Campesinos, víctimas de la violencia e investigadores se unen en la primera expedición científica del Gobierno Petro
La travesía, que comienza este viernes en Ovejas, Sucre, tiene como propósito hacer un inventario de las especies de flora y de fauna del bosque seco tropical de la región de los Montes de María
El mico tití cabeciblanco, los monos churucos, las guacamayas y los árboles de Diomate o Gusanero son algunas de las especies endémicas de flora y fauna del bosque seco tropical colombiano que esperan encontrar los integrantes de la primera expedición científica del gobierno de Gustavo Petro, diseñada en conjunto entre el Ministerio de Ciencia, los investigadores del Instituto Humboldt, algunas víctimas del conflicto armado y las asociaciones campesinas de la región de los Montes de Maria, en el departamento de Sucre, al norte del país.
La expedición agrobiodiversidad en Montes de María: territorios de Paz, como la llama el Ministerio de Ciencia, comienza este viernes en Ovejas, un pequeño municipio de Sucre que ha padecido, como pocos, la violencia y el abandono del Estado desde hace décadas. El proyecto es el primero de tres similares que se desarrollarán en los próximos meses en el Amazonas y en la Guajira. Su propósito es hacer un inventario de las especies que habitan el bosque seco de la zona, ver en qué estado de conservación se encuentran, desarrollar estrategias para proteger el ecosistema y, sobre todo, tratar de utilizar su riqueza y su biodiversidad para mejorar la vida de las personas que lo habitan.
Arturo Luna, ministro de Ciencia, quien nació cerca a Ovejas y ha regresado a su región para inaugurar la travesía, dice en entrevista con EL PAÍS que esta expedición estará orientada a impulsar la bioeconomía en agroecosistemas asociados al bosque seco tropical y así “identificar alternativas productivas, incluyentes y basadas en el capital natural, social y humano”.
Esta no es una expedición científica convencional en la que un grupo de investigadores entra durante unos días a una región inexplorada, la recorre buscando insectos, mamíferos, palmas o flores y después analiza la información en un laboratorio de alguna universidad. La idea es distinta. Esta vez, la expedición durará nueve meses, la metodología de trabajo será el resultado del diálogo de saberes entre los científicos y las comunidades que viven en el territorio y se busca que los campesinos puedan, por ejemplo, incorporar las especies descubiertas o clasificadas en productos de la gastronomía local o en las artesanías tradicionales.
Luna explica que los Montes de María son una región rica en biodiversidad, poco explorada por el conflicto y con familias campesinas que valoran el bosque y ven en él oportunidades productivas y sostenibles. “Mi familia, de origen campesino, me enseñó la importancia de cultivar y conservar la tierra. En los Montes de María tenemos un ecosistema estratégico, el Bosque Seco tropical, muy vulnerable al cambio climático, pero con un gran potencial en su biodiversidad para generar emprendimientos rurales sostenibles que contribuyan a su conservación y a la soberanía alimentaria”.
Felipe García, coordinador de Ciencias de la Biodiversidad del Instituto Humboldt, y uno de los científicos que liderará la expedición, coincide con Luna en la relevancia de la zona para la ciencia: “En los Montes de María están algunos de los últimos relictos del bosque seco tropical, un ecosistema muy amenazado”. García explica que hoy solo queda el 8% de los bosques de este tipo que había originalmente en Colombia. “Es un ecosistema que ha tenido que adaptarse mucho más que otros a los efectos del cambio climático porque está sujeto a condiciones muy extremas de sequía”. Para proteger lo que queda de este bosque es urgente estudiar con detalle la biodiversidad que lo habita y ayudar a que las comunidades lo conserven, al tiempo que se benefician de él.
El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que invertirá $654.842.457 en la expedición, ha revelado que participarán estudiantes de las universidades locales y los miembros de la Asociación de Mujeres Unidas de San Isidro-AMUSI, la Asociación Integral de Campesinos de Cañito-ASICAC y la Asociación de Productores Agropecuarios de la Vereda Brasilar-ASOBRASILAR. “El proyecto incluye fases de co-diseño con las asociaciones para comprender el calendario agrícola y la fase de inmersión en campo”.
En diálogo con EL PAÍS, García insiste en que las comunidades campesinas que llevan mucho tiempo viviendo en ese ecosistema han incorporado muchas especies que no son endémicas, pero que con el paso de los años se han adaptado. “El propósito también es incluir esa biodiversidad en el inventario y ver cómo ha evolucionado”, dice. Y añade: “Esperamos encontrar muchas sorpresas”.
Para el científico, una de las virtudes de esta primera expedición es que los investigadores van a poder entrar, conocer y estudiar una zona que durante muchos años estuvo aislada de la ciencia por el conflicto armado. Los Montes de María fueron, y en algunos municipios aún son, zonas rojas de disputa entre grupos paramilitares y guerrilla en las que hubo muchos muertos y desplazados de la sociedad civil. “En este territorio, la mayoría de los habitantes son víctimas del conflicto”, explica García. EL ministro Luna, insiste en que las expediciones científicas son una forma en la que el Estado hace presencia en las zonas más alejadas y olvidadas del país. “Investigadoras e investigadores de diferentes disciplinas trabajan en conjunto con las comunidades locales en la exploración de los territorios, en busca de resolver soluciones a problemas socioambientales”.
Aunque los investigadores del Instituto Humboldt no tienen como objetivo trabajar en la expedición con exguerrilleros o desmovilizados de otros grupos armados, no descartan que vivan en la zona y puedan participar del proyecto. Así, la región de los Montes de María, en donde entre 1996 y 2003 los grupos paramilitares perpetraron 42 masacres contra la población civil, se convertirá durante los próximos meses en un gran laboratorio de exploración científica al aire libre. Los asesinatos, la tortura, la violencia sexual y las desapariciones forzadas quedan atrás para darle paso, por primera vez en la zona, a la botánica y a la entomología. “Vamos a enfocar nuestro trabajo en un inventario de plantas y de insectos”, cuenta García.
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