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Una ópera para comerse las uñas

La compositora firma 'La página en blanco', un 'thriller' futurista sobre la crisis de la creación - Es la primera mujer en estrenar una obra en el Teatro Real

Jesús Ruiz Mantilla

En esa eterna retroalimentación de las artes, hubo un tiempo en que el cine le debía su cuota de influencia al teatro, a la música, a la ópera. Ahora es al revés. La ópera, en esta crucial lucha que mantiene por la espectacularidad escénica y en contra del anacronismo, le va debiendo sus cuentas al cine y al mundo de Internet. Pilar Jurado, artista total, mujer de este tiempo, y la primera en la historia en estrenar una ópera propia en el Teatro Real, lo sabe. Por eso ha creado La página en blanco. "Todo un thriller", dice sin despeinarse.

Y como si fuera una estrella del otro lado, del celuloide, también asume guión e interpretación. Porque no solo ha compuesto la música, ha ideado el libreto e interpreta a Aisha Djarou, una de las heroínas de la trama. En La página en blanco hay crisis de creación, intriga, delirios, experimentos científicos, intervenciones del ciberespacio... Rastros de músicas dispares, "eclecticismo", apunta ella, restos de lecturas que van de Paul Auster a Murakami mezcladas con destellos del cine de David Lynch o Lars von Trier...

Se dejan sentir músicas dispares y lecturas como Auster o Murakami
"Es una denuncia humanista, una alerta ante el aislamiento"

En La página en blanco se respira ansia de riesgo, pelea por el futuro de un género mutante, ningún complejo, deseos de conectar con nuevos públicos... E intención. "En este momento de mayor comunicación entre los seres humanos es cuando más solos nos encontramos", cree esta madrileña de 42 años. "Nos creemos en control de nuestras vidas, pero somos como marionetas".

Por eso, en esta nueva ópera, el coro -está compuesta para 70 músicos y unas 50 voces- imagina a los dioses riéndose de sus criaturas cuando creen que controlan su destino. "En el fondo de todo late una reivindicación humanista, una alerta ante el individualismo y el aislamiento". Y una trama de comerse las uñas: "Un compositor escribe una ópera y recibe correos con páginas en blanco y con copias de lo que ha compuesto la noche anterior...". En el complot por enloquecerle sospecha de su ex mujer, se vuelve paranoico con un cantante robot y desconfía hasta de su sombra.

La música bebe de muchas fuentes. "Siempre he creído que haber caído en este siglo es una suerte enorme para un compositor. El bagaje con el que cuenta es incalculable". En su partitura, uno encuentra homenajes a Mozart y a Palestrina, pero también influencias de otros contemporáneos de los que esta artista es devota: de Lutoslawski a Luigi Nono, de Ligeti y Messiaen a Varèse o Pierre Boulez. "Pero me he preocupado de que siempre vaya cada nota de acuerdo con la acción", asegura.

"Hoy en día, al componer una ópera debes tener en cuenta a los cantantes, a la trama, al discurso, aunque también la maquinaria y los medios técnicos del teatro", comenta. El pasado miércoles se enfrentó a la prueba de fuego. El primer ensayo a la italiana. La primera vez que se hacía real el rompecabezas de la partitura en un hecho orquestal y escénico. "Tenía miedo, pero ha salido bien, creo que fluye. Es exactamente igual a como lo había imaginado", cuenta la creadora.

Han sido tres años de trabajo hasta llegar a ese momento. Tres años desde que el antiguo director artístico del Real, Antonio Moral, le hiciera el encargo. "Al principio me pareció una broma. Me pidieron que les enviara partituras mías [Jurado ha escrito cerca de 80 obras] y no lo hice porque no lo tomé en serio".

Hasta que recibió una segunda llamada. Y entonces se dio cuenta de que sí, que salía del sueño. El proyecto fue asumido por el nuevo responsable artístico, Gerard Mortier, como algo propio. Tanto que se ha involucrado en ayudar a la compositora en el proceso creativo. Lo mismo que David Hermann, director de escena y Titus Engel, musical.

Para el estreno no le quedan nervios. Los ha quemado todos ya. Confía en la buena estrella que siempre le ha dado el teatro. "Aquí estudié durante años, aquí estrené una obra cuando se cerró y canté La vida breve cuando se volvió a abrir". Lo que jamás pudo soñar es que un día se estrenaría una ópera con su nombre. La fecha está puesta: 11 de febrero de 2011.

La soprano y compositora Pilar Jurado, el miércoles en el Teatro Real de Madrid.
La soprano y compositora Pilar Jurado, el miércoles en el Teatro Real de Madrid.ULY MARTÍN

Paso a la nueva generación

Desde que el Teatro Real volvió a abrir sus puertas, se han estrenado siete obras nuevas. En las primeras temporadas hubo hueco para autores consagrados. Las divinas palabras, de Antón García Abril; el Quijote, de Cristóbal Halffter; La señorita Cristina, de Luis de Pablo, y más tarde, el Faust-bal, de Leonardo Balada.

Son cuatro referentes de la generación del 50 todavía activos. Pero detrás se ha consolidado ya una nueva generación de compositores españoles que van estrenando sus obras por el mundo y recibiendo encargos de teatros y orquestas atraídos por su variedad, su riqueza, su voz mestiza y desacomplejada.

Hubo prueba de ello en El viaje a Simorgh, de Sánchez Verdú, junto a Mauricio Sotelo, el compositor español más cotizado en Europa. Ahora le toca el turno a Pilar Jurado. Llega con La página en blanco la prueba de que van camino de consagrarse aquellos jóvenes que hace poco más de 10 años comenzaron a asaltar ciclos y teatros con el convencimiento de que lograrían grandes cosas unidos en la audacia de su principal promotor, Xavier Güell.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.
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