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Reportaje:HISTORIA

Misterios que guarda una vieja película

Hay proyectos fáciles, otros más complicados... Y luego está 'Carne de fieras'. Un filme rodado en plena Guerra Civil, con una belleza rubia en tanga, cuatro leones, un domador y un director maldito. Logró estrenarse. Eso sí, 56 años después.

Una camioneta paseaba por Madrid a principios del verano de 1936. En sus laterales, dos cartones recortados mostraban a una descomunal rubia a tamaño natural completamente desnuda. Una voz por megafonía anunciaba un raro espectáculo. Era la Venus Rubia y actuaba en el teatro Maravillas y en el Circo Price. Su talento: meterse provista de un diminuto tanga en una jaula con cuatro fieros leones.

Marlène Grey estaba casada con El Hombre Autómata. La pareja actuaba en el circo Price y el teatro Maravillas
Tina de Jarque y su amante trataron de abandonar España cargados de joyas, pero fueron interceptados por los anarquistas

Un osado productor, Arturo Carballo, pensó que aquello tenía gancho comercial. No había tiempo que perder, había que aprovechar el impacto de aquella francesa. El empresario encargó la realización y el guión a un anarquista valenciano trotamundos y políglota, Armand Guerra -cuyo nombre verdadero era José María Estivalis (1886-1939)-, que, a pesar de su militancia política, no podía negarse a dirigir aquella producción frívola que iba a titularse

Carne de fieras. Tenía una mujer y una hija pequeña que mantener.

El 16 de julio de 1936 sonó la primera claqueta en el parque del Retiro. Todo estaba en orden. El equipo incluso posó en una fotografía para la posteridad. Sin embargo, nadie de los allí presentes estuvo en el estreno que se celebró en Zaragoza... en 1992.

¿Qué ocurrió en esos 56 años? ¿Qué fue de los protagonistas? Ésta es una historia repleta de misterios, de incógnitas y de hipótesis sobre el destino de tres de los implicados en esta película, que parece más una novela que una historia real. Pero estas cosas a veces ocurren. Cosas de la vida, cosas de la guerra. Juan Antonio Ríos Carratalá, catedrático de teatro en la Universidad de Alicante, ha investigado para su trabajo

El tiempo de la desmesura. Historias insólitas del cine y la Guerra Civil, en el que dedica un capítulo a Carne de fieras, todo lo que se refiere a la película y al extraño fin de algunos de sus protagonistas. Éstas son las claves para entender su complicada historia.

1. La Venus Rubia. Se llamaba Marlène Grey y era francesa. Su belleza fría y hierática distaba de la belleza típica española. Casada con El Hombre Autómata, la joven pareja llegó a España y actuó en el Circo Price y el teatro Maravillas, donde Marlène repetía el número de los leones, de los que se mantenía a salvo gracias al látigo del domador George Marck, con una dilatada experiencia en esas lides. El domador y Venus fueron contratados para Carne de fieras, e incluso dieron un papel secundario a El Hombre Autómata. En la cinta, la francesa, que se interpretaba a sí misma, consigue dejar el mundo del espectáculo gracias al amor de un boxeador que acaba de pedir el divorcio a su mujer, una vedette que le engañaba.

El rodaje en tiempo de guerra no fue fácil. Uno de los problemas fue conseguir alimentar a las fieras, pero el asunto se solventó gracias a la ayuda del sindicato único de gastronomía, que proporcionaba alimento a las bestias.

Al finalizar el rodaje, en septiembre de 1936, los franceses dejaron España. Las noticias se pierden, aunque circulaban rumores de que, en 1939, uno de sus propios leones acabó con la vida de la artista circense . Un hecho del que no hay constancia en las historias generales del circo francés consultadas por Ríos Carratalá. El asunto no está claro: según cuenta Ferrán Alberich, restaurador del filme, hubo gente que se le acercó después del estreno que aseguraba haber visto a Marlène actuando en los años cuarenta en el norte de África.

2. la 'vedette'. Constantina de Jarque Santiago (1904-1937) interpreta en Carne de fieras a la mujer adúltera, una artista de varietés que realiza un número musical. En la realidad, la catalana Tina de Jarque era una vedette bastante conocida en aquella época, e incluso hay algún testimonio que la recuerda como la primera que se atrevió con el strip-tease.

Desnuda o vestida, a Tina de Jarque no le faltaba trabajo. Una vida apasionante, la suya, y un final trágico aún sin resolver. En el camerino de la cupletista siempre merodeaban militares de alta graduación y hombres de la alta burguesía fans de la artista.

