¿Piensan las mujeres con la vagina?
La vagina y el cerebro parecen estar conectados, tanto a la hora de activar nuestra respuesta sexual, como a la hora de, por ejemplo, mejorar nuestra creatividad
Una de esas frases que si no hemos dicho, seguro que hemos oído es aquella de: los hombres piensan con el pene. Sabemos los motivos por los que suele decirse, aunque no si hay alguna base científica para ello. Sin embargo, sobre lo que parece que sí se ha reflexionado más es sobre si las mujeres piensan con la vagina, o más concretamente, si vagina y cerebro son dos órganos íntimamente relacionados. Recordando uno de los momentos míticos de la serie Sexo en Nueva York, el personaje de Charlotte les contaba a sus amigas que su vagina estaba deprimida, y es que en realidad parece que nuestros sentimientos sí que pueden influir en nuestra vagina y viceversa.
Ese es al menos el debate que abrió la autora Naomi Wolf tras la publicación del libro Vagina: una nueva biografía de la sexualidad femenina en el que, más allá de la relación entre el cerebro y los genitales, explica a través de estos órganos la relación entre el cuerpo y la mente, la conciencia y la sexualidad, defendiendo la idea de que la vagina es un componente intrínseco del cerebro de una mujer. “Para las mujeres, la respuesta sexual implica entrar en un estado alterado de conciencia […] En las mujeres, la biología de la excitación es más delicada de lo que la mayoría de nosotros entendemos, y depende en gran medida de este sistema sensible, mágico, para que encuentre la calma poco a poco y se encuentre fácilmente desinhibida”, cita Naomi Wolf en su texto.
Ciencia y sexo
La vagina envía información al cerebro, pero también el cerebro la recibe de la vagina. Por eso, un pensamiento erógeno puede dilatarla y lubricarla Pere Estupinyà, bioquímico y divulgador científico
No es la primera vez que la ciencia y el sexo se unen en una visión conjunta y que como resultado de ello aparece un libro. De hecho, una lectura especialmente interesante a este respecto es S=EX² La Ciencia del Sexo del bioquímico y divulgador científico Pere Estupinyà, en el que también se aborda esta relación entre el cerebro y nuestros genitales. “La información siempre es a dos bandas: obvio que la vagina envía información al cerebro, pero también el cerebro la recibe de la vagina. Por eso, un pensamiento erógeno puede dilatarla y lubricarla”, explica el científico, que concreta que “la respuesta sexual es mucho más que hormonas o regiones del cerebro”. Así, y simplificando un poco la cuestión, explica que el sistema nervioso periférico tiene dos estados posibles: parasimpático (estamos relajados) y simpático (bajo estrés). “Normalmente, estamos en el primero, y cuando hay amenazas (accidentes, nerviosismo extremo) se activa el segundo. Por lo tanto, lo fundamental es entender que la sangre solo va a los genitales cuando está activo el parasimpático (por eso hay erecciones nocturnas o gatillazos estando nervioso), y que para llegar al orgasmo se debe activar el sistema nervioso simpático”, señala Estupinyà. La relación entre estos dos estados del sistema nervioso puede explicar muchas de nuestras respuestas sexuales, y es que “sin duda estar excitado afecta a otros aspectos de nuestro comportamiento, y al revés”.
La visión desde la neurología, la ginecología y la psicología
En una primera aproximación a la relación que existe entre cerebro y vagina a la hora de, por ejemplo, activar o no nuestra respuesta sexual, preguntamos a expertos de distintos ámbitos para saber cuáles son todos los vínculos entre estos dos órganos.
Observando primero el sistema nervioso, Víctor Fernández-Armayor, neurólogo de la Unidad de Ciencias Neurológicas de Madrid, explica que, en realidad, “todos los órganos del cuerpo humano están conectados con el cerebro. El cerebro elabora conexiones muy complejas con todos los aparatos y sistemas (cardiorrespiratorio, endocrino-metabólico, genitourinario...) y lo hace en los dos sentidos: por medio de vías aferentes recibe información sobre la situación de los mismos, y por medio de vías eferentes manda o envía señales con las órdenes precisas para su correcto funcionamiento. En otras palabras, el cerebro es el director de la orquesta”. Esta relación existe igualmente entre cerebro y vagina (y lógicamente también entre cerebro y pene).
