Cambio Climático

Germán Poveda, el científico del cambio climático

Este ingeniero antioqueño está involucrado en investigaciones científicas nacionales e internacionales de gran envergadura y es parte del Comité Científico Directivo del Panel Científico por la Amazonía

Germán Poveda
Germán Poveda es un experto en cambio climático de talla mundial.Felipe Camacho Otero

Germán Poveda Jaramillo (Medellín, 1958) ha dedicado su carrera a investigar y entender fenómenos que hoy están en el centro de las conversaciones nacionales e internacionales sobre cambio climático. El ingeniero conoce, como pocos, la variabilidad climática nacional y los fenómenos de El Niño y La Niña.

Ha sumado esfuerzos a importantes proyectos internacionales como el Panel Científico por la Amazonía y la Misión de Precipitación Global de la Nasa. El primero busca detener la deforestación en el Amazonas y explicar la importancia de esta región para la regulación del clima del mundo; en 2021 presentó su informe de evaluación en la COP26. El segundo estudia cómo se comporta la lluvia en distintas partes del planeta, particularmente en el norte de Suramérica, donde está uno de los lugares más lluviosos de la Tierra: el Chorro del Chocó.

Poveda investigó ese sitio durante años, con el apoyo de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín; la Fuerza Aérea Colombiana, la Dimar de la Armada Nacional, y el Instituto para la Investigación del Desierto de Nevada, Estados Unidos. Quería comprender su impacto en las temporadas de lluvia del país y en los caudales de sus ríos. Pionero en su campo, el estudio le mereció en 2019, por cuarta vez en su carrera, el prestigioso Premio Alejandro Ángel Escobar en Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Ese mismo año fue llamado a participar en la segunda Misión de Sabios de Colombia, cuyo objetivo era la construcción e implementación de la política pública de educación, ciencia, tecnología e innovación.

Poveda es un experto en cambio climático de talla mundial. Entre 1998 y 2015 fue uno de los científicos latinoamericanos que hizo parte del IPCC, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, un órgano intergubernamental de Naciones Unidas que, en 2007, recibió el Premio Nobel de Paz junto con el exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore, por su contribución a entender el cambio climático y plantear las avenidas de solución a ese problema. En su paso por la institución, lideró varios informes de evaluación relacionados con América Latina.

La carrera de Poveda –el primer graduado como Doctor en Ingeniería en la historia de Colombia– ha estado guiada por su fascinación por el agua: “El agua es como nosotros: fluye. Me gustan las cosas que fluyen porque son dinámicas, progresan, recorren caminos y porque fluir es deformarse también. Fluir es un verbo muy interesante porque invita a preguntarse permanentemente cosas, a evolucionar”, reflexiona.

El ingeniero conversa sopesando cada palabra antes de pronunciarla. Con esa contagiosa calma asegura que su interés en el agua le llegó cuando entró a la universidad, aunque su relación con la ciencia se remonta a su infancia. Su padre, Gabriel Poveda Ramos, célebre ingeniero, economista y matemático antioqueño, está entre sus grandes referentes, junto con Einstein, Copérnico, Galileo y Newton. “Su influencia es innegable. Tengo que agradecerle a la vida que crecí en una casa con intereses científicos. Desde muy pequeño estuve expuesto a las tareas de investigación que tenía mi padre en temas de matemáticas, ecuaciones diferenciales y cálculo; y en ciencias sociales, porque él también incursionó en historia y economía”, recuerda.

Poveda dio sus primeros pasos en el mundo de la ciencia a los 8 años con los juegos de química que le regaló su padre. Hoy, a punto de cumplir 65, no ha parado de investigar. Considera un privilegio realizar estudios en un país como Colombia, rico en biodiversidad y donde aún falta mucho por resolver y conocer. A la par de su trabajo como científico, lleva 33 años ejerciendo el de educador en la Universidad Nacional. Allí está dedicado a formar nuevas generaciones y a ejercer su liderazgo “con el ejemplo; abriendo nuevos caminos para hacer las cosas, motivando equipos de trabajo y siendo original con las ideas de pensamiento”, explica.

Sus estudiantes están involucrados en sus investigaciones. Al recibir el Premio Alejandro Ángel Escobar en 2019, destacó la labor que varias de sus pupilas hicieron en el estudio del Chorro de Chocó. “Nos han brindado una prueba más de todas las virtudes de las mujeres para la investigación científica”, dijo.

Consciente de los complejísimos retos del cambio climático, se mantiene optimista hacia el futuro: “Le veo mucha sinceridad a las nuevas generaciones, una preocupación que no tuvo la mía, por ejemplo, porque no existía esta urgencia por solucionar este problema. Veo hálito de esperanza”.

*Apoyan Ecopetrol, Movistar y Fundación Corona.

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