Las etiquetas no bastan: la televisión y las emociones juegan a favor de la comida ultraprocesada
Un estudio hecho por cuatro universidades de Colombia y Estados Unidos indica que los anuncios publicitarios más vistos por los niños apelan a los sentimientos para promocionar alimentos malsanos
La mayoría de colombianos creció viendo divertidos dibujos animados de marcas de comida como Sam el Tucán, el Tigre Tony y el Gansito de Ramo, tiernos personajes con los que muchos niños se identifican más allá del producto que representan. Pero un reciente estudio ha demostrado que esos personajes infantiles no son tan dulces como parecen.
La investigación ―realizada por académicos de las universidades Nacional y Javeriana, de Colombia, y de Kansas y Carolina del Norte, de Estados Unidos―, publicada en la revista Public Health Nutrition, reveló que las estrategias de publicidad que usan algunas compañías de alimentos poco saludables influyen sobre las preferencias de consumo de los niños colombianos.
Los resultados del estudio se obtuvieron luego de analizar el 20% de los anuncios de televisión que más vieron los niños colombianos de entre 4 y 11 años en 2017. La investigación evidencia que los anuncios de comida más vistos son los que utilizan con mayor frecuencia estrategias emocionales, y que estas apelaciones se emplean casi siempre para promocionar alimentos ultraprocesados y bebidas poco nutritivas.
Alcides Velásquez, profesor del departamento de Estudios de la Comunicación de la Universidad de Kansas y uno de los autores del estudio, explica: “La estrategia busca apelar a las emociones, a la alegría, a las aventuras, a las sensaciones de lo delicioso que puede ser un producto, a los amigos que se pueden conseguir si se consume. Y, en el caso de los niños, al uso de dibujos animados, personajes o lenguaje infantil, no necesariamente porque hablen del producto, sino porque le hablan directamente al consumidor”.
Este tipo de tácticas de publicidad, dice Velásquez, son efectivas para influir en la audiencia, especialmente en los más pequeños. “Aunque los niños no son los que manejan la chequera en la casa, se ha demostrado que la exposición a comerciales de ciertos alimentos influye en que pidan a los papás que les compren esos alimentos. Están siendo persuadidos”.
Los comerciales de televisión son una forma muy eficaz de llegar a los consumidores jóvenes. En Colombia la televisión sigue siendo el medio de comunicación más utilizado, ya que aproximadamente el 90% de los hogares tiene al menos un televisor, frente al 38% que tiene un computador o una tableta, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) de 2021.
En Colombia, uno de cada cuatro niños de entre 5 y 12 años padece sobrepeso, mientras que alrededor del 18% de los adolescentes tiene riesgo de obesidad, según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN). Los niños y adolescentes colombianos tienen una gran preferencia por los alimentos procesados, incluyendo embutidos, comidas rápidas, gaseosas, alimentos de paquete y dulces, productos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda evitar. El sobrepeso y la obesidad infantil pueden llevar a la estigmatización y al acoso escolar, además de estar asociados con enfermedades cardiovasculares, diabetes e hipertensión en la vida adulta.
Velásquez resalta, además, que estos comerciales de televisión tienen el potencial de moldear los hábitos alimenticios de los niños, que normalmente “no tienen la edad para discernir qué es lo mejor para ellos”. También añade: “Las familias están siendo persuadidas y eso influye sobre los hábitos de consumo a largo plazo”.
El estudio encontró una disparidad de género y socioeconómica en la exposición a estos comerciales, pues los menores de edad de niveles socioeconómicos bajos tienden a encontrar este tipo de anuncios con más frecuencia que sus similares masculinos de nivel socioeconómico más alto. “Esto resulta preocupante porque es más probable que los niños de nivel socioeconómico más bajo tengan menos herramientas de alfabetización publicitaria para identificar las estrategias persuasivas”, explica el autor.
Las conclusiones del estudio subrayan la necesidad de aplicar medidas legales para reducir el efecto nocivo del consumo de alimentos poco saludables entre los niños y adolescentes. La discusión para llegar a la aprobación de la ley de comida chatarra ―que puso en marcha el etiquetado frontal en productos con alto contenido en calorías, azúcares, sodio y grasas saturadas― no estuvo exenta de polémica por parte de los empresarios, quienes argumentaban que la ley pretendía “satanizar” algunos alimentos y bebidas. También afirmaban que su entrada en vigencia iba a conllevar un descenso en las ventas de los productos.
Otros países han abierto el camino en la regulación de la publicidad de alimentos ultraprocesados. México, que tiene uno de los índices de obesidad más altos en el mundo (incluso por delante de Estados Unidos), prohibió este año el uso de personajes, animaciones, dibujos animados, celebridades, deportistas o mascotas en los etiquetados de sus productos. Allí se libra una batalla entre las compañías que venden productos chatarra y el Gobierno y la Suprema Corte, que intentan poner barreras para que la población consuma productos más saludables. Chile y Uruguay han adoptado regulaciones similares para alertar sobre los riesgos de la comida ultraprocesada.
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