Niña sobre fondo oscuro
Da miedo porque no ha fotografiado a la niña, sino la zona de sombra de la niña; ha retratado, como si dijéramos, su noche
¿Qué hay en esta foto? De terrible, quiero decir. ¿Qué hay en esta foto de terrible? A primera vista no es más que un retrato, fechado en 1979, de una cría. Si la niña contaba entonces con 10 o 12 años, tendrá ahora unos 40. Imaginemos, pues, a una mujer de esa edad repasando el álbum de su infancia. Supongamos que al pasar una página se tropieza con esta imagen. Esta eras tú, se dirá a sí misma. ¿Pero era ella o su sombra? Hemos de suponer que Ariel (tal es el nombre de la pequeña) tenía la nariz entera y los labios completos, y que las hormigas no le habían vaciado la cuenca de los ojos mientras dormía la siesta. A esa edad en la que aún no somos responsables de nuestro rostro, todo el mundo es guapo. Y cuando no lo es, nos lo creemos.
Probablemente, esta cría era bellísima. Se deduce de la melena, tan cuidada, aunque también de la postura autoindulgente: esa espalda arqueada, como para exhibir la parte delantera del edificio corporal. ¿Por qué Mapplethorpe la fotografió de espaldas, o casi? Yo creo que para darnos miedo. ¿Acaso no gritaríamos si de súbito se volviera y nos lanzara una sonrisa con todos sus dientes? Eso es lo que tiene de terrible esta foto, el miedo que da. Y da miedo porque no ha fotografiado a la niña, sino la zona de sombra de la niña, ha retratado, como si dijéramos, su noche, su noche oscura del alma, por dejarnos llevar. Ha retratado el otro lado de la inocencia, la cara oculta de la Luna, que es la cara oculta de la pureza. Es probable que la obligara a posar sobre ese fondo oscuro para que no hubiera lugar a dudas. Una foto perversa.
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