Analizando entonces la complejidad de la propia vagina en sí, la ginecóloga y directora de la Unidad Suelo Pélvico del Hospital Universitario Quirón Madrid, Gema García, insiste en que “la vagina tiene dos tipos de inervación, la parte superior viene de un plexo relacionado con el útero, que conecta con la médula, y la parte inferior es la verdaderamente sensible al tacto y temperatura a través del nervio pudendo”. De esta manera, la respuesta sexual requiere de una integración entre la excitación psicógena a nivel cerebral (estímulos auditivos, visuales, fantasías…) y la excitación reflexógena al estimular zonas erógenas (genitales, mamas…). “Por lo tanto, yo puntualizaría que la mujer no es solo vagina en cuanto a despertar del deseo sexual, que hay mucho más”, señala García. Y es que a veces se puede lubricar antes excitando nuestra imaginación que nuestro cuerpo. La experta va un paso más allá y añade que además “el orgasmo o la sensación placentera se hace consciente a nivel cerebral cuando se alcanzan una serie de contracciones musculares rítmicas e involuntarias de los músculos del suelo pélvico a través del nervio pudendo, sobre una vagina hinchada, que transmitiría a través de receptores de presión y sensoriales las sensaciones orgásmicas al cerebro. Por todo esto sí podríamos decir que en el momento del orgasmo hay una conexión directa de la vagina con el cerebro”.
Si esta es la respuesta más fisiológica, no hay que olvidar que si hablamos de pensar con la vagina, hablamos también de psicología. Tal y como responde la psicóloga y sexóloga Núria Jorba “dependiendo de cómo estemos, nuestro estado de ánimo, nuestra seguridad, la relación con la persona con quien estemos compartiendo el momento íntimo... Nuestra experiencia sexual y nuestra respuesta variarán. Una mujer necesita un complejo entramado de aspectos emocionales y situacionales para disfrutar de una buena sesión sexual. Así que, definitivamente, la respuesta de nuestra vagina está ligada a nuestra mente, nuestro entorno y nuestro cuerpo”.
Estrés y creatividad
Quizás todos habíamos hilado ya que la respuesta sexual de la mujer tiene una importante carga psicológica y que la mente juega un papel fundamental en nuestro cuerpo en lo que al propio acto sexual se refiere. ¿Pero la vagina y el cerebro se relacionan de otras maneras? Parece ser que sí.
El cuerpo es un reflejo de nuestras experiencias, vivencias y sensaciones y si ha habido un malestar puede afectar al aspecto sexual Núria Jorba, sexóloga
Uno de los ejemplos que pone Naomi Wolf, en su biografía sobre la vagina, es cómo la respuesta de esta puede estar ligada directamente a nuestro nivel de estrés. Analiza de nuevo esta cuestión Víctor Fernández-Armayor, que desde un nivel más neurológico señala que “existen dos tipos o formas de estrés, o mejor dicho de concebirlo. Por un lado está el estrés positivo, esa cantidad o dosis mínima de estrés que todos necesitamos en nuestro día a día para progresar en la vida, que nos ayuda a construir y avanzar. En el polo opuesto nos encontramos el estrés patológico o ansiedad, siempre negativo, que provoca interferencias tanto en el plano mental como en el físico (aparecen las somatizaciones: taquicardias, temblor, cefaleas, mareo, náuseas...). Por lo tanto, el primero de los supuestos puede contribuir a que las relaciones sean más satisfactorias, mientras que el segundo puede acarrear consecuencias que frustran la posibilidad de llevar una vida sexual satisfactoria y plena”.
Desde una perspectiva más sexológica, y analizando como el estrés o como un hecho traumático puede influir en la aparición de casos de vaginismo o dispareunia, Núria Jorba aclara que “todo malestar o trauma afecta a nuestro cuerpo de muchas maneras distintas, así como afecta a la sexualidad. El cuerpo es un reflejo de nuestras experiencias, vivencias y sensaciones y si ha habido un malestar puede afectar al aspecto sexual haciendo que aparezcan la falta de deseo, el dolor durante el coito o la imposibilidad de dilatación y relajación durante el mismo”.
Sin embargo, esta relación entre vagina y cerebro no solo influye en un aspecto negativo, ya que otra de la tesis de Naomi Wolf es que un buen cuidado de nuestra vagina influye, entre otras cosas, en nuestra creatividad. Si bien esta tesis ha sido de las más debatidas de su libro, Jorba ve claro que “la conexión es en ambos sentidos, el cuerpo influye a la mente y la mente en el cuerpo, por tanto, estoy totalmente de acuerdo. Dependiendo de cómo nos sintamos sexualmente, eso influirá en nuestra seguridad, en el bienestar personal, en nuestra autoestima y autoconcepto, por lo tanto, puede influir en nuestras habilidades en todos los niveles incluida la creatividad”. En definitiva, la experta cree que la idea que debe quedar clara es que “la sexualidad positiva nos aporta felicidad, optimismo y fluidez entre otros aspectos y esto condiciona sin duda nuestra creatividad”.
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