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En colaboración conCAF
Afrodescendientes
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Derechos territoriales colectivos como reparación para los pueblos afrocolombianos

No hay mayor reparación histórica que la otorgación de derechos territoriales colectivos, no solo para nuestras comunidades, sino para las comunidades afro de todo el país y de la región

Betsabeth Alvarez, un campesino afrocolombiano de 98 años, en una granja de cacao
Una mujer afrocolombiana trabaja en su plantación de cacao, en 2021.Jan Sochor (Getty Images)

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Los pueblos afrocolombianos que habitamos la selva amazónica del Putumayo tenemos una relación intrínseca con ella, con sus ríos, con su flora, con su fauna; cuidamos de ella y ella cuida de nosotros. Nos provee alimento, medicina, vivienda, y el agua básica para nuestra vida. De nuestros ancestros aprendimos a protegerla y a aprovechar todos los recursos que nos brinda. Hoy esta sabiduría es más importante que nunca, pues nuestros territorios, ubicados en el corazón de la selva, junto a los ríos Caquetá y Mocoa, han sido afectados históricamente por actividades tales como la ganadería extensiva, la deforestación y la cacería; y más recientemente por los derrames petroleros y la minería. Pese a este duro escenario que amenaza nuestros bosques y a nuestras comunidades, nosotros no nos percibimos como víctimas, sino todo lo contrario, nosotros somos los protagonistas de una lucha por frenar y mitigar estos impactos, a través actividades que conservan y restauran los ecosistemas mediante la protección de especies nativas y las prácticas agrícolas tradicionales.

En el vivero del Consejo Comunitario de Martin Luther King, en Puerto Limón, ubicado cerca de la ciudad de Villagarzón, cultivamos diversas especies nativas, entre ellas el chiparo, una especie conocida por sus fuertes raíces capaces de prevenir inundaciones. Germinamos los chiparos en nuestro vivero, luego los trasplantamos y los sembramos a la orilla de los ríos y quebradas para prevenir las inundaciones, pues esta es una región de gran riqueza hídrica, donde este tipo de fenómenos son comunes. Además, esta práctica nos permite conservar la pureza del agua que viene de la quebradas, pues nosotros hacemos uso del agua que proviene de ellas, tomamos y vertemos agua ahí. Algunas de las quebradas de la zona han sido impactadas por derrames petroleros, provocando contaminación y afectando diversas especies, pero vemos que nuestros proyectos de reforestación ayudan en parte a detener y focalizar estos derrames, por eso son importantes no solo para nosotros en el ámbito local, sino incluso más allá de nuestra región, pues estas quebradas alimentan a los ríos Caquetá y al Mocoa, que son importantes afluentes del gran río Amazonas, cuya trayectoria atraviesa nueve países de la región y es una de las fuentes hídricas más importantes del mundo.

Otra práctica agrícola ancestral que buscamos mantener es la chagra, el espacio vital en el cual aseguramos nuestra soberanía alimentaria, pues nosotros tenemos un estilo de vida tradicional, basado en lo que la naturaleza nos brinda y en nuestro trabajo sobre la tierra. Nosotros no queremos tener que acostumbrarnos a que todo lo que comemos tenga que ser adquirido con dinero, es por esto que poder cultivar nuestros alimentos en la chagra es básico para nuestra vida. Por ejemplo, en el Consejo Comunitario de La Orquídea, tenemos nuestras chagras en las cuales sembramos yuca, maíz, plátano, entre otros, con los cuales alimentamos a nuestras familias a diario.

Reconocer y apoyar el aporte que realizamos las comunidades afrocolombianas es parte fundamental en la lucha contra el cambio climático y la protección de la biodiversidad. En este sentido, Colombia tiene una gran oportunidad de tomar un liderazgo mundial y mostrar cuál debe ser el camino a seguir. Este año se realizará en el mes de octubre, en la ciudad de Cali, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP16), en la cual representantes de todos los países se reunirán para tomar medidas urgentes. Al igual que somos protagonistas en el territorio, queremos ser protagonistas en la mesa de negociación y presentar nuestras acciones de protección de la selva a todo el mundo.

Nosotros, como consejos comunitarios, formados por familias que trabajan unidas por cuidar la selva, hemos aprendido que el reconocimiento de los derechos territoriales es una acción vital para las tareas de conservación de la biodiversidad, pues a menudo nuestros territorios se sobreponen sobre áreas de gran biodiversidad y nosotros protegemos la vida, actuamos como guardianes de la selva, incluso en áreas remotas donde la presencia del Estado es escasa, y las amenazas sobre la riqueza de selva son muchas.

A pesar de nuestros importantes aportes para la conservación de la selva, nuestras comunidades y propuestas han sido históricamente ignoradas, y sabemos que esto es una consecuencia más del racismo sistémico que hemos vivido históricamente los afrodescendientes, no solo en Colombia, sino en toda América. Hoy es más usual que los gobiernos nacionales y en los principales espacios políticos internacionales se hable de las reparaciones históricas que debemos recibir los pueblos afrodescendientes, debido a que muchas de las desigualdades que enfrentamos son producto de la opresión y esclavitud de nuestra gente. Nuestra propuesta es que no hay mayor reparación histórica que la otorgación de derechos territoriales colectivos, no solo para nuestras comunidades, sino para las comunidades afro de todo el país y de la región.

Hacemos un llamado al mundo, a los gobiernos y a las organizaciones que participan en la creación de políticas nacionales e internacionales a reconocer y combatir las desigualdades estructurales en las que vivimos las comunidades afrodescendientes, a crear mecanismos para promover el reconocimiento de nuestros derechos colectivos y territoriales, y a valorar, impulsar y financiar nuestros aportes a la conservación de los bosques, la biodiversidad y los recursos como parte de las acciones para alcanzar las metas nacionales y globales relacionadas a la erradicación de la pobreza, la seguridad alimentaria, la conservación y la mitigación de la pérdida de biodiversidad y los impactos del cambio climático.

Nosotras, como mujeres afrodescendientes de la selva, queremos que en esta COP16, llamada la COP de la gente, nuestra voz sea reconocida y escuchada. Queremos que nuestros aportes sirvan de ejemplo para que otras comunidades que enfrentan retos similares tengan a la mano soluciones reales que las ayuden a crear mejores condiciones para la naturaleza y para sus familias.

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