madrileño barrio de Tetuán, uno más que sumar a una lista que supera ya la treintena de espacios dedicados a la escalada, el deporte que más que crecer se ha disparado, especialmente desde que Alberto Ginés alcanzó el primer oro olímpico en la historia de la disciplina. Buena parte de los que descubren la escalada en espacios interiores acaban pasándose a la roca, donde descubren un viejo debate: ¿debe el escalador llevar casco siempre?
“Lo malo de las caídas es que siempre son hacia abajo”, solía decir el guía de alta montaña y profesor francés Rainier Munsch. Lo decía tan serio y dibujaba tal cara de circunstancias que sus alumnos, automáticamente, empezaban a imaginar caídas terribles, o caídas tontas de consecuencias funestas. Las caídas forman parte de la escalada, deporte que ha conocido en las últimas décadas enormes avances en términos de seguridad: cuerdas dinámicas y resistentes, arneses ligeros que soportan cargas enormes, anclajes fijos que aguantan más de 2.000 kilogramos, aparatos aseguradores automáticos…. ¿y los cascos? Durante años fueron un desastre, un adorno incómodo y de eficacia limitada. Ya no. Desde hace una década su calidad, comodidad, ajuste, ligereza, ventilación y protección ha conocido tal mejora que empiezan a parecerse a los que usan los ciclistas. Una diferencia sustancial, sin embargo, separa a ciclistas de escaladores: los primeros están obligados en nuestro país a adornarse con el casco, los segundos no y son todavía muchos los que no lo incorporan en su cadena de seguridad. Las razones atienden a factores tan dispares como la estética, la imitación, la sensación de incomodidad, la falta de percepción del riesgo o de conocimientos relativos a las consecuencias de ciertas caídas.
La escalada observa dos grandes disciplinas: la que se desarrolla en terrenos llamados de aventura y que engloban tanto a grandes paredes de roca como a escenarios de roca, hielo y mixto. En ésta vertiente relacionada con el alpinismo, el uso del casco es prácticamente unánime. La segunda disciplina, la que más adeptos acoge porque requiere menos conocimientos, es la escalada deportiva practicada tanto en el exterior como en espacios interiores, donde se prescinde del casco de forma habitual. Sin ser una disciplina peligrosa, la escalada deportiva presenta, no obstante, varios puntos oscuros. Cuando se desarrolla en la naturaleza, en roquedos y al aire libre, en muchos escenarios se dan caídas de rocas (por nidificación de aves, cabras deambulando en la parte superior de la pared, etc), resbalones inesperados si la pared no se ha secado, caídas descontroladas, roturas de presas, caídas que terminan con el escalador cabeza abajo por llevar el arnés flojo o por llevar la cuerda entre las piernas en lugar de llevarla por encima del pie… Entre las consecuencias por no llevar casco se cuentan heridas que observan laceraciones severas, conmociones cerebrales o fracturas de cráneo. También la muerte…
Manuel Taibo pertenece al Comité de Seguridad de la federación española de deportes de montaña y escalada (FEDME) y lamenta que el uso del casco no sea generalizado… pero ningún estamento habla de imponer un uso obligatorio, como fue el caso del ciclismo en España en el año 2004: “Evidentemente, la competición de Escalada indoor está marcada por los criterios de las entidades internacionales que la rigen, y la FEDME debe estar en consonancia con las mismas (hasta los 16 años es obligatorio competir con casco). Por otro lado, la orientación de la FEDME desde el trabajo desde la Escuela Española de Alta Montaña y a través de los Centros de Tecnificación, va orientado hacia el uso del casco en todas las actividades.
También hay que destacar la evolución de los reglamentos de las salas de escalada, tanto privadas como públicas, en las que se recoge el uso obligatorio del casco en el caso de los menores, la formación inicial, e incluso ya hay muchas salas en la que es para todos los usuarios, y como recomendación aparece en todas. En la misma medida, también hay que apuntar que los profesionales de la Asociación Española de Guías de Montaña realizan con casco todas sus actividades. Por lo tanto podemos inferir que la tendencia al uso del casco está en alza.
Si reflexionamos sobre la obligatoriedad del uso del casco, también debemos hacerlo sobre otros elementos de seguridad determinantes para minimizar los accidentes. Desde el punto de vista preventivo, considero que es mucho mejor hacer pedagogía sobre la percepción y la valoración del riesgo, con el objetivo de modificar actitudes, porque la seguridad se fundamenta en la actitud”, razona.