Estas compañías no eran bien vistas por los anarquistas, que sospechaban que practicaba un doble juego: cantaba para ellos en los festivales republicanos, pero en verdad era una espía. El fin de Tina de Jarque continúa siendo un misterio. Ríos Carratalá ofrece en su estudio cada una de las hipótesis que se barajan, ninguna con pruebas documentales. En la mayoría de ellas, Tina de Jarque huía del país con Abel Domínguez, un miliciano andaluz al que había seducido, con un maletín repleto de joyas confiscadas. Casi todas, excepto una, terminan con Tina y Abel fusilados.

Ferrán Alberich ve muy extraño que no haya ninguna huella documental sobre el fusilamiento de la pareja en 1937. Después de que un hombre se presentara en la Filmoteca Española tras el estreno de Carne de fieras solicitando una copia de la película para la compañera de residencia de su abuela, quien aseguraba ser la protagonista, opina que quizá Tina de Jarque, que efectivamente trabajaba para los sublevados, dejó España ayudada por ellos -que habrían propagado el rumor de su fusilamiento- y luego volvió con una identidad falsa. Ríos Carratalá opina que lo más probable es que Tina y Abel intentaran dejar España con la maleta de joyas a través de Barcelona, pero que en algún punto de Castellón hubiesen sido detenidos y fusilados por milicianos anarquistas.

En los archivos de la Causa General -proceso impulsado por el régimen después de la Guerra Civil para instruir "los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la dominación roja"- existen unas declaraciones de una prima y una criada de la vedette que afirman que la pareja fue fusilada en enero de 1937 por milicianos anarquistas en Castellón. El fiscal de la Causa General pidió información a la Guardia Civil sobre los cadáveres. El resultado fue negativo y el fiscal dio carpetazo al asunto. El fin de una vedette y un miliciano anarquista no tenía interés para nadie.

3. el director. Armand Guerra merece una entrada en el Diccionario de directores malditos, de Augusto M. Torres. La mayoría de sus trabajos se han perdido, y su vida, aunque murió con 53 años, dio para mucho. Inquieto, militante, trotamundos, Guerra estuvo al frente de proyectos novedosos y, como miembro de la cooperativa Le Cinéma du Peuple, en París realiza la primera parte de la película histórica La commune (1914).

Tras vivir en Rusia durante la revolución bolchevique, en Alemania en los años de la República de Weimar y trabajar como productor y guionista, crea en Berlín una productora para hacer películas entre España y Alemania, y trabaja como director de doblaje.

Instalado en España, en 1931 intenta construir unos estudios de cine en Valencia, pero no lo consigue. Y en 1936, Arturo Caballero le ofrece el guión y la realización de Carne de fieras. Estalló la guerra y Armand quiso dejar la película y marcharse al frente a rodar, pero su sindicato le aconsejó continuar un trabajo del que dependía el salario de varias familias.

El director tenía prisa por terminar. No era tiempo de melodramas románticos. El 26 de septiembre, terminado el rodaje, se dirige al frente al mando de un pequeño equipo de filmación cuyo trabajo también ha desaparecido.

En 1937 consigue sacar a su familia del país y él se vuelca en la causa como propagandista. Según cuenta Ríos Carratalá, Armand Guerra fue arrestado en 1938 en Barcelona. Tampoco está muy claro por qué es arrestado el director, pero sí se sabe que fue puesto en libertad tras 124 días de encierro. Consiguió llegar a París a reunirse con su mujer y su hija. Estuvo con ellas 40 días. El 10 de marzo de 1939 cayó fulminado por un aneurisma en una calle de París.

4. la película. Arturo Carballo, el osado empresario que vio posibilidades en la Venus Rubia, intentó sacar partido de su producción en los años cuarenta, pero una mujer desnuda dentro de una jaula de leones no era un argumento que fuera a pasar fácilmente la censura. Pidió un presupuesto para un discreto traje de baño para la francesa, pero desistió cuando vio el total. No estaba para dispendios.

Con biquini o sin él, Carne de fieras no se hubiera salvado del lápiz rojo: mujer adúltera, marido divorciado, relación amorosa con una extranjera que tiene relaciones con el domador. Vamos, un desatino de los republicanos. Carballo no produjo ninguna otra película y continúo al frente del cine Doré. Los rollos de Carne de fieras dormitaron en algún armario hasta que los herederos de Carballo los vendieron en el rastro madrileño. En 1991, la Filmoteca de Zaragoza adquiere los fondos de Raúl Tartaj. Y allí estaban los 42 rollos de la película. Tras ser restaurada y reconstruida por Ferrán Alberich y Ana Marquesán, logra estrenarse. Eso sí, en 1992.

Imagen de 'Carne de fieras'.
Imagen de 'Carne de fieras'.

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