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ESTO LO DEBERÍA CANTAR SINATRA
Columna
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La oronda vaca

La disputa por los restos del galeón español San José parece un episodio de principios del XVIII

Jordi Soler

La disputa por los restos del galeón español San José, que se hundió hace siglos frente a la costa colombiana, parece un episodio de principios del siglo XVIII, del año en que el barco se fue a pique: 1708. Colombia se lo encontró en el fondo de su mar territorial, y España reclama el pecio porque se trata de un barco cuyo propietario era el Estado (el de 1708, claro). Además de su valor histórico, los restos del barco incluyen un cuantioso tesoro. ¿De quién es ese pecio?, ¿de quién se lo encontró en su territorio?, ¿de quién lo poseía, y lo perdió, hace 307 años?

El caso recuerda al de los barcos que naufragaban frente a la costa irlandesa y que pasaban automáticamente a ser propiedad de la autoridad, en tierra firme, que estuviera más cerca de la catástrofe. Esto provocaba que, cuando el barco hundido traía una carga valiosa, hubiera batallas interminables entre el gobernador del puerto, el regente la ciudad y el obispo. Cada uno demostraba, con toda clase de artimañas, el derecho que tenía sobre el pecio en discordia. Luego alguna autoridad decretó que el producto de los naufragios podía repartirse exclusivamente cuando no hubiera sobrevivientes o, dicho de otra manera: que aquellos que se salvaban del naufragio obtenían, como paliativo para su desgracia, el botín que cargaba el barco. En el año de 1930, cuando el único sobreviviente de un barco, que se hundió en la bahía de Dublín, fue una vaca, esta medida generó un conflicto serio. La vaca pertenecía a los establos municipales, según el alcalde, y a los jardines de la catedral, según el obispo. Los dos disputándose la propiedad de esa vaca que era, de acuerdo con la ley vigente, la dueña de los tesoros del naufragio. Al final, haciendo gala de una mejor batería de artimañas diplomáticas, la iglesia se quedó con el tesoro, y con su dueña, la oronda vaca.

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