A bordo del 'Rainbow Warrior'

El pasado 6 de junio, la justicia rusa liberó el Arctic Sunrise, uno de los tres barcos que tiene Greenpeace y que llevaba retenido en el puerto de Murmansk, al norte de Rusia, desde septiembre. Había sido uno de los incidentes más graves que ha tenido la organización ecologista en su historia: el intento de abordar una plataforma petrolífera de Gazprom en el mar de Pechora, en el Ártico, desencadenó una reacción adversa por parte de las autoridades rusas. Primero con disparos intimidatorios del ejército a escasos metros de los activistas, y un día después con la detención de los 30 tripulantes del Sunrise, que pasaron tres meses en prisión, acusados de piratería.

Podían haber estado hasta 15 años en la cárcel, pero el presidente ruso Vladímir Putin les concedió el indulto. Charlamos con Peter Willcox, capitán de barcos de Greenpeace, al mando del Sunrise en el incidente en Rusia, y al mando del Rainbow Warrior hundido en 1985 por los servicios secretos franceses en Nueva Zelanda. Recientemente, de vuelta al mar, nos subimos en el moderno Rainbow Warrior III, donde Willcox nos explica toda una vida dedicada al ecologismo.

Su historia forma parte de un reportaje más amplio que se publica mañana en El País Semanal, dedicado a estos y otros guerreros de la naturaleza.