Casi todos los escaladores con una experiencia dilatada en el mundo de la escalada pueden referir alguna caída que ha derivado en un impacto en la cabeza, ya sea como experiencia propia o como testimonio. Pero la gran mayoría de estos sucesos, los que no acaban en una evacuación u hospitalización, escapan del radar de las estadísticas, cifras que podrían reforzar el mensaje que anime a usar el casco. “Desde la FEDME llevamos insistiendo desde 2015 en la necesidad de que la Administración cree un Observatorio de Seguridad en Montaña para la captación y el análisis de datos. En el último Estudio de Accidentalidad en Deportes de Montaña de personas federadas FEDME, publicado por el Comité de Seguridad en el 2021, se databa la accidentalidad producida por la Escalada en roca en un 13% y un 3% en rocódromo, una incidencia muy baja en comparación con otras actividades de montaña. Cuando gracias a la voluntad del protagonista podemos analizar en profundidad un accidente, siempre queda demostrado que el uso del casco es fundamental a la hora de minimizar los daños por impacto en la cabeza”.
Las compañías de seguros que cubren a los federados en montaña no exigen el uso del casco a la hora de cubrir los daños por accidente, explica Taibo: “No conozco ninguna póliza que contenga la obligatoriedad del uso del casco o haga referencia específica a otros equipos de seguridad habituales para la práctica. Y si así fuese, mi opinión es que lo que se debería tener en cuenta en las condiciones de la póliza, es el cumplimiento con la valoración del riesgo de la actividad específica realizada. la Guardia Civil en su estadística de factores precursores del accidente, data en el 13,24% el material inadecuado, estando este concepto en la quinta posición de una lista de 18 conceptos. Si tenemos en cuenta que la primera es la sobreestimación de posibilidades con el 40,86%, y le siguen la falta de nivel técnico-inexperiencia con el 38,45%, la mala planificación con el 30,25% y falta de preparación física con el 28,89%, nuestra atención fundamental no debe ser el equipamiento sino el problema de la planificación y la toma de decisiones.”
La práctica totalidad de los grandes escaladores deportivos nunca lleva casco. Las firmas que los patrocinan y que comercializan cascos no les obligan a usarlo. Las imágenes que circulan en sus redes sociales o en las revistas especializadas siempre muestran invariablemente cabezas descubiertas. Seb Bouin, del equipo Black Diamond (que desarrolla y comercializa cascos de alta gama), no considera una temeridad escalar sin proteger su cabeza: “la inmensa mayoría de las veces que escalo, lo hago en paredes muy extraplomadas, verdaderos techos, donde no puede caerme nada del cielo y donde mis caídas son al aire y no hay posibilidad de impacto contra la pared. Pero reconozco que si acudo a otros lugares donde la pared es solo vertical, la roca mediocre o las protecciones alejadas, puedo ponerme un casco. Y si escalo en terreno alpino, me lo pongo siempre”, justifica. Jonathan Hilborn es jefe de producto de Black Diamond, firma cuyo 10% de sus ventas procede de los cascos: “Escalar en roca o en las montañas son deportes no competitivos y no creemos que debamos obligar al público que desea explorar montañas a usar el casco. En el pasado, los cascos eran incómodos, pero las nuevas tecnologías y los diseños innovadores nos permiten hoy en día ofrecer cascos tan seguros, ligeros, ventilados y estéticos que esperamos que la gente lo use incluso en situaciones de escaso peligro, que deseen llevarlo”.
El casco como elemento diferenciador y pieza estética triunfa en el mundo del ciclismo, donde prácticamente nadie se plantea salir a rodar sin él. La industria de la escalada aspira a alcanzar algo similar. No será fácil: Luis lleva 20 años escalando y el casco le ha salvado de, al menos, un par de hospitalizaciones, una por impacto de una roca y otra por el impacto de un bloque de hielo. Pese a todo, sigue sin usar casco cuando practica escalada deportiva. “No tengo justificación”, reconoce, “y es que al haber sufrido ambos accidentes en vías de pared, la deportiva me parece carente de peligros, pero me engaño. Sé que puedo sufrir una mala caída en cualquier momento. Soy un defensor del casco que no predica con el ejemplo”. La inmensa mayoría de los escaladores que no usan casco reconocen carecer de argumentos de peso para prescindir de él: “no me parece necesario”, aducen, o “me hace pasar calor”, objetan, pese a que existen varios modelos cuyo peso no supera los 160 gramos.
Todos los lunes, la revista norteamericana de escalada Climbing publica online un vídeo de alguno de sus lectores que recoge la caída de un escalador: la realidad siempre supera cualquier intento de la imaginación por proponer formas inverosímiles (y muy peligrosas) de caer.
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