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Emily Atallah, escritora: “Cuando nos conectamos con nosotros mismos, la soledad ya no nos asusta”

La ‘coach’ acaba de publicar un libro en el que plantea que es posible darle la vuelta a la soledad y verla como una oportunidad

Emily Atallah, en su casa en Bogotá, el 23 de diciembre de 2024.
Emily Atallah, en su casa en Bogotá, el 23 de diciembre de 2024.Diego Cuevas

Después de estudiar Administración de Empresas y seguir una carrera en los negocios de su familia durante 25 años, Emily Atallah (Bogotá, 57 años) atravesó una crisis existencial y le dio un giro a su vida. Decidió dedicarse a hacer algo que realmente le apasionara, porque los negocios no eran su mayor deseo. Cursó una maestría en Ciencias de la Familia de la Universidad Anáhuac de México y de allí pasó a una formación en coaching existencial logoterapéutico. Desde entonces se dedica a ello mientras se hace preguntas existenciales. Una de esas, dice, es qué es la soledad, una que intenta responder en su nuevo libro, ‘La soledad elegida’.

Pregunta. ¿Cómo hablar de que la soledad puede ser buena cuando la OMS afirma que es un problema de salud pública mundial?

Respuesta. Precisamente esa es la invitación de mi libro. Estamos en una epidemia tal de soledad que necesitamos verla de una manera diferente. En lugar de tenerle miedo y tratar de barrerla debajo del tapete, debemos entender que los momentos de soledad son oportunidades para reconectarnos con nosotros. Es un proceso, pero si cada vez que nos sentimos solos empezamos a hacer scroll en el celular o nos vamos de compras, no nos damos el espacio necesario para reconocer la emoción que estamos sintiendo. Puede parecernos fea, pero va a pasar y poco a poco vamos a ir reconectando con nosotros mismos. Por eso se llama la soledad elegida: no es que yo quiera estar sola, es que elijo verla de otra manera.

P. ¿Cómo es posible convertir la soledad en algo positivo?

R. Es un proceso. Cuando uno se siente inmensamente solo es difícil llegar a decir “sí, esto es lo que quiero”. Esa soledad nos confronta con las emociones que no nos gustan, la tristeza, el dolor, la incertidumbre, la angustia. Darle la vuelta no es fácil, pero creo que si uno se da el espacio para empezar a conocerse mejor, para saber quién es, qué es lo que quiere de la vida, para empezar a centrarse en uno mismo, la soledad cambia. Porque la soledad es básicamente desconexión, interior y de todo lo que está alrededor. Todo lo que tenga que ver con conexión conmigo misma es importante, como el cuidado personal, el amor propio o el autoconocimiento en todas sus formas. También lo es la conexión con el entorno, qué me gusta hacer, con quién me gusta estar, cómo revalúo mis vínculos. A veces uno se siente inmensamente solo aunque tiene mucha gente alrededor, porque esos vínculos están desconectados.

P. ¿Cómo se conecta uno con uno mismo?

R. Para mí es súper importante empezar por la pausa, por el silencio. Eso incluye varias cosas: detenerse físicamente, estar en quietud absoluta para empezar a hacer silencio interior y exterior. No se trata de meditar o de quedarnos quietos una hora, con que lo hagamos cinco minutos en el día conseguimos ese silencio interior necesario para no enredarnos con tantos pensamientos, con tantas creencias. Es vaciar un poquito la mente de tanto juicio, de todo lo que nos imaginamos que va a suceder y nunca sucede. No es poner la mente en blanco, simplemente acallarla un poco. Necesitamos más silencio y más pausa, más conexión con la naturaleza. Después del silencio debemos empezar a reflexionar y a aceptar lo que tenemos el día de hoy, estar muy en el presente. Así nos vamos conectando con lo que somos, con lo que tenemos, con lo que queremos ser.

Emily Atallah, en Bogotá.
Emily Atallah, en Bogotá.Diego Cuevas

P. Los estudios han encontrado que las personas viven más y mejor si tienen buenas relaciones; usted menciona en el libro que los seres humanos somos seres sociales ¿Cómo se relaciona esa soledad elegida con esa importancia de la socialización?

R. Sí, somos seres sociales, pero primero somos seres solos. Nacemos y morimos solos. Nuestra vida es nuestra propia responsabilidad, de nadie más. Hasta ahí estamos solos, pero necesitamos de los otros para conectar, para ser vistos, para evolucionar. Cuando uno se siente inmensamente solo porque está desconectado de todo lo demás, vive una soledad que enferma. Esa es la soledad que mata, que nos lleva al vacío existencial, a tantos problemas de salud mental. Esa es la soledad que no queremos. La otra soledad, la que nos lleva a conectar con nosotros, con los demás y con todo, es una soledad que nos ayuda a crecer, a conectar desde la abundancia y no desde la necesidad. No estoy con otra persona porque me llena el vacío o me quita esta sensación de soledad, estoy con la otra persona porque comparto mi vida, porque hay una conexión y un encuentro.

P. El libro tiene ejercicios, preguntas y reflexiones. ¿Cuál es el objetivo?

R. Llevar a una reflexión sobre la propia soledad. La soledad es muy personal.

P. ¿Por qué es necesaria esa introspección en el proceso de conseguir la soledad elegida?

R. Porque es a partir de que conecto conmigo misma, me entiendo y sé qué es lo que estoy atravesando, que puedo salir y conectar con el otro o con mi entorno, con mis circunstancias. El libro mismo es introspección, es reflexión ante lo que siento y pienso acerca de la soledad.

P. Escribe sobre la soledad de la mujer y la soledad del hombre. ¿Cuáles son las diferencias?

R. Creo que hay unas diferencias en cómo se perciben. Tenemos creencias muy arraigadas por las que a un hombre solo lo vemos como un inútil. Un hombre queda viudo y la familia le está consiguiendo señora al día siguiente. Aunque eso está cambiando un poco, vemos muchos hombres en sus treinta o sus cuarenta, que eligen estar solos. En cambio, a las mujeres se nos invisibiliza mucho la soledad, porque muchas tenemos hijos al lado, pero uno puede tener once hijos y estar inmensamente sola. Y si queda viuda o está soltera, entonces se hace cargo de sus papás viejitos, porque se cree que la mujer sola no tiene nada qué hacer. Eso no es así.

P. ¿Es posible vivir bien con la soledad elegida?

R. La soledad nos va a acompañar siempre. Sí es posible vivir mejor, porque cuando nos conectamos con nosotros mismos ya no nos asusta. Es como cuando uno está a oscuras y siente que hay un monstruo que lo está atacando. En el momento en que se vuelve amigo deja de ser un monstruo.

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