Comienza la justicia restaurativa en Colombia: los antiguos criminales de guerra que siembran bosques
Antiguos miembros del Ejército, que cometieron crímenes durante la guerra, ayudarán a restaurar un bosque aledaño a Bogotá. Es el primer proyecto de la JEP para que los victimarios reparen el daño causado a las víctimas y a la sociedad
Son las ocho de la mañana y unos 30 militares retirados están sentados frente a un bosque de pinos hablando de uno de esos temas en los que todo el mundo opina pero nadie tiene respuestas: la reconciliación después de la guerra. ¿Cómo se perdona a quien desapareció a un hijo? ¿Cómo se repara a quien perdió un hermano? Uno de ellos, un general retirado llamado Henry Torres Escalante, cita a un psicólogo gringo para introducir el tema: “Dijo: si tu única herramienta es un martillo, tiendes a tratar cada problema como si fuera un clavo”. La guerra mira todo conflicto como un clavo. La justicia restaurativa, cree, nos abre otra caja de herramientas. Torres se hace estas preguntas desde hace un tiempo. Él confesó, el año pasado, que los soldados bajo su mando asesinaron a 196 civiles entre 2005 y 2007 —el crimen conocido como ‘falsos positivos’. “Asumo la responsabilidad”, dijo entonces. Ese fue el principio, apenas, de su proceso para reparar esta sociedad con algo distinto a un martillo.
Todos los exmilitares junto al bosque son comparecientes ante la Jurisdicción Especial para la Paz, o JEP, el tribunal especial que nació en 2016 y no quería regirse por una lógica punitivista. Lo suyo es la justicia restaurativa: no mandar a la cárcel a miles de exguerrilleros de las FARC, o exsoldados que hayan cometido crímenes de guerra, sino ofrecer penas alternativas a cambio de verdad. Pero, en los años que lleva operando, aún no ha habido una primera sentencia alternativa. Y, mientras tanto, otro objetivo se había quedado debajo de la alfombra: restaurar. La JEP se propuso desde el principio integrar a los victimarios también a proyectos ambientales, educativos o de memoria, como parte de las condiciones parar reparar a las víctimas y a la sociedad. Trabajos entendidos como parte de sus sanciones. Ese proceso de restauración arrancó este martes oficialmente frente a un bosque de pinos.
“Este es un momento importantísimo para la jurisdicción”, dice el presidente de la JEP, Roberto Vidal, junto a los exmilitares, en una rueda de prensa para presentar el primer proyecto piloto restaurativo: Siembras de Vida.
Los exmilitares están en la localidad de Usme, en los cerros andinos de Bogotá, una de las zonas más pobres de la capital y donde la guerrilla y la fuerza pública han sido señalados de cometer secuestros y desapariciones. Este grupo no cometió sus crímenes allí, pero Torres dice que están en ese bosque para empezar un “nuevo frente”, un frente verde. Junto a la ayuda del Jardín Botánico, y de la fundación ambiental Natura, los exmilitares trabajarán durante un año para reparar ecológicamente un corredor ambiental en las laderas de la capital. Arrancarán con 15 hectáreas degradadas junto a la represa Chisacá, en las que eliminarán especies invasivas (como el retamo espinoso) y sembrarán especies nativas (como salvio negro, garrocho, arrayán).
“La naturaleza también fue víctima del conflicto, porque se taló, porque cayeron bombas, porque se contaminó”, dice Clara Solano a El PAÍS, directora de la fundación Natura, y quien compara el proceso de restaurar un bosque al de restaurar a una sociedad después de la guerra. Para restaurar un ecosistema, dice, hay que ver primero cuáles son las partes de ese sistema y las conexiones que tenían antes del daño causado —como incendios, talas, o cambios en el uso del suelo. Eso para luego diseñar el plan para la restauración ecológica: que se intervenga con cuidado para recuperar cada parte del todo.
“Esos elementos son muy parecidos a la justicia restaurativa: tienes que entender la historia del daño, quién lo causó, por qué lo hizo, cuánto tiempo. Tienes que entender qué conexiones se truncaron, qué se perdió, para poder hacer un diseño de restauración”, dice. “Restaurar es un proceso de muchos años, que implica seguimiento, implica revisar si lo que se sembró allí creció o se dañó. Esto que hace ahora la JEP, tenemos que esperar para ver que produzca sus efectos”, añade.
La restauración es un proceso de paciencia, dice también el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, quien acudió al lanzamiento oficial del proyecto piloto de la JEP. “Sanar las heridas en un conflicto como el que ha habido en Colombia no se logra de la noche a la mañana”, dijo en rueda de prensa. “Sembrar es un acto de optimismo pero también de paciencia, un acto de esperanza pero también de esperar”, añadió. El alcalde recordó que él mismo es víctima de la guerra —su padre fue asesinado en 1989— y que Bogotá es la ciudad que mayor número de víctimas ha acogido: 376.000 personas. Unas 19.000 de estas se registraron en Usme.
El presidente de la JEP, Roberto Vidal, explicó a su lado que para llegar a estos proyectos restaurativos, del que este es apenas el primero, se tuvieron en cuenta cientos de propuestas de las organizaciones de víctimas y también de los exguerrilleros o exmilitares que están en la JEP. “Estuvimos en todo el proceso de diseño”, dice una de las mujeres, de Ciudad Bolívar, una localidad aledaña. Su propuesta incluía que todos los presentes, el primer día del piloto, escribieran un mensaje de reconciliación en una roca. “Paz, amor, lealtad”, dice una. “Perdón,” dice otra.
Pero hay otra localidad rural aleñada, Sumapaz, donde también hubo mucha violencia y donde la mesa de víctimas quisiera sumarse a estos procesos con más precaución. “Queremos que se haga lo que quiere la comunidad, que se dialogue más con nosotras las víctimas”, dice Carmenza Adriana López Ruiz. Los victimarios de una zona no obligatoriamente trabajarán en esa misma, y esto es algo con lo que no todas las víctimas están de acuerdo, cuenta. Hace varios años las FARC secuestró y desapareció a su marido en Sumapaz. “Ya puedo hablar de eso sin llorar, ya estamos más tranquilos, pero para mi es muy importante no solamente sembrar un arbolito, lo que yo más quiero es sembrar verdad, y eso lo tengo que hacer con los victimarios”, añade. Son siembras que toman tiempo, lo sabe. Pero al menos son siembras que ya arrancan.